Hay gente que anhela ocupar una posición de poder, y cuando lo tiene, no sabe qué hacer con él. Años haciendo carrera en una empresa para ascender a un puesto gerencial. Varios procesos electorales hasta que finalmente la gente los votó. Llegaron. Y una vez en funciones, no sirven para nada, no pueden delegar ni tomar decisiones por su propia ineptitud. Eso sería lo de menos, lo peor es que esos desaciertos perjudican al resto, al pueblo o a sus subordinados. Insisto, hay gente que ostenta un cargo importante y que uno no se explica cómo, más allá del acomodo y esas cosas, llegaron a esa posición. Los cuatro años del macrismo nos destruyeron y nos enfrentaron a los argentinos entre sí, incluso más que durante el gobierno de CFK. Porque Macri y sus acólitos son "niños bien" que se hicieron cargo de un país con la lógica de una empresa, según la cual los pobres son sólo números, la inflación se dispara y nadie sabe cómo contenerla, todo lo que vino antes fue populismo y ellos eran los salvadores de la Patria. Tuvieron una oportunidad histórica para dar vuelta de página, para demostrar que podían estar a la altura de las expectativas de la sociedad. Todo terminó en una decepción colectiva, en un fracaso de un proyecto que ni siquiera merece tal denominación, y lo más triste de todo, apoyado por los radicales, un partido con sesgo progresista y gran vocación democrática. Esto lo hablé con varios militantes de Lobos, algunos estuvieron de acuerdo con mi planteo y otros no, pero no viene al caso. Las alianzas de esta índole suelen terminar siempre de la misma manera, como sucedió en 2001. Gracias a que aprendimos algo de la historia, Macri terminó su mandato y no hubo ningún estallido social, pero podría haber ocurrido. No será recordado como un gran Presidente, como tampoco De la Rúa. Si ambos pusieron a Patricia Bullrich como Ministro....bueno, está todo dicho. Hasta en eso la pifiaron.
El peronismo tiene varias mutaciones desde sus inicios, pero lo que veo es que ejecuta (actúa) con mayor rapidez, ya sea para ajustes o desbarajustes. Los tipos se van al mazo enseguida. En dos años, Menem privatizó casi todas las empresas. Kirchner también actuó con rapidez para ganar poder y popularidad. Alberto Fernández se vistió de extintor de incendios al haberse concretado el canje de la deuda, aunque el mérito no sea exclusivamente suyo. Cuando gobiernan los peronistas hay menos cambios de gabinete, los ministros duran más tiempo en sus cargos. Pero la justicia social y la redistribución de la riqueza son slogans demodé, ya que los que más guita se llevan son ellos, con escándalos de corrupción que parecen dignos de una película como "Buenos Muchachos". Sostener el apoyo de la gente en tiempos de pandemia no debe ser nada fácil, no caben dudas de eso, es algo que ningún gobierno en la historia argentina reciente ha tenido que lograr porque es un fenómeno nuevo. Implementar medidas rigurosas de carácter sanitario es una decisión donde a veces la política mete la cola, pero hasta tanto no desaparezca este riesgo, hay que hacerlo. Lo tiene que hacer Fernández, como lo hubieran hecho sus antecesores. Es lo que hay, y aceptar esto no implica que todo este proceso deba estar exento de críticas. Porque en el afán de ganarle al virus, se pueden cometer torpezas que nos hagan retroceder varios casilleros, como si se tratara de un juego de mesa. Punto final.
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