Es normal (y un tanto necesario), comenzar un nuevo ciclo con expectativas renovadas. Podemos cargar pilas para lo que viene, imaginar posibles escenarios, pero sin ceder a la tentación de hacer futurología sin sentido. Durante el transcurso de cada día, al menos algo bueno acontece. Pero el árbol nos impide ver el bosque, o nuestra mirada es demasiado estrecha.
Sin embargo, la realidad nos pega un cachetazo todos los días. No es un secreto para nadie que la economía argentina está al borde del colapso, y en rigor de verdad lo ha estado muchas veces a lo largo de nuestra historia. Pero esta crisis en particular pone en evidencia la incapacidad del Presidente y de todo su gabinete. ¿Qué le vas a hablar a la gente de la "heladera llena" o de poder comer un asado cuando más del 40 % de la población está sumido en la pobreza? ¿Alguien da alguna respuesta ante el aumento del 20 % en los medicamentos como consecuencia de la megadevaluación del peso y la posición dominante de los laboratorios donde se producen los remedios? Ya se le está acabando a "Alberto" el cheque en blanco que le dio la ciudadanía no sólo cuando fue electo, sino cuando decidió implementar la cuarentena el 20 de marzo.
De la pobreza a la miseria (o indigencia), no hay más que un paso o una cuestión meramente discursiva. No va a impactar en forma significativa haber bajado las retenciones a la soja en un 3 %. El Gobierno necesita que entren dólares, de manera que tuvo que guardar para otra ocasión el discurso de barricada contra el campo/oligarquía/burguesía o como gusten denominarlo, y agachar la cabeza para una situación que es más grave de lo que nos quieren hacer creer. Se destruyeron miles de puestos de trabajo. No hay funciones de teatro, cine, ni espectáculos deportivos (todo ello no me interesa en lo personal, pero mueve guita). Los que tenían una canchita de fútbol 5 se están fundiendo. Ni siquiera los "telos" o hoteles alojamiento pueden trabajar, cuando a tanta gente le hace falta una alegría (cuack). El Presidente dice que de no haber tomado las medidas que ellos creen acertadas, la pobreza hubiera sido aún mayor. Esa estupidez no es un consuelo para nadie. La gente se está cagando de hambre, y no es de ahora. Con Macri tuvimos cuatro años de recesión y destrucción del empleo, aumentos sistemáticos de tarifas y de combustibles. Esta gente que hoy nos gobierna, no llegó al poder por méritos propios, sino por la incompetencia e ineptitud de sus antecesores.
El peronismo históricamente ha tenido como banderas la defensa de los desposeídos y de los trabajadores, pero eso se dio entre 1945 y 1955, todo lo que vino después, con o sin Perón, fue gobernar para pagar la deuda que dejó el ñato que estuvo antes en la Casa Rosada además de otros propósitos inconfesables. La Argentina es como un bosque subtropical: el que llega, hace un desmonte, queda la tierra arrasada y pretende empezar desde cero, lo cual es imposible. Puedo rescatar como acertadas las ayudas de emergencia que se canalizaron mediante ANSES, como el IFE, el ATP, y otras cuyo nombre no recuerdo (además de la Tarjeta Alimentar que no corre por cuenta de ese organismo). Esta gente que se jactaba de tener un plan contra el hambre, se encuentra ante la paradoja de que los argentinos estamos más hambreados que antes. Demás está decir que todos los insumos importados subieron considerablemente, y no hablo de relojes, joyas o autos de lujo: hablo de aquello que necesitamos para laburar, desde una notebook hasta un pendrive.
Señores, no pongan más a la pandemia como excusa para justificar su propia ineptitud, son impresentables, porque precisamente en medio de una emergencia sanitaria siguen alimentando la grieta, entre peronchos y gorilas, como hace 60 años. Parece que el reloj de arena les dejó de funcionar. Punto final.
aumento
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