14 de marzo de 2016

Maravillarse de las pequeñas cosas

Creo que lo importante en esta vida es nunca perder la capacidad de maravillarnos por las pequeñas cosas. Estoy convencido de que pasarán los años, pero la gente tendrá que seguir comunicándonse personalmente como ha sido hasta ahora, y ni el celular ni la tablet nos van a doblegar. Tenemos que seguir sentándonos a tomar un café cada tanto, a que el mundo sea sólo esa mesa en que estamos nosotros dos, hablando de bueyes perdidos, o de asuntos más serios. Tenemos que seguir saludándonos por la calle, y no importa lo apurado que estés, darle un abrazo a un amigo. Como mencioné una vez, Lobos mantiene la idiosincrasia propia de "pueblo chico" en muchos aspectos, pero ha crecido en forma significativa. Basta con ver la periferia, alejarse un poco del Centro, y observar la cantidad de viviendas que hay donde antes sólo había lotes baldíos. Y a veces viene bien "salir del cascarón", de las diez o veinte cuadras del Centro, para recorrer los barrios y darse cuenta de que no todo es color de rosa. Y ahí también entra lo que dije al principio de este post, lo de maravillarnos por cómo mucha gente de trabajo le hace frente a la adversidad. No todos viven en departamentos o "chalets", y menos acá. Construir demanda esfuerzo y dinero. Porque la mano de obra supera a veces el costo de los propios materiales. Porque los terrenos disponibles están a precios exorbitantes y hay que relanzar un plan de créditos blandos al cual todos tengan acceso. 

Muchos vecinos trabajan en negro, y ello les impide el acceso al crédito. Es injusto y hasta cruel que esto suceda, pero en la Argentina todavía predomina el trabajo informal o "no registrado". Es la gente que no figura en las estadísticas, porque al no haber un registro de sus aportes previsionales, para el sistema "no existen". Y todo cuesta más esfuerzo, más horas de trabajo, más incertidumbre por no tener una obra social si un día te enfermás. Esto es más grave aún si estás ejerciendo un trabajo insalubre, porque aunque te paguen un montón de guita en negro, para el Estado no existís como empleado porque no figurás en ningún lado. 

Por eso sostengo, el placer de admirarse por lo cotidiano, de ver con otro prisma la realidad, nos hace valorar más lo poco o mucho que tenemos, y nos pone en perspectiva: no todos la están pasando tan bien como nos quieren hacer creer. Y eso te ayuda a valorar lo que tenés. Punto final.

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...