20 de octubre de 2005

Poder, control, descontrol: ¿quiénes acuñaron esos términos?


Estamos viviendo en medio de un clima enrarecido (no en términos meteorológicos, precisamente). En los años que hace que vivo en Lobos (o sea, todos) nunca he presenciado una compulsa de poder tan feroz de parte de aquellos que pretenden representarnos en el Concejo. Realmente da vergüenza ajena. Lo peor es que finalmente llegará el domingo 23, las elecciones se harán como Dios manda, y cada uno se irá contento y feliz a su casa luego de haber depositado el papelito en la urna correspondiente y haber cumplido de esta manera con su deber cívico ¿Cuándo será el día en que, en un rapto de lucidez, alguien defienda el voto optativo, y así adoptemos un sistema eleccionario propio de un país desarrollado? Desde luego que el abstencionismo o el ausentismo será alto ante la no-obligación de sufragar, pero ¿no es acaso más atinado que concurran a votar quienes tengan un interés genuino en hacerlo?
Analicemos ahora lo que acontecerá el lunes 24. ¿Qué sucederá luego? “Todo dependerá del resultado de los comicios”, podrá arriesgar alguien. Yo creo que, gane quien gane, los concejales –en su gran mayoría, habrá alguno que se salva de la hoguera- tan pronto tomen posesión del cargo, se encargarán de acusarse recíprocamente en el recinto. Con lo cual, el calificativo de “Honorable” que define a ese espacio de debate se convertirá en un absurdo anacronismo. Señores, la política no es una carrera, ni una salida laboral. Una persona que ostenta una banca, consultada por su ocupación, no puede responderme, suelta de cuerpo: “soy político/a”. La política –no está de más recordarlo- es un servicio a la comunidad, que debe ser remunerado, llegado el caso. Pero debe traducirse en retribuirle al pueblo la confianza depositada a través del voto con acciones concretas.
Sé que esto que estoy expresando ya se ha dicho antes y mejor, pero no puedo ocultar mi indignación ante hechos que son de público conocimiento. Para concluir, comparto la opinión de la mayoría de mis amistades y allegados: no sé a quien voy a votar, pero sí se a quien NO voy a votar, porque no quiero que las grandes corporaciones políticas se repartan las migajas del electorado. Todos tienen las agallas para escupir bravuconadas ante cualquier micrófono, grabador, o cámara de TV que se les cruce, pero no para impedir que nuestra calidad de vida se siga deteriorando cada vez más.
Nota: el presente texto fue redactado antes de la veda electoral, respetando la normativa vigente

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