La mujer fue adquiriendo derechos que le correspondían desde la génesis misma de la sociedad, y que durante mucho tiempo fueron privativos de los hombres. También es cierto que fueron accediendo a puestos de trabajo que, en la actualidad, los varones casi no tienen lugar: la docencia (hay escasos maestros de nivel primario excepto en algunas provincias), otros empleos como recepcionista, secretaria, diseñadora, fotógrafa, policía. Hagamos memoria, hace 30 o 40 años era impensado ver mujeres policías. Justo es decir que muchas veces habían favores sexuales de por medio de los empleadores de turno para que tuvieran una oportunidad, y que los puestos de mayor jerarquía se otorgaban bajo esta repudiable modalidad. Pero establecer una Ley de Cupo Femenino es una suerte de discriminación a la inversa: mujeres que integran las listas de las candidaturas porque hay un cupo establecido, sin tener en cuenta su idoneidad, y porque son esposas o familiares de caudillos políticos que todavía someten a varias provincias bajo la condición de feudos.
Por otra parte, el rol de ama de casa no debe ser subestimado y subvalorado, pues se trata mujeres que se dedicaron a la crianza de los hijos y al cuidado del hogar, que es un trabajo en sí mismo, por ello uno de los pocos aciertos de los K fue concederles el beneficio de una jubilación por esa tarea silenciosa que llevaron a cabo durante años. En muchos casos, a consecuencia de padres ausentes, ya sea porque cumplían jornadas laborales de demandaban largas horas fuera del núcleo familiar, o bien porque de manera negligente se la pasaban en bares, asados, o lo que fuese, creyendo que sus hijos se educarían solos. Quizás ni siquiera se pusieron a pensar en ello, nunca les importó.
Cuando hablamos del derecho de la mujer de decidir sobre su cuerpo, podemos apartarnos un minuto de la cuestión del aborto, y pensar que si una señorita desea dedicarse a la prostitución a cambio de dinero, nadie se va a asombrar a esa altura de los acontecimientos. El otro extremo es la trata de personas, chicas que son sometidas a la esclavitud y a condiciones infrahumanas. Son esclavas sexuales, y no conocen otra vida porque el Estado estuvo ausente y no les brindó la oportunidad de desarrollarse con educación formal o con un empleo digno.
También creo, que el hecho de decirle un piropo a una chica no implica acosarla, me parece exagerado. Por supuesto, una cosa sería decirle: "qué linda que estás" o algo parecido, y otro escenario posible sería vociferar una grosería que la haga pasar vergüenza y humillación. No distinguir esto es propio del feminismo exacerbado, de hacer una militancia basada en la imposibilidad de ver que para todo hay matices, que no se puede hablar de "patriarcado" sin siquiera saber qué es. Yo estoy agradecido de todas las mujeres que me acompañaron en mi vida: mis ex novias, mi madre y mis tías, maestras de la escuela, compañeras de trabajo... sin ellas, tendría pendientes muchas cosas que no hubiera podido lograr. Y son esas personas que uno guarda en el corazón. Punto final.
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