29 de septiembre de 2011

Aquellas épocas de periodismo verdadero


Hola amigos, me encuentro actualizando el blog luego de algunos días de transición. Son los últimos días del mes, y cuando estamos cerca de arrancar otra hoja del calendario uno se pone a pensar en qué tal le han ido las cosas últimamente. Yo estoy en busca de actividades que me motiven, y como he dicho antes, ciertamente ver televisión no resulta enriquecedor para el espíritu. Puede ser un entretenimiento, como lo fue anoche cuando estuve viendo fugazmente el partido amistoso entre Argentina y Brasil. Pero creo que se me va a gastar el dedo pulgar de tanto hacer zapping buscando algo que valga la pena ver. Los medios gráficos tampoco me satisfacen. Antes solía consumir los productos de Editorial Perfil, como el diario del mismo nombre o la Revista Noticias. Con el tiempo me di cuenta de que apelan a títulos sensacionalistas o con "gancho" y el vuelo periodístico de las notas es escaso. Ni hablar de la última creación de Fontevecchia, como es el pasquín denominado "Libre", un diario barato que es parecido a publicaciones como The Sun o The Daily Mirror.

Si hay algo que ha conseguido este Gobierno, es sembrar la duda sobre la credibilidad de la información del diario Clarín y de otras empresas periodísticas que integran el multimedio. Yo sigo comprando Clarín de vez en cuando, aunque reconozco que ha perdido calidad en la información. Por ejemplo, insisten en poner en agenda temas que no interesan o sobre los cuales ya está todo dicho. Hacen conjeturas sobre hechos improbables o emplean en exceso el uso de fuentes reservadas. Además, la pelea con el kirchnerismo nos tiene como rehenes a los lectores del diario, dado que todos los días se brinda amplia cobertura a noticias que cuestionan al Gobierno.

Se trata de un diario que en mi casa siempre se compró y se leyó, más que nada porque tenía variedad y un contenido generalista. Pero comprar Clarín todos los días y seguir los titulares como verdad irrefutable no conduce a la formación de un pensamiento crítico. No nos engañemos: hago esta salvedad porque soy consciente de dónde estamos parados y no voy a dejar que me laven el cerebro, no obstante me parece que hay dos poderes en pugna que impiden la difusión de noticias que nos hagan sentir que no todo está perdido. Claro que hay cosas no están bien, pero no necesitamos que hagan olas sobre el malhumor colectivo que nos intoxica todos los días. Volvamos a indagar en el dial de la radio y busquemos hallar alguna voz que sin ser oficialista, tampoco caiga en la obsecuencia más lamentable. Objetividad, que le dicen...


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