14 de marzo de 2012

El misterioso señor Waters


Roger Waters es un artista notable, y esto lo sostuve antes de que viniera nuevamente a la Argentina para embolsar con sus shows 25 millones de dólares. Pero inevitablemente la sucesión de noticias relacionadas con Waters, Pink Floyd, el muro y los ladrillos, hacen que uno comience a detestar lo que antes admiraba, al menos hasta cierto punto. Cuando tenía 13 años, me compré el primer disco de Pink Floyd: un compilado que se llamaba "A collection of great dance songs". Años después me compré "Wish you were here" (1975), y como es natural en plena adolescencia, me empecé a aburrir de las canciones de 15 minutos, de los extensos pasajes instrumentales, de algo que sabía estaba más allá de lo que podía llegar a disfrutar. Pero no me quiero ir de tema: me tienen PODRIDO con Roger Waters, ojalá que le vaya muy bien y que la gente lo ovacione, pero basta, por favor. Ya es suficiente. Por si todo esto fuera poco, no tuvo mejor idea que hacer unas confusas declaraciones sobre las Malvinas. Primero dijo que eran argentinas, luego se arrepintió, pero nadie entendió qué fue lo que quiso decir. Por supuesto, a nadie le importó demasiado.

Una vez me puse a charlar con un fanático de Pink Floyd que aborrecía el álbum "The Wall", porque dentro de la discografía de la banda lo consideraba "muy comercial". En parte estoy de acuerdo, aunque como dije antes, forma parte de la banda de sonido de mi adolescencia. Recuerdo que una vez conseguí que los padres de un amigo me prestaran el vinilo de "The Wall", y a pesar de que los discos estaban bastante rayados y cagados a palos, el sonido era de una pureza admirable. Uno fantasea pensando si aquellos discos gastados sonaban tan bien como un CD remasterizado. En fin... Roger, que la pases muy bien en Buenos Aires y que te lleves unos pesitos para Inglaterra, pero no vuelvas más por un buen tiempo porque ya estás viejo y tenés que retirarte con dignidad antes de seguir "robando" con The Wall. Gracias por escucharme, Mr. Waters!

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