Domingo por la noche. Si hay algo que me produce una mezcla de malhumor y perplejidad, es encontrarme ante la certeza de lo irremediable. Como mencionaba en una nota anterior, la sensación de no haber aprovechado un día al máximo, o incluso unas horas, no me cae nada bien. El problema es que tomo conciencia de ello cuando ya es demasiado tarde. Pero hoy no tuve mucho para pensar, dado que tenía que cubrir el cierre de la Cuenca, y en particular lo que más me interesaba era la maratón de 10 km. Es la prueba atlética más convocante del certamen, hubo más de 500 deportistas, y muchos que participaron pese a que no sumaban puntos, porque reviste un carácter promocional. Es decir, suma puntos en el caso de que los ganadores pertenezcan a los municipios que participaron desde el comienzo.
Afortunadamente, todo transcurrió de un modo mucho más leve que hace una semana. Entrega de premios, discursos, agradecimientos, alguna que otra cosita más, y se acabó. Alrededor de dos horas. Últimamente uso la cámara para sacar fotos en modo ráfaga, lo cual tiene sus pro y sus contra. En el caso de la maratón, fue útil, pero tenés que elegir bien qué fotos publicar para que no parezcan iguales. Y la principal contra es que, hasta elegir "la foto", esa que captura a pleno el momento, tenés que ir borrando y editando. Sólo utilizo el retoque digital cuando una foto está mal iluminada o no tiene la nitidez necesaria. De lo contrario, la publico tal como la registró la cámara. Todo ese proceso de seleccionar el material me demandó más tiempo que sentarme a escribir un texto. El fotoperiodismo es muy distinto a tomar imágenes por un motivo artístico. Y yo me manejo con equipos que no son de alta gama. Hago lo que puedo, dentro de las limitaciones de esa tecnología que tengo a disposición.
Para mí, el hecho de tomarse unos mates y escuchar música no constituye un desperdicio, porque se supone que hay un disfrute de por medio. Sí lo es, tener que esperar innecesariamente por algo que estaba pautado para un determinado horario, por ejemplo. Porque de ese tiempo ya no lo puedo recuperar nada: Sin embargo, de vez en cuando no te das cuenta porque estás en la vorágine, en el medio de miles de pantallas, celulares, cámaras y drones, con gente que no sabés de dónde salió. Cuando llegás a tu casa, comprendés que no todo estuvo tan mal. Siempre se puede rescatar algo placentero. Ver la entrega y el compromiso de los deportistas, por ejemplo. Esos tipos que llegaron a competir representando a su ciudad y que, aunque se fueron con las manos vacías, hicieron un digno papel. Esa es una enseñanza que encaja perfecto dentro de lo deportivo, pero que yo haría extensiva a cualquier laburo profesional que decidas emprender.
Levantarse temprano y comenzar la mañana tomándome una pausa que necesaria, es un acto más consciente, no es tan repetitivo y casi automático como prender la televisión y hacer zapping. Si yo leo un libro y me empeño en terminarlo como sea pese a que su calidad literaria sea pésima, estoy relegando a otro autor que quizás tenga más valor y que me sorprenda con su capacidad narrativa. De lo contrario, llegaré a la última página y nada relevante sucederá, no me otorgará satisfacción. Si a esto le sumamos una trama previsible, no hablo muy bien de ese escrito ni tampoco de nosotros por consentir esa farsa encuadernada detrás de un sello editorial. Las veces que he comprado un libro, no he salido completamente defraudado, porque trato de saber mínimamente de qué se trata y que críticas obtuvo. Claro que hay muchos críticos que destrozan a un autor, a un músico, o a un artista, porque detrás de esa descalificación ahy una evidente animosidad o mala onda contra él. Entonces, no conviene dejarse llevar excesivamente por eso: Al final de cuentas, es la opinión de otro, basada en prejuicios. Me ha pasado de hablar de música con algún amigo, y que me decía "este tema está buenísimo". Quizás era una canción totalmente olvidada en el medio del disco, casi de relleno, que nunca se convirtió en un hit, pero que le gustaba por un determinado motivo. El gusto no se discute, deberíamos aprender eso de una buena vez. Lo que sí puede discutirse, es la calidad.
En una próxima nota hablaré de los prejuicios, y qué daño le hacen a la imagen de cualquier persona, sobre todo porque -cuando comenzás a indagar- descubrís que la mayoría de ellos carecen de sustento. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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