20 de febrero de 2020

Otra vez el país en default y obligado a negociar para salir a flote

Vamos terminando la semana, en este febrero que se hizo más largo que lo pensado. Hace tiempo ya que el verano dejó de ser considerado un período de transición, incluso para la clase política. La mayoría de nosotros debe trabajar durante todo el año, puede ser que ocasionalmente nos tomemos unos días de descanso, pero para el ocio también se necesita plata. Leer un libro, dormir una siesta o escuchar música todavía sigue siendo gratis.

Estamos a un paso de caer en el default o cesación de pagos, algo que muchos en el Gobierno secretamente querían para renegociar la deuda a su antojo. De esta manera, en el contexto que ellos diagnosticaron al país y a la provincia como "tierra arrasada", la herencia que dejó el macrismo con un endeudamiento descomunal se hace más evidente. La única salida será llegar a un acuerdo con los bonistas, que como suponemos, no estarán dispuesto a resignar un centavo a menos que no tengan otra alternativa. Cuando el fondo declara "insostenible" el pago de la deuda, abre la puerta para que esto suceda. El problema es que en la Argentina 2020, hay varias cosas que se han vuelto insostenibles hace ya largo tiempo: salud, educación, empleo...en fin, seguimos poniendo parches y castigando a los sectores productivos. Nada nuevo bajo el sol. 

Sería un error pensar que los gobiernos peronistas nunca pidieron créditos al FMI, y en muchos casos la imposibilidad de pagarlos hizo que sus sucesores debieran levantar el "muerto" que ellos dejaron. La promesas de "llenar la heladera" que hizo el presidente chocan con la realidad de precios cada vez más inaccesibles para la clase media. Haber vuelto a implementar el IVA para los alimentos esenciales motivó un abrupto salto en harinas, lácteos y aceites, y un forzoso reacomodamiento (hacia arriba, obviamente) de los precios de la canasta básica. Si una familia necesita 40.000 pesos para no ser pobre, cualquier explicación que intenten dar choca contra los fríos números de las estadísticas. Pero cada nueva gestión que asume tergiversa la realidad según su conveniencia, esto no es nuevo. Hay una lucha interna en el seno del Gobierno, que se dio en llamar "fuego amigo", donde desde el propio kirchnerismo hay sectores más duros que contrastan con los esfuerzos del presidente de mostrarse como un mandatario moderado y conciliador.

La suerte de Alberto depende directamente de la de Cristina, aunque esto parece ser recíproco. El peronismo siempre nos depara sorpresas en cada nueva gestión. Pero llamar peronismo a este esperpento, es casi insultar la memoria de su creador. Probablemente, con un poco de viento de cola, recién para 2023 se pueda cancelar la deuda, pero no faltará un sucesor que echará mano a la "caja" aduciendo motivos varios. Punto final. 

Un resumen de 20 años

  Al cabo de casi 20 años, puedo afirmar que estoy conforme con las notas que he escrito en este blog. Este año ha sido muy particular para ...