Primer día de 2022. Con renovadas esperanzas, todo está por verse. Básicamente, en mi caso, lo que intentaré hacer es seguir adelante como sea, consolidar lo que logré el año pasado, y ver cómo me va en esta nueva etapa. Hay cosas que he dejado definitivamente atrás, ya sea porque me cansé, me aburrí de ellas, o bien porque no dieron los resultados esperados. Una vez que conocés las preferencias de los lectores de un medio periodístico, como es mi caso, sabés hacia dónde apuntar para lograr una mayor audiencia.
2022 no es un año electoral, por lo tanto creo que varios referentes políticos van a hacer gala de una notable parsimonia, al menos acá en Lobos, porque no hay nada en juego. Un dato no menor, es que se cumplen 40 años de la Guerra de Malvinas, y no puedo dejar de expresar mi gratitud hacia los veteranos de Lobos que mantienen viva la memoria para las futuras generaciones.
Retomando lo que
estaba diciendo, cubrir periodísticamente una campaña no es fácil, y tampoco se puede
dejar a todos conformes. Yo le puse un precio a mi trabajo, y el que estuvo
dispuesto a pagarlo, tuvo el espacio que deseaba. Son, por lo menos, dos meses
previos a la votación en los que hay que estar a full. Pese al desgaste que
trae aparejado ese ritmo maratónico (y que también padecen los propios candidatos en su raid mediático), me salió bien.
Con respecto a la pandemia, es frustrante tener la sensación de que esto no se termina más,
ya llevamos casi dos años así. La mayoría de nosotros no puede hacer demasiado,
más que aplicarse una nueva dosis de la vacuna y adoptar las medidas de cuidado ya
conocidas. Pero este “relajamiento colectivo” va a terminar mal, no hace falta
ser un infectólogo para saberlo. Ahora, eso sí: Ni se les ocurra imponer
nuevamente una cuarentena, porque nadie (me incluyo también), la acatará. No
hay bolsillo que aguante estar con el laburo a media máquina durante dos meses.
Más en mi rubro, porque todos van a caer
en la volteada y es inviable cobrarle un aviso a un comercio que estuvo “parado”
forzosamente.
Tanto los momentos buenos, como los malos, inevitablemente pasan. Cuando digo “pasan” no me refiero a que sucedan meramente, sino a que permanecen un tiempo indeterminado hasta que se van desdibujando. Pueden durar un mes, o un día.
Por
eso, cuando sentís que estás de buena racha, hay que aprovecharla, no es frecuente darte cuenta cuando se alinean los planetas y la suerte está a tu favor. Es
bastante subjetivo, porque conozco gente que se ve pésimo y sin embargo ellos creen
que están bien. Por eso, la mirada del otro me importa un carajo, al final de
cuentas el que tiene que estar en paz interior y sin rendirle cuentas a nadie
sos vos. Y, llegado el caso, no
corresponde delegar en un tercero una responsabilidad que te compete que es absolutamente tuya y de nadie más.
Por lo general,
me banco algún mal trago como lo hacemos todos. Ahora bien, cuando hay una
seguidilla inexplicable de errores o de dificultades, que van cayendo como las
piezas del dominó, sentís que estás a punto de explotar. De tanto reprimir lo que te venía
pasando, llega un punto en que tenés que tomar una decisión: Llamalo consulta
médica, caminatas, gimnasio, o como vos quieras. Cada uno con su librito. "A la vida hay que hacerle el amor", cantaba Federico Moura. Tenía razón.
Yo no puedo resolverle la vida a nadie, ni los demás pueden hacerlo conmigo, o con cualquier persona. El día que comprendamos esto, se terminarán un montón de posteos estúpidos de Facebook, la futilidad de sacar fotos a personas u objetos que no dicen nada. Gente, no necesitamos fotos para enterarnos de lo bien y radiantes que están. Cada vez uso menos las redes sociales, sólo lo hago para promocionar mis publicaciones y -de vez en cuando-, subo alguna imagen que me parece bueno compartir. Instagram, por citar un caso, me harta con la abundancia excesiva de publicidad, y aunque reportes que no querés seguir viendo un determinado aviso, al cabo de unos días vuelve a aparecer.
Sólo me resta hacer hincapié en lo que mencioné en el otro párrafo: No importa cómo te vean los demás, sino como te ves vos. Y a menos que debas guita o hayas cometido un delito, nada tienen para reprocharte.
Solemos decir que, para que un proyecto se concrete, hay que comentarlo lo menos posible. Me parece que voy a adoptar esa metodología. Esto recién empieza y habrá un extenso trecho por recorrer.
2021 se me hizo demasiado largo, no sé por qué. Empecé a notarlo en los últimos dos meses, cuando todo parecía desarrollarse en cámara lenta. El principal factor es que uno acepta someterse a exigencias o a compromisos que bien podría obviar o pasar por alto.
Pude sostener el programa de tele y el diario digital, que no es poco. Ya en los primeros días de este 2022 comenzaré a hacer una "limpieza" de mis contactos en FB o Instragram, borrando de un plumazo a aquellos que a mi modo de ver no aportan nada interesante. Lo mismo voy a hacer con mi agenda del celular: acumulé tantos números sin ninguna utilidad, que no vale la pena que sigan estando.
Y, por aunque uno diga que debemos estar preparados para lo que venga, es probable que haya situaciones que nos desborden. Se hace camino al andar, así de simple. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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