3 de agosto de 2019

Argentina, cuesta abajo

Los argentinos no sabemos aún si hemos tocado fondo en el marco de la aguda crisis económica de la era macrista, pero mucho no nos debe faltar. Mi experiencia personal me dice que veo un escenario muy parecido al de 2002, aunque el contexto era otro. El auge de la segundas y terceras marcas, pone de manifiesto la pérdida del poder adquisitivo, por eso las estrategias de marketing de los supermercados para buscar atraer al consumidor se han focalizado en tal sentido. El consumidor promedio gasta cada vez gasta menos porque no llega con la guita, y con lo poco que tiene compra lo esencial. Existe una terrible precarización laboral, una dejadez en las políticas públicas, falta de administración eficiente, y podría seguir enumerando. Pero no tener plata, es lo peor. Quién no se quedó seco alguna vez, quién no estuvo alguna vez sin un mango? El tema es cuando esa situación se vuelve endémica, porque te echaron del trabajo y cobrás un subsidio por desempleo miserable, buscás laburar de cualquier cosa porque necesitás llevar el pan a la mesa familiar, tus hijos no tienen ropa ni útiles escolares, y es así como comienza un largo proceso de decadencia derivado de la marginalidad. Entiéndase este término, como todas aquellas personas que fueron relegadas y dejadas de lado, al margen de la sociedad. Este gobierno muestra logros paupérrimos, una deuda descomunal con el FMI, que mantendrá empeñadas a varias generaciones. Los grandes medios esconden alevosamente la realidad, como si el país estuviera pendiente de un partido de fútbol o de  la gansada que fuere, mientras vamos cayendo en un abismo cada vez más pronunciado. La inflación no tiene control, menos aún el dólar, y se han desplomado la producción y la industria. Esto se debe a que se consume menos, por lo tanto hoy todas las fábricas tienen una capacidad ociosa importante.

Para controlar la inflación, el gobierno implementó medidas cuyo fracaso ya ha sido demostrado varias veces, como reducir la masa monetaria (circulante) en la calle, para que no se vuelque al consumo. A consecuencia de ello, no se logró ninguno de los objetivos propuestos, ya que los precios continuaron subiendo, se dio un golpe letal a toda la cadena productiva, y se fomentó la especulación a través de los plazos fijos con tasas exorbitantes. En una realidad que duele, ver los comercios vacíos o que tienen que sacar promociones para por lo menos vender algo. Creo que si pasaran 20 años seguiríamos igual, sea quien fuere el que gobierne, porque acá hay que hacer cirugía mayor. Ello requiere de reformas estructurales profundas, que quizás no puedo precisar porque no tengo la tarea de gobernar. Pero quienes sí fuero elegidos para eso, al menos podrían rodearse de gente capacitada. 

Ninguna industria puede crecer con fletes más caros, boletas de gas y luz que asustan, y un síntoma de lo que estamos viviendo es que ahora los servicios se pagan en cuotas, algo impensado 15 años atrás. El ajuste fue brutal, no hubo gradualismo alguno, y el famoso "sinceramiento" que tanto se pregonó, se tradujo en una quita de subsidios que permitían contener a muchos sectores vulnerables. Pero como los K tampoco son angelitos, no sabemos qué va a pasar. El "voto miedo" pesa mucho, miedo a que vuelva Cristina. Porque aunque va como vice, todos sabemos que tendrá más poder que Alberto Fernández, otro monje negro de la política. Ojalá nuestros hijos puedan tener el país que se merecen y no recibir como triste legado, una tierra arrasada. Punto final. 

Un resumen de 20 años

  Al cabo de casi 20 años, puedo afirmar que estoy conforme con las notas que he escrito en este blog. Este año ha sido muy particular para ...