4 de agosto de 2014

Sin televisión, por razones de fuerza mayor

La semana pasada (no recuerdo el día exacto), comprobé que mi viejo televisor Philips de 14 pulgadas, año 1998, había "muerto" para siempre. Lo tenía en mi pieza, y me servía porque ocupaba poco espacio, más que por los pixeles, la calidad de imagen, y todos esos chiches que se hablan ahora. Cuando vivíamos con mi familia en la otra casa, mirábamos con mi hermano "Orsai de Medianoche", por T y C Sports, en este aparato. Estaba apoyado arriba del ropero, y así vimos los pésimos partidos del Mundial 2002, entre otros eventos deportivos. En realidad, a los partidos los vio mi hermano: el último de la Selección en aquel Mundial, ni me molesté en hacerlo. Preferí seguir durmiendo y dejar que Suecia nos trajera de vuelta a Ezeiza. 
En fin, la cuestión es que hace unos días, como les estaba contando, me disponía a ver un DVD y todo parecía encaminarse, hasta que quise encender la TV y la luz que indica el encendido comenzó a parpadear. Desde mi modesta ignorancia, lo desenchufé, lo volví a enchufar, y el resultado fue el mismo. Ni pienso llevarlo a arreglar, porque tratándose de un aparato viejo, seguramente me saldrá más caro el arreglo que el televisor en sí. Tengo uno de 21 pulgadas, pero ocupa mucho espacio, no tengo lugar para tanto, la única solución sería sostenerlo con un soporte, para lo cual habría que romper la pared, y no me gusta hacer agujeros en la pared al pedo. En fin, hasta nuevo aviso, no me quedará otra que ver los DVD en la computadora. Punto final.

Antes de apagar la luz

Jueves por la tarde en la ciudad. Si me pagaran por escribir acá, seguramente el resultado sería más provechoso. O en todo caso, me exigiría...