Hola amigos, me reencuentro con ustedes luego de algunos días de ausencia, y aquí estoy, dándole pelea a las situaciones adversas. La verdad es que este 2018, hasta ahora, ha sido duro para mí, ocurrieron una serie de hechos que me complicaron a nivel económico y emocional. Pero nunca perdí la voluntad de escribir aquí, en este humilde rinconcito como es este blog. No veo mucha televisión, cada vez menos. Leo por Internet lo que me resulta interesante, o algún diario en papel de los que que están disponibles en las mesas de los bares. Hace rato que no compro un diario, no por el gasto monetario en sí, sino porque encuentro otras maneras de leerlo que me resultan más prácticas y accesibles.
A veces, cuesta que se entienda que el principal sostén económico de los portales o diarios digitales es la publicidad. Nosotros vivimos de nuestros anunciantes como contraprestación de un servicio. Y los lectores reciben un producto periodístico que considero es de calidad. No hay muchas vueltas en esta historia. A menores ingresos, mayores son las dificultades para sostener cualquier emprendimiento en forma independiente y autónoma.
Este mediodía de domingo me encuentra tranquilo, tomando unos mates, preparando el trabajo para mañana y viendo cómo luchar con varios frentes de tormenta a la vez. Cuando llega el lunes ya no hay margen para nada, hay que empezar a producir material periodístico de interés para los lectores, generar un vínculo entre el público y el editor, lo cual se puede conseguir viendo aquellas cosas que le preocupan al común de la gente, y que generalmente son notas de actualidad, que pueden mantenerse en el tapete por varios días o ir perdiendo relevancia progresivamente.
El periodismo no es una profesión sencilla, del mismo modo que tampoco lo son otras. Uno asume la responsabilidad de lo que escribe o dice, al hacerlo público en un medio de comunicación. Muchas veces los lectores acusan al periodismo de callar o ocultar información. Puede ser cierto en algunos casos y no me voy a poner a juzgar a nadie. Pero no podemos denunciar un hecho sin pruebas, o hacernos eco de un rumor. Porque la Carta Documento después llega a nombre de quien escribió la nota, y es uno quien debe rendir cuentas ante la Justicia por delitos tales como calumnias, injurias, o daño moral. Para tener pruebas de lo que se dice, hay que investigar y consultar diversas fuentes, informantes, gente cercana al entorno. Esto a veces es posible, y otras veces no. También sucede que quien omite la información no es el periodista, sino el que la envía. Me pasó hace algunas semanas, por una gacetilla de prensa que mandó el Municipio sobre decomiso de mercadería en los comercios. La gente nos pedía los nombres, lo cual me parece lógico, pero desde la Comuna se negaron a reverlarlos. Y aunque uno pueda suponer fácilmente qué supermercado vende productos en mal estado, no lo dije por ese motivo. Pedí explicaciones a las autoridades de Inspección General, que me dijeran por qué no daban a conocer los nombres de los comercios en falta. Los argumentos que me dieron no me convencieron para nada, y creo que eso no hace más que generar sospechas en la población de una supuesta complicidad. Por todo esto, sostengo que las cosas deben ser claras, para evitar acusaciones cruzadas que no conducen a ningún lado. Es el Municipio quien debe esclarecer la polémica, ponerse al frente de los hechos, más allá de la tarea que uno pueda hacer como periodista. Punto final.
Blog de Lobos, ARG, desde hace 18 años en la Web.
15 de julio de 2018
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