Martes por la noche en la ciudad. Llegó el fin de un mes durísimo para la economía doméstica de los argentinos. Los indicadores económicos fueron más que elocuentes: inflación alta, caída de ventas en los comercios, caída en la producción industrial. Las calles de Lobos, tristes, vacías y melancólicas, son testigo de este escenario poco alentador. Yo estoy buscando nuevas alternativas para recuperar todo el poder adquisitivo y la rentabilidad que perdí en los últimos meses. Mi objetivo mínimo es sostener aquello que con tanto esfuerzo me costó conseguir. No hace falta ser un genio para advertir que estamos atravesando una recesión, con todos los números que dan "en rojo", y una escalada de precios que ya se ha convertido en una constante, que aceptamos con resignación. Lo único que puedo afirmar es que voy a seguir trabajando porque es la única forma honesta que conozco de vivir.
Tener un medio de comunicación, como es mi caso, insume costos, porque como en cualquier otro rubro los elementos de trabajo se rompen, se desgastan, y hay que contar con el mejor equipamiento posible para ofrecer un buen producto. El periodismo es lo que elegí y si volviera el tiempo atrás, lo haría nuevamente. Este martes estuve de acá para allá, cubriendo conferencias de prensa y haciendo entrevistas, me resultó realmente agotador y a veces no me dan los tiempos para llegar a casa, descargar las fotos, ponerme a escribir, seleccionar el material, hasta que llega el momento en que es publicado. No me estoy quejando, sólo estoy exponiendo una situación que se da en un día cualquiera. Hay que reinvertir, pero a veces no hay margen para hacerlo. Los grabadores digitales, que son los que usamos la mayoría de los periodistas, son carísimos. Por suerte (toco madera), hace unos años pude comprar uno que dio buenos resultados. De más está decir que la situación es complicada para todos los laburantes, y a veces siendo que están tirando demasiado de la soga y en algún momento la presión se volverá asfixiante para los sectores de menores ingresos.
Y a riesgo de ser reiterativo, cuando nuestros políticos que jactan de su sinceridad, les recuerdo que decir la verdad no es un mérito, es un deber. Sobre todo para quienes tienen a su cargo una responsabilidad institucional. Hasta los diarios más obsecuentes, como Clarín y La Nación, coinciden en que la imagen positiva de Macri hoy está por el piso. Esto es consecuencia no sólo de las medidas desacertadas que se tomaron, sino de la incapacidad del Presidente para palpar el humor social y darse cuenta de que "el segundo semestre", y la "lluvia de inversiones", parecen una burla para los sectores medios y bajos que la están pasando realmente mal. No es casualidad que los comedores comunitarios tengan cada vez más gente que no puede comprar sus propios alimentos. Punto final.
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