Ya tomo como un hecho habitual que la gente me pida algún pronóstico sobre las elecciones, supongo que al resto de los periodistas les sucederá igual. La intención de voto es muy volátil y puede cambiar faltando escasos días para los comicios. Por ejemplo, en 2015 yo pensé que Sobrero iba a volver a ganar. No estaba del todo convencido de que lo lograra, pero me parecía que conservaba un buen capital político. En aquellas elecciones, también noté que, en caso de triunfar, sería por escaso margen y que la reelección le iba a costar más. Por otra parte, un hipotético cuarto mandato hubiera sido muy desgastante y difícil de sostener si lo comparamos con los períodos anteriores. Pues bien, con los resultados en la mano, obviamente todos pueden hablar. Lo demás es historia conocida: perdió por más de 3.000 votos contra un candidato que no lo conocía nadie (en ese momento).
Ya para 2019, cuando Tacho volvió a postularse, no le jugaba muchas fichas. En cuatro años pueden cambiar muchas cosas, y más allá de que hubo una campaña bastante sucia de parte de Cambiemos, todos los partidos hacen más o menos lo mismo. Lo que me pareció muy burdo fue una pintada que manos anónimas perpetraron en la Plaza 1810, mientras se estaba llevado a cabo un acto con la presencia de Kicillof, por entonces un candidato que no tenía tan segura su victoria.
En fin, reitero: Presentía que no iba a ganar, de hecho cuando se hicieron las 18 hs de aquel domingo y se cerraron los comicios, fui directamente al bunker de Cambiemos. En caso de que el resultado fuera otro, por supuesto que iría a la Unidad Básica. Pero al poco tiempo de comenzar el escrutinio, se advertía claramente que la tendencia a favor de Etcheverry era irreversible, porque ganó en casi todas las mesas.
En fin, reitero: Presentía que no iba a ganar, de hecho cuando se hicieron las 18 hs de aquel domingo y se cerraron los comicios, fui directamente al bunker de Cambiemos. En caso de que el resultado fuera otro, por supuesto que iría a la Unidad Básica. Pero al poco tiempo de comenzar el escrutinio, se advertía claramente que la tendencia a favor de Etcheverry era irreversible, porque ganó en casi todas las mesas.
Dos años después, el escenario es distinto. Habrá una interna entre el PRO y la UCR, también a nivel local, y no tardarán en aparecer los "heridos políticos". Si triunfa el PRO, algunos de los derrotados son capaces de votar a cualquier partido menos a su adversario en las PASO. Y si gana la UCR, ocurrirá algo parecido. Como en 1995, cuando Erriest ganó las elecciones que lo llevaron a la Intendencia por un conflicto del PJ local, que le cedió buena parte de los votos al caudillo conservador. De otra forma, hubiera sido imposible que ganara. El voto "anti" siempre existió, y consiste en meter la boleta de cualquiera con tal de que no gane tu "enemigo". Hubo un época en que el kirchnerismo generó mucho rechazo en la sociedad, y por eso Macri ganó las elecciones. Debe saber muy bien que la gente no lo recuerda de la mejor manera, y por eso no se ha vuelto a presentar como candidato, porque perdería por paliza. A menos que, en un futuro, se postule para algún cargo en CABA, el principal bastión del PRO. Aunque de ser así, tendría que empezar casi de cero, por más que se trate de un ex Presidente. Bullrich o Vidal, en 2023, pueden obtener más votos que una posible candidatura del Gato. El tema, como les comentaba antes, es que nadie está dispuesto a exponerse o "inmolarse" para recibir un revés electoral que los deje en knock out.
Ahora bien, repasemos, a nivel macro, algunos nombres que tuvieron relevancia desde 1983 a esta parte. Ya comprenderán por qué.
Facundo Manes: Se hizo conocido por ser un neurocientífico respetado, por salir en la tele y porque sus libros venden bien.
Amalia Granata: Se hizo conocida por haber tenido sexo con el cantante Robbie Williams y contarlo públicamente (convengamos que Robbie tampoco es Mick Jagger).
Carolina Píparo: Se hizo conocida al ser víctima de una salidera bancaria, estando embarazada, lo que ocasionó la pérdida del bebé en gestación.
Palito Ortega: De changuito cañero y el pibe que vendía café, pasó a ser un cantante mediocre pero popular. Terminó siendo Gobernador de Tucumán y luego, sospechado de haber recibido coimas como Senador.
Lole Reutemann: Piloto de Fórmula 1, conocido porque se quedó sin nafta en una carrera. Gobernador de Santa Fe.
Carlos Ruckauf: Conocido por su frase: "Hay que meter bala a los delincuentes". Gobernador de Buenos Aires, huyó despavorido en 2002 y le dejó un fierro caliente a Felipe Solá, que tampoco es un santo.
Miguel Del Sel: Conocido por contar chistes con Midachi. No hace mucho salió segundo, y casi se convierte en Gobernador de Santa Fe.
Luis Barrionuevo: Conocido por su frase "hay que dejar de robar por dos años", y por quemar urnas en Catamarca. Sindicalista y ex Secretario General de la CGT.
Alberto Samid: Matarife y mafioso del negocio de la carne, conocido por cagarse a trompadas en el programa de Mauro Viale. Fue legislador y asesor durante el menemismo, siempre estuvo cercano al poder. Ideólogo del escándalo del "diputrucho", un anciano que se sentó en una banca en 1992 mientras en el Congreso se debatía la privatización de Gas del Estado.
Aldo Rico: Carapintada que atentó contra la democracia. Fue Intendente de San Miguel. Transó con Duhalde a cambio de millones de dólares para permitirle la reelección como Gobernador.
Luis Patti: Comisario torturador y vinculado a la última dictadura. Fue Intendente de Escobar.
De todos los que nombré, ninguno tiene méritos o condiciones para la función pública, excepto Manes. Quizás por eso, pronto empecé a entender aquello de que "la política es el arte de lo posible". Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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