Por otra parte, esto me hace acordar al impacto que tuvo la Gripe A, en 2009. Pasaron 11 años pero aún recuerdo que los boliches estaban cerrados, que se prohibió el consumo de carne de cerdo, y varias cosas más. Inclusive, el medicamento (cuyo nombre comercial es Tamiflu), no se conseguía en el país, al menos al principio, y mucha gente viajaba a Uruguay para adquirirlo, con un costo considerable. Más allá de que en ciertos casos sea necesario, debe ser horrible para un paciente estar aislado en cuarentena, sin contacto con nadie, ni siquiera su familia. Pero como pueden comprobar, ya nadie habla de la Gripe A, que tuvo una cobertura mediática sin precedentes. Fue en aquel entonces cuando comenzó a usarse el alcohol en gel para las manos, antes era un producto que no tenía demasiada venta porque la gente compraba alcohol líquido. El Poder Judicial elaboró un protocolo súper estricto para quienes trabajan en Tribunales. Lo publiqué en mi diario digital LOBOS 24.
Nunca sabemos qué hechos, fortuitos o no tanto, nos harán cambiar nuestra forma de pensar y de replantearnos la vida. Puede ser una enfermedad con un diagnóstico sombrío, la separación de nuestra pareja, la frustración de no haber podido terminar una carrera, el despido de un trabajo. Pero, a veces, es necesario que se dé ese "clic" para que nuestra vida cambie. me refiero a tener que atravesar instancias cruciales. Yo estoy en ese proceso, en tomarme las cosas con más calma, en evitar discusiones innecesarias, en disfrutar del ocio cuando me deja algún margen para la reflexión. Porque no es lo mismo pasarse varias horas boludeando por Facebook que ver una buena película. En ambos casos se trata de ocio, de tiempo libre, pero me parece mucho más provechosa la segunda opción. En mi caso, dejé de comprar discos como solía hacer antaño, porque me ocupa mucho espacio y tengo otras prioridades económicas: lo que me interesa lo descargo por Internet o lo veo por Youtube. Comencé a reencontrarme con mis afectos, a retomar el contacto con gente que por esas cosas de la vida me separaba un viejo resentimiento o el rencor. En algunas ocasiones, es mejor olvidar, aunque nos hayan ofendido. Por supuesto, la vida sigue y no es un remanso de paz como a uno le gustaría, algo parecido me ocurre cuando veo fotos de hace 10 años y compruebo que la juventud es una etapa concluida. Pero dentro de lo posible, lo más sano es superar todo aquello que nos afecte a nosotros. Me refiero que, al perdonar a alguien, estamos siendo generosos en un punto pero también un poco egoístas (y eso es lo bueno), porque nos estamos dando la oportunidad de no tener un karma con alguien que nos hizo daño, quizás involuntariamente.
Hay que desconectarse un poco: Apagar el televisor o el celular, tomar unos mates con amigos o con la compañía de la radio, sentarse a leer un buen libro, respirar profundo y seguir este camino, que es el único que conocemos como seres vivos. Es la mejor manera de sentirse sano, sin las necesidades de la sociedad moderna de recurrir a ansiolíticos, terapias alternativas o meditación. Por supuesto, la meditación es una actividad muy saludable, pero podemos bucear en nuestro interior de distintas maneras, simplemente planteándonos honestamente cómo somos. Punto final.