12 de septiembre de 2009

En la oscuridad del auto, a plena luz del día


Quienes como yo recorren las calles de Lobos, seguramente habrán notado un incremento de los autos con vidrios polarizados. ¿Cuál es el motivo por el cual una persona decide tonalizar los cristales de un vehículo? ¿Tan importante se cree como para que el resto de los automovilistas y peatones que circulan por la calle no lo reconozcan? A menudo me sucede que alguien a bordo de un auto con vidrios oscuros me saluda, y yo lo ignoro por completo. Primero, porque no tengo la menor idea de quién es. Y segundo, porque si quiere saludar a sus amigos y/o conocidos, no tiene sentido que haya decidido implementar esa absurda forma de ocultarse. Desde hace años existe una legislación bastante clara al respecto, que determina con exactitud qué grado de opacidad pueden tener los cristales. Ahora bien, cada municipio debe contar con un aparato, que no creo que resulte demasiado costoso, para determinar quienes se encuentran en infracción, es decir, quienes tienen los vidrios más oscuros de lo permitido. Más allá de lo que establece la ley, como conducta social me parece lamentable, y propia de los individuos conocidos como "piojos resucitados". Si vos sos un empresario, y podés ser posible víctima de un robo, un secuestro, o cualquier delito que ponga en riesgo tu integridad física, me parece razonable. Pero si tenés un auto "tunning", te has dedicado con esmero a deformar prolijamente su carrocería con todo tipo de accesorios inútiles para convertir un auto de calle en un auto de competición y te querés hacer el vivo en el Centro un sábado a la noche... es un momento propicio para que pienses cuáles son tus prioridades, porque probablemente invertista mucha guita para hacer de un Fiat Uno el prototipo de una nave espacial y luego te camuflás en medio de los decibeles del stereo que te destrozan los tímpanos y los infaltables vidrios polarizados. ¡Comprate una limusina y listo!

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