Domingo nublado y frío en la ciudad. No dan ganas de salir a la calle, excepto que sea indispensable hacerlo. Muchas veces me pregunto de qué me quejo. Tengo una familia, casa, comida, televisión, libros, música. Creo que el camino a la independencia económica plena está duro para todos y cada vez se prolonga más, por los costos que insume alquilar una vivienda, pagar los servicios e impuestos. Poca gente en la zona céntrica, en horas de la tarde, y empiezan a aparecer las motos y los autos cuando el pueblo se sacude de su modorra y se da la tradicional "vuelta al perro". Muchos parecen impacientes por sacar a lucir su coche nuevo, o por hacerse ver en algún bar donde permanecen horas con un mísero café. Aún así, bien podría decirse que en Lobos ya no nos conocemos todos, porque en los fines de semana viene gente en plan de turismo o vaya a saber qué, alejados del ruido de las grandes ciudades. Es común que te pare un auto y te pregunte por la ubicación de determinado lugar, como el Museo de Perón, o por la estación de GNC más cercana. Yo que he andado un par de veces por Buenos Aires este año, puedo afirmar que los precios de la gastronomía son relativamente accesibles para el recién llegado, las veces que estuve en Capital todo me pareció más caro. Creo que se manejan otros valores porque los salarios y los costos de vida son otros. El porteño promedio gana mejor, aunque tiene el gasto del transporte público o de los peajes si se traslada en un auto propio. Por supuesto que la tranquilidad que el visitante suele admirar cuando viene a estas pampas no es tal, porque todas las semanas se producen robos, riñas callejeras, accidentes, y no es para nada grato vivir en esas condiciones, con semejante desquicio. Ya quedan pocos comercios que no tengan una cámara de seguridad y un monitor, está más controlado el asunto, y esperemos que con el reciente anuncio de peritos lobenses especializados en levantar rastros, todo el proceso que sigue a un delito se agilice, para no tener que esperar a que lleguen los peritos de Cañuelas, que suelen tardar muchísimo, cuando la escena del hecho ya ha sido alterada inclusive por la propia víctima.
Como sostengo siempre, yo no espero nada de ningún gobierno o gestión municipal, en parte porque me provoca hartazgo que no se tome nota de los reclamos de la sociedad. Y puedo citar como ejemplo la pavimentación de la Avenida Costanera de la Laguna, que fue anunciada varias veces con ningún resultado. Sí creo que cada Intendente que asume va haciendo algo en obra pública, contribuye a mejorar la calidad de vida de barrios históricamente postergados, pero eso no es todo, y sería demasiado conformista contentarnos con unas cuadras de asfalto nuevas. Hace falta más orden, organización, como lo vemos en el tránsito vehicular, y los controles que se hacen son demasiado obvios, porque estacionan una camioneta con una baliza en una esquina muy visible y que se puede evadir fácilmente. Por ahí enganchan a algún gil que no se percató, pero el próximo que pase seguramente doblará o seguirá de largo por otra calle donde los inspectores estén lejos. Ni hablar de los controles de alcoholemia. La información que recibimos es escasa y nunca se sabe cuántas infracciones se labraron, ni siquiera cuánto alcohol en sangre tenía la persona al momento de ser interceptada. Hace tiempo en una conferencia de prensa, habían anunciado que la Provincia les entregó un alcoholímetro para tal fin, pero después no se supo más nada del tema. En fin, mejor me dejo de renegar y aprovecho lo que resta del domingo para leer un buen libro. Punto final.
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