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22 de abril de 2011
Viernes santo en la ciudad
Tarde lluviosa de Viernes Santo. Quienes me conocen, seguramente saben que no creo demasiado en los dogmas religiosos. Tengo la convicción de que hay un Ser Superior, que emprendió la tarea de crear el universo donde no había nada, pero no estoy seguro de que sea el mismo Dios tal como nos han enseñado en las clases de catecismo a quienes como yo, fuimos instruidos en los fundamentos de la Fe católica.
No es ninguna novedad que se están produciendo muchas contradicciones en el seno de la Iglesia, y que hay temas sensibles que despiertan inmediata controversia, tal como el aborto, la homosexualidad, la eutanasia, y los métodos anticonceptivos. Lo que me molesta, en rigor, es el fundamentalismo religioso, que conduce a las personas a consumar las peores atrocidades en defensa de su credo. Es decir, que haya un sector que no esté se oponga al aborto me resulta indiferente, en la medida en que no intenten persuadir y convencer por la fuerza a los demás de la veracidad de sus argumentos.
John Lennon nos proponía imaginar, en su canción más célebre, un mundo sin religiones. Pero no es menos cierto que todos, de alguna manera, necesitamos creer en algo que nos sirva de sustentación, que nos hagas sentir menos sólo, y que nos brinde esperanza ante nuestra propia muerte. Adoptar una religión y vivir conforme a sus normas y preceptos no está mal, pero como mencioné antes, detesto que los demás me quieran sumar a sus filas de creyentes. Que toquen el timbre de mi casa a horas insólitas y me empiecen a hablar de Dios, no es la mejor manera de lograr que una persona se sienta motivada a indagar en un determinado culto religioso. Definitivamente, tienen que pasarte cosas en tu vida para que uno mismo, por sus propios medios, se acerque a Dios. No me gustan los predicadores ni los que presagian cataclismos. Si efectivamente estamos cerca del fin del mundo, no habrá mucho que podamos hacer al respecto. Para qué alarmarse al pedo en lugar de pensar lo que está sucediendo hoy, donde vivimos en un caos de violencia y desilusión. La gente vive desilusionada, no hay esperanza en que pueden venir tiempos mejores, y eso es lo que más nos enferma a todos. Punto Final.
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