11 de abril de 2024

La Generación X en Argentina

Ahora que se toma como práctica habitual distinguir a las generaciones con letras o denominaciones inusuales, el esfuerzo por identificarlas -o encontrar en ellas algún cambio que rompa con el paradigma de las anteriores-, es arduo. Por ejemplo, se dice que actualmente predomina la Generación Z. Hasta donde yo sé, su predecesora fue la Generación de Cristal. Y así podríamos seguir enunciando. 

Pero antes, en la escuela, recuerdo que en las clases de Literatura los docentes dedicaban varias horas a analizar la "Generación del '80", y se aludía a aquellos escritores, filósofos y pensadores argentinos que confluyeron en un mismo espacio temporal (entre 1870 y 1880, más o menos). No sé, al menos hicieron alguna contribución a la cultura. No mencionaré a ninguno de forma taxativa, ya que son varios, sólo basta con googlear. 

La cuestión es que supuestamente yo pertenezco a la "Generación X". Es un término que se acuñó en base a una novela de Douglas Coupland, un autor canadiense que no logró repetir en sus obras posteriores el éxito que tuvo con ese libro. De hecho, es por lo que más se lo conoce. Después vino una película muy exitosa, con Winona Ryder, Ethan Hawke y otros actores talentosos, cuyo título se tradujo en los países latinos como "Generación X", nada que ver con el original, pero todo me lleva a pensar que encaja con lo que va narrando el film: Empleos mal remunerados, contratos basura, jóvenes desencantados y sin vislumbrar un futuro, una apatía que conduce a consumir una determinada música. Música que sería grunge o indie, es decir, que no sigue la tendencia típica de la difusión radial. Es a la inversa: Se escucha, se expande en el "boca a boca", llega a las FM de los campus universitarios, y recién después se masifica como un producto codiciado para las discográficas y los yanquis. Es la vida de los "treintaypico", de gente que quedó atascada allí como el jamón del sandwich. No son pendejos, pero tampoco son hombres y mujeres que sentaron cabeza y tienen la estabilidad y previsibilidad de un empleo burocrático. Son la antítesis de los yuppies, pero sin llegar a ser hippies. Estos últimos eran roñosos y pelilargos, en cambio los de la Generación X se visten y se peinan según la moda del momento, no inventan nada nuevo per se. Hay una disminución en las tasas de natalidad, comienza a imponerse el "sexo seguro" ante el propagación del Sida, pero eso se da en términos generales. 

La década del '90 en Argentina tuvo rasgos muy específicos que no aplican al común de los países desarrollados. Qué ironía, porque fue la misma década en la que nos hicieron creer que éramos del Primer Mundo. Digamos que la falta de oportunidades nos llevó a la haraganería, motivada a su vez por el aburrimiento. Está la película Trainspotting que narra la autodestrucción de un grupo de reventados ingleses que no ven nada prometedor en el horizonte. El arte de la época sintetiza esa percepción. Son, como decía Prince, signos de los tiempos. 

Sin embargo, si dejamos de lado la tecnología, el impacto de Internet o de los celulares, hay una concatenación entre la Generación X y las que suceden a ésta. No aparecen sucesos disruptivos. Es decir, hay momentos bisagra, sí, pero que si hacemos un repaso honesto, ya venían de antes. 

Es así como se fortalece la convicción de que los políticos son chorros e inmorales, aunque surja algún movimiento que logre cosechar simpatías juveniles (kirchnerismo). Claramente no es lo mismo imaginarse a una persona que vivió en su adolescencia la desmesura de los '90, en contraste con aquella que transitó la misma etapa de su vida en el contexto de estallido social post-2001. Lo veo a menudo con mi hermano, por ejemplo. Tenemos 4 años de diferencia, que no es mucho, y pese a ello nos tocó vivir experiencias diferentes. O, mejor dicho, percepciones: Yo no viví la debacle del país en el mismo espacio temporal que lo vivió él. Dado que prefiero evitar el uso de ejemplos de personas cercanas, sólo diré en esta nota que, no deja de ser un tema apasionante y que daría para largo, porque cada uno es hijo de su tiempo. Están, por supuesto, aquellos que lo transitan con aire indiferente y otros que están más comprometidos con ese contexto. Nos estaremos viendo pronto. Punto fina
l.

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