Sábado por la tarde en la ciudad. En esta
vida hace falta dedicación, gente que tenga pasión por lo que hace y que los
mediocres se hagan a un lado para darles lugar. El facilismo y la estupidez se
ven a diario por televisión y por las redes sociales. Pero tener la capacidad
de conmover o movilizar a otra persona, es otra cosa. No todos pueden lograrlo:
los escritores, cineastas, fotógrafos, pintores… aunque también es cierto que
no todos nos conmovemos o emocionamos ante lo mismo. Profesionalmente, siento
que puedo dar un salto hacia una instancia superadora. No es fácil pero creo
que puedo hacerlo, quizás si me preguntaban hace dos o tres años hubiera dicho
que no era el momento. Informar en medio de una pandemia procurando que la
gente no caiga en una psicosis colectiva es un desafío y una responsabilidad. Me
banqué muchas cosas durante esta crisis que en circunstancias normales no
hubiera vivido. Tuve que renegociar las tarifas publicitarias, porque siempre
es mejor acordar con un cliente antes que perderlo. Resigné un margen de
ganancias importante, y al mismo tiempo percibí que la exigencia del público
lector era mayor. No sólo conmigo, sino con todos los medios que hay en Lobos.
En los meses de cuarentena, la gente consumió mucha información a través de las
redes.
En un
pueblo chico como el nuestro, el primer caso de COVID generó un gran revuelo,
todos querían saber el nombre de esa persona, lo recuerdo muy bien. Todo se
terminó cuando el vecino en cuestión tuvo el gesto de dar la cara y admitir ser
portador del virus. Yo no sé qué hubiera hecho en su lugar, porque ese lobense
no era ni un delincuente ni un criminal. Buscar víctimas y victimarios en una
coyuntura tan delicada es un grave error.
Cuando los contagios crecieron, vimos a muchos necios que creían que
nunca les iba a tocar, tener que estar aislados e impedidos de poder desarrollar
su trabajo. Es posible que la vacuna haya estado lista desde hace varios meses,
y que recién ahora se está empezando a distribuir entre distintos países que
negociaron con los laboratorios. Pfizer es un gigante de la industria
farmacéutica, y seguramente todas las fases de desarrollo de esta vacuna han
costado guita. Nadie hace beneficencia con esto.
Puedo entender el deseo que tienen los chicos por festejar, pero de ninguna manera pienso avalar las fiestas clandestinas que se están haciendo en Lobos, últimamente eligiendo espacios abiertos al aire libre. Mientras esto acontece, los DJ, los empleados de seguridad privada, los sonidistas, y un gran número de personas vinculadas al rubro siguen sin poder trabajar. Las autoridades municipales deben disuadir y desalentar estas juntadas, porque si las veo yo que soy un ciudadano más, obviamente que ellos están al tanto de lo que está pasando. Quizás estos encuentros al aire libre representen un riesgo menor, pero es cuestión de sentido común pensar en el esfuerzo de tantos meses y cómo se ve dilapidado en una noche de festejos. Mucha gente no pudo recibir visitas para su cumpleaños por este motivo. Por eso, insisto en que es hora de poner las cosas en su lugar, y que los adolescentes busquen otra forma de distensión. Ya habrá tiempo para que vuelvan a funcionar los boliches. Punto final.
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