Siempre he pensado que, tanto el hábito de leer como de escribir literatura, se convierte en un modo de exorcizar (si es que cabe el término), nuestras miserias, nuestros demonios, y todo lo que nos haya tocado vivir. Poner en palabras de un personaje de ficción parte de nuestra historia, es un ejercicio que si se reúne el talento necesario para conseguirlo, puede derivar en algo interesante. No sé si soy un buen escritor, tengo apenas un libro publicado, pero ya estoy terminando los manuscritos del segundo. Y desde la primera línea, me propuse que sea mejor y más complejo que el anterior. No me gusta la poesía ni la prosa poética, lo mío son los relatos, que por lo general se dejan escribir con facilidad pero llega un punto en que quedás estancado cuando hay que darles un final acorde, que sea imprevisto y sorpresivo.
Por otra parte, con una inflación que no da tregua, es entendible que mucha gente tenga otras prioridades antes que comprar un libro. Si se privan de leer a autores consagrados y con una fuerte campaña editorial detrás, imagínense en mi caso. No es el mejor momento para vender libros, y además quiero evitar convertirme en un vendedor ambulante como me pasó la primera vez. Era yo quien ofrecía a gente más o menos conocida para mí lo que había escrito, y seguramente muchos lo compraron como un gesto de cortesía pero no con la intención de leerlo. No es para objetar. Hay muchas cosas que un termina comprando al pedo, y eso incluye también a los libros.
Para ser un buen periodista o escritor, es necesario leer a aquellos que marcaron un estilo, pero sin ánimo de copiarlos. Se trata de ver por qué se distinguen, por qué la gente los elige y se ganaron el favor del público. Realmente creo que todavía no encontré un estilo propio, y tampoco sé si tiene algún valor hacerlo. Si yo fuera columnista de un determinado medio, está claro que te vas ejercitando y así el texto va cobrando una impronta tuya. Pero en cualquier crónica o nota común y corriente, el periodista debe narrar los hechos con la veracidad necesaria, y eso no da mucho margen para hacerse el ilustrado. No sale bien, por eso no lo hago.
Tema 2: A cualquiera de ustedes seguramente les habrá pasado que se han sentido decepcionados (o defraudados) por determinadas personas con las que mantuvieron un vínculo, de amistad o lo que fuere. Pero después de un largo tiempo he aprendido a quedarme con lo bueno que esa gente me dio mientras estuvo conmigo. Estoy distanciado de algunos amigos, o ex amigos para ser precisos, pero no puedo soslayar que compartí buenos momentos, que me ayudaron en muchos casos, que fueron leales. Si ellos supieron guardar un secreto no lo sé, porque ya perdí el contacto que tenía y la verdad es que no me interesa averiguarlo. Tampoco eran cuestiones tan importantes, eran cosas que prefería mantener en reserva, diría yo.
Hay charlas que se dan, mate de por medio, donde vos decís algo y no hace falta advertir "no se lo digas a nadie". O no debería. También ocurre a la inversa, hay gente que me ha contado detalles de su vida incluso conociéndome poco, y eso que me dijeron nunca saldrá de mi boca. Les dolería que trascienda y es comprensible. No es necesario pontificar sobre la empatía, sino ejercerla. Bueno, todo lo que estoy enunciando es bastante claro, pero el chusmerío o el puterío es harina de otro costal. A veces te usan para difamar a un tercero, y francamente ellos mismos no son muy mejores respecto a quienes están denostando. No me gusta involucrarme en conversaciones de ese tipo, es una pérdida de tiempo.
Volviendo a los párrafos anteriores, está perfecto tener gratos recuerdos de quienes fueron tus amigos, o de tu ex novia, porque esa gente formó parte de tu historia, y si todo terminó mal hay que procurar que eso no opaque. Sin embargo, hay resentimientos y heridas que nunca se cierran del todo. Por traiciones, por egoísmo, lo que sea que nos hayan hecho. Hay que aprender a vivir con eso también.
Las relaciones humanas son complejas: Yo trato con muchas personas todos los días y de alguna manera lo fui percibiendo sin tener ser un psicoanalista ni nada parecido. Parte de mi trabajo, la mayor parte, implica dialogar con la gente, y lo que busco es información, no que me llenen la cabeza con boludeces. Yo elijo a quienes deseo mantener cerca, y ellos a su vez me eligen a mí. De lo contrario, sería como un amor o un afecto no correspondido.
Reflexionar acerca del rol que ocupa cada uno en nuestra vida, nunca viene mal, es una reacción que apunta a buscar un equilibrio. No ser hinchapelotas, pero a su vez no permitir que el otro sea excesivamente demandante. Podría expresarlo con otras palabras, pero en resumen lo entiendo así. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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