Es la mañana del lunes, y mientras me cebo unos mates, voy reordenando ideas, echo un vistazo a los portales de noticias, voy tanteando el terreno. Las primeras horas del día, salvo que surja algo urgente, siempre suelen ser así. Pero a su vez, cada día tiene algo distinto al anterior. En el común de los casos no lo percibimos, puede ser una boludez lo que haga la diferencia, pero estoy convencido de ello. Es que cada jornada se construye en base a lo que vos hagas, además de hechos fortuitos o inesperados. Esto último, lo inesperado, es el principal combustible que nos hace romper con la rutina. Por supuesto que aquello que sobreviene de la nada no necesariamente es positivo. Puede ser una accidente que involucre a algún familiar tuyo, cualquier cosa. O el llamado de un amigo que vive lejos y con quien hace mucho que no hablabas... porque la gente que te quiere de verdad, nunca te olvida. Muchas veces cuando salgo a la calle en la bici hay gente que me saluda y que tal vez ni siquiera conozco, porque con este tema del barbijo se dificulta identificarlos. Pero yo retribuyo el saludo en todos los casos. Por supuesto, también están los que te conocen de toda la vida, se dieron por ofendidos vaya a saber por qué, y no te dan bola. Yo no puedo decidir por lo demás, y por lo tanto la actitud que asuma el resto hacia mi persona no corre por mi cuenta. Una cosa es el trabajo, y otra los momentos de ocio. Cuando estoy laburando, trato de ser lo más profesional posible. En cambio, si tengo un poco de tiempo libre, lo destino a lo que me guste hacer en ese momento y nadie puede juzgarme por eso.
Todos pasamos por
momentos de insatisfacción en nuestro trabajo, pero una de las cosas que más me jode
es perder el tiempo desgrabando discursos grandilocuentes y bastante vacíos que la persona que los pronunció ni siquiera los escribió. A veces, uno redacta notas que presupone que no le interesan a nadie. Es
que, por otra parte, el interés de la gente en tiempos electorales es cada
vez más efímero. Me pasa a mí, por ejemplo, que me aburro rápidamente de un
libro y busco otro, y ni hablar de las películas. Uno piensa ingenuamente que
lo que está impreso en papel goza de cierta perdurabilidad, pero las palabras
de los políticos, dirigentes y concejales son demasiado vanas y huecas como
para que consigan trascender más allá de un par de días.
Si vivís constantemente pensando en "mañana", el tiempo
presente no será más que una mera circunstancia. Creo que si fuera Gerente de una empresa y
tuviera personal a mi cargo, no me bancaría la presión, o el hecho de tener que
despedir a un tipo porque hay que recortar gastos. Una persona que tiene una familia, años de trayectoria...no lo podría dejar en la calle. Pienso que podemos
aprender algo hasta del más inútil de de los mortales que uno conoce. Como de costumbre, me estoy
yendo por las ramas, pero díganme si no les pasó nunca,
que un tipo que por el que daba ni dos pesos, nos da una
verdadera lección de cómo se deben hacer las cosas. Un día cualquiera, se le
ocurre una idea y la defiende con tanto entusiasmo y convicción que logra que
la gente adhiera a su pensamiento. Y así, va descubriendo que a pesar de su mediocridad
no está tan solo como pensaba. Y les pega un cachetazo a los intelectuales que
viven subestimando a los demás. La perseverancia le gana al talento, por lejos.
Cuando te vas haciendo viejo, aprendés a encontrar placer en las pequeñas cosas, y capturar esos momentos como si fueran fotos,
saborearlos, aunque sepamos que en algún momento esos instantes felices van a
terminar. Y mientras camino por las calles de Lobos, me voy reconociendo en
cada esquina, en aquella fachada de un edificio que ya no es la de aquel
boliche de mi adolescencia (Kabak) y ahora un negocio de electrodomésticos. La transformación es
veloz, más vertiginosa de lo que suponemos. Algunos lo llaman progreso. Pero quizás lo más irónico, es que
siempre terminamos volviendo al punto de partida. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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