20 de octubre de 2020

Arriesgarse a lo complejo en lugar de recurrir al facilismo

Martes por la noche en la ciudad. Hoy fue un día bastante productivo: grabé un nuevo programa de entrevistas que se verá por RSO, y por suerte ya tengo en agenda varios invitados. Otras veces he tenido que negociar contrarreloj, ya sea la participación de algún referente político o de otra índole. Pero por ahora, como viene la mano, me voy a focalizar más en lo cultural, aunque no rinda tanto en términos de rating. La meta principal es que la persona que vaya al estudio se sienta a gusto, y que ello redunde en una charla cómoda y distendida. La televisión ha sido un gran desafío para mí, por más que sea un modesto canal de cable. Los tiempos no son los mismos de la prensa escrita, obviamente, y más de una vez hay que "redondear" o ir cerrando un reportaje para que no sea demasiado extenso. 

Trabajé muchos años en gráfica, y me he encontrado con todo tipo de gente, tanto los que hablan mucho como los que te contestan con monosílabos. Pero vos tenés que entregar al responsable del diario una nota prolija y bien redactada, como corresponde. En este oficio vas aprendiendo algunos trucos o "secretos" a medida que desandás el camino. Recuerdo el primer programa de tele, en mayo del año pasado: salió malísimo para mi gusto, gesticulaba demasiado, inevitablemente no podía contener los nervios. Hoy por hoy, siento que mejoré bastante, y agradezco a las autoridades del canal que hayan confiado en mí. 

Estoy en una edad en la cual puedo explotar todo mi potencial, más allá de todos los factores que me juegan en contra. Intento hacer un buen laburo por respeto a la audiencia, ya sea al lector o al televidente. No hay que insultar la inteligencia de nadie, pero uno debe saber que las cosas no siempre salen como quisiera, por ello no hay que exigirse por demás. Simplemente dar lo mejor; el resto vendrá por añadidura. Las nuevas generaciones que están haciendo periodismo se enfrentarán a un escenario distinto, dominado por las redes sociales y la virtualidad. Cuando yo empecé, todavía usaba la vieja máquina de escribir Olivetti. Esto no es mejor ni peor, simplemente diferente. Yo uso las redes lo justo y necesario, para promocionar el contenido de mi página, o subir alguna foto que me gusta, no mucho más. Pero es un poco la ley de la selva, adaptarse o morir. En este momento excepcional como es la pandemia, FB y Twitter adquirieron un protagonismo superlativo. Por no mencionar a Instagram, que es el mayor objeto de deseo, el "chiche nuevo" para muchos dinosaurios como yo que recién lo estamos descubriendo. 

Lo que va a perdurar, es la palabra escrita. Sí, es verdad aquello de que "una imagen vale más que mil palabras", pero una foto sin texto que te ubique en tiempo y espacio carece de sentido. Quizás por eso, a modo de hobby, me gusta fotografiar lo cotidiano, lo obvio, que de tan transitado no es tenido en cuenta para la mirada de los otros en la vida pueblerina. Punto final. 


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