Yo todavía no he utilizado las aplicaciones "top" de la cuarentena, como el famoso Zoom, lo que sí hago son videollamadas por WhatsApp con algunos amigos. Probé de grabar un video con el celular y lo transmití por Instragram, pero hubo dos contratiempos: primero, no me gustó el resultado, y en segundo lugar, la subida del mismo me consumió todos los gigas que tenía disponibles en mi plan del celular. De manera que hasta que se inicie el nuevo ciclo de facturación, sólo puedo usar el teléfono con Wi Fi. Es bastante frecuente ver cómo se está explotando la veta de hacer transmisiones online, que es producto de la necesidad que tenemos por expresarnos y manifestarnos, por compartir el buen gusto por un libro, o bien realizar un monólogo sin filtro ni anestesia, total todos somos un poco "impunes" en medio de esta coyuntura.
Nunca me gustaron las posturas radicalizadas, porque entiendo que la vida tiene matices, no todo es blanco o negro. Pensar distinto enriquece el debate. De hecho, no tener una mirada diferente a la de tu interlocutor hace que la posibilidad de arribar a conocer otras opiniones se neutralice. Y en tal sentido, siempre consideré que se puede debatir sin caer en la insensatez de la "grieta". Lo que debe prevalecer son los fundamentos, es decir: "yo pienso así, por tal o cual cosa". De lo contrario, tu forma de ver la realidad se transforma en un mero capricho, o en repetir lo que nos dicen sin darnos cuenta de que carece de toda coherencia. Como bien me dijo un amigo hace varios años, el gusto no se discute. Lo que sí puede ser cuestionable, son las actitudes de quienes ocuparon posiciones de privilegio y quieren dar cátedra de lo que ellos no pudieron hacer antes, algo que abunda demasiado en la clase política argentina.
La publicidad nos invade, sobre todo por la TV, y si los
grandes están buscando el último smartphone o miran con ambición el último
modelo de un auto, ¿cómo pedirles a los chicos que se comporten de un modo
diferente? Sólo algunos adultos se dan cuenta de la importancia de tener sólo
lo esencial, de vivir con la mayor comodidad posible pero sin ser esclavos de
la tecnología o de una publicidad de Mc Donald's. Yo aprendí eso hace bastante
ya, por supuesto que compro cosas que me gustan dentro de mi presupuesto, pero
no me importa un carajo que haya aparecido algo nuevo. Si se me rompe el
celular, lo reemplazo por otro, pero sólo en ese caso, para mantenerme comunicado,
no busco la sofisticación de tener un chiche nuevo. Los discos que tengo son quizás
mi mayor tesoro, los tengo y los escucho, pero no soy coleccionista, no los pongo en una vitrina para que la gente los vea, me gusta disfrutar de la
música. Y del mismo modo podemos hacerlo extensivo a otros órdenes de la vida.
La ropa no me quita el sueño, me gusta andar vestido de una forma prolija o
casual según las circunstancias pero no dejo que me impongan una moda, ni voy a
pagar fortunas por una marca equis. Son maneras de entender la vida que uno va
aprendiendo, y justo ahora, en estos últimos 130 días, venimos a darnos cuenta
de que lo que más debemos cuidar es nuestra salud. Todo lo demás va y viene.
Punto final.