Estamos a mitad de semana, y en este trajín seguimos haciendo nuestra vida dentro de las limitaciones ya conocidas. No estoy ajeno al hartazgo y cansancio que todo esto nos produce, pero trato de buscar alternativas para que los días no parezcan todos iguales. Si nos detenemos un momento y podemos mirar por encima de la nariz, accedemos a una realidad superadora, porque nos damos cuenta de que el mundo sigue girando, salimos de las cuatro paredes para ver que el resto de la gente está en la misma situación, peléandola como puede. Algunos ya han podido retomar plenamente su actividad laboral y otros están a la espera de las autorizaciones o permisos que sean requeridos. El periodismo asume un rol preponderante en este contexto, donde hay muchos intereses en juego y uno debe brindar información confiable y que provenga de fuentes oficiales. Ya es habitual que muchas personas que contraen COVID lo hagan saber por las redes sociales, inclusive en Lobos, pero dar a conocer el contagio de un virus es un decisión que va en cada uno. A veces, pienso que es positivo para no alimentar falsos rumores, yo no sé cómo reaccionaría en caso de ver víctima de un contagio, probablemente yo también lo haría público y tendría que mantenerme aislado el tiempo que sea necesario. La esperanza de la vacuna es grande, creo que fue una de las noticias más alentadoras de los últimos tiempos. Hasta que pueda desarrollarse y estar disponible, habrá que continuar como hasta ahora.
Semanas atrás, estaba leyendo una nota de un periodista de Clarín, que trabajaba desde su casa, casi ni salía a la calle y sin embargo dio positivo. Nadie está exento, entendamos esto, para no estigmatizar a la víctima del virus. La tasa de mortalidad es inferior a otras enfermedades, y si no tenés una patología de base, más chances tenés de recuperarte. Los hisopados llevan tiempo y la carga de datos también, por eso es que a veces en los informes de Coronavirus en Lobos aparezcan más casos confirmados. Pero ojo, esto lo menciono no como una excusa para el relajamiento colectivo, que sería lo peor, sino como un hecho normal que se da en el sistema de salud. No seamos tan necios de escupir para arriba y de seguir pensando que somos Superman, porque la realidad te puede dar un cachetazo en cualquier momento. Es tan peligroso romantizar la cuarentena, como negar que exista.
Podemos hacer conjeturas respecto a cómo hubiera actuado otro gobierno, pero lo que tenemos hoy es el aquí y el ahora, lo demás no aporta demasiado. Y comparar a la Argentina con otros países, no siempre es valedero. Por supuesto que nos llama la atención a todos cómo han evolucionado España, Francia, y otros países europeos después de los estragos que produjo la pandemia. Esto quedará en la historia de la humanidad como un hito acerca de nuestra vulnerabilidad. De lo frágiles que son, incluso las grandes potencias, ante una amenaza que algunos califican de guerra biológica.
Esto es muy fácil: vos, siendo gobierno, abrís la economía, y sabés a qué riesgos exponés a la población. Si no lo hacés habrá muchos que te critiquen, porque realmente necesitan laburar, es por ello que hay que hilar muy fino y analizar caso por caso, priorizando los rubros esenciales. De más está decir que no se podrá dejar conformes a todos. Y nadie sabe tampoco cuánto tiempo se necesita para ir levantando restricciones. Hay que bajar un cambio a la ansiedad, y pensar que si llevamos 150 días, esperar un mes más no hará una diferencia significativa. Ojalá que la tan ansiada vacuna pueda comenzar a producirse en el país cuanto antes. Punto final.
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