Tengo la "virtud", si quieren llamarlo así (no encuentro una palabra más precisa), de poder dialogar con macristas, peronistas, y vecinalistas por igual. Nunca entro en la confrontación, ni pretendo que esos vecinos cambien su forma de pensar. De vez en cuando puedo acotar algo, pero no mucho más. Ellos tendrán sus razones para adherir a una determinada ideología, aunque yo no la comparta en absoluto. Lo que me interesa es zambullirme en la "rosca política", porque es ahí donde está la verdad de la milanesa.
El PJ local se encamina rumbo a las elecciones de autoridades partidarias, que pueden ser decisivas para ver si siguen en pie viejos liderazgos o si aparece alguna cara nueva. Ambas alternativas son posibles, aunque yo me juego que el oficialismo partidario actual continuará manejando el timón de un barco que hace agua por todos lados. Y como en todo proceso de este tipo, aparecen los famosos "heridos", que son los que eventualmente sean derrotados y harán todo lo que puedan para boicotear a la conducción que finalmente sea electa. Esto es muy común, inclusive dentro del radicalismo. Este año no tenemos comicios generales o de medio término, pero si los hubiera, los perdedores prefieren votar a una estampita de San Cayetano antes de hacerlo por el partido al cual (dicen) pertenecer. El ejemplo más reciente fueron las fallidas internas de Cambiemos en 2019. Sobrero ganó las PASO, porque los que simpatizaban con la lista proscripta prefirieron darle el voto antes de otorgárselo a Etcheverry, a quien señalaron como uno de los "responsables" de esa maniobra. Pero, ¿Qué pasó después? Limaron asperezas, optaron por tragarse el sapo, y fue así como el actual Intendente resultó reelecto con comodidad (más de 6.000 votos de diferencia).
La hegemonía de Cambiemos en el escenario doméstico es notable. No han perdido ninguna elección desde 2015, y a menos que cometan errores groseros, todo parece indicar que seguirá siendo así. A decir verdad, hubo varios errores "no forzados", como suele decirse en el tenis, pero mucha gente se olvida pronto de ellos, o se autoengaña creyendo que no fueron tan graves como en realidad sucedió.
Lobos, se sabe, es netamente conservador. De hecho, previo a la existencia de Cambiemos, la UVC siempre salía segunda en las elecciones, y la UCR se posicionaba en un tercer lugar, bastante lejos de su inmediato antecesor. Fueron 12 años en los cuales el Frente para la Victoria obtuvo triunfos muy holgados. Ya para el tercer y (hasta ahora) último mandato de "Tacho", las cosas empezaron a desgastarse. La sociedad se hartó de una serie de actitudes que eran una mezcla de soberbia y abuso de poder, quizás no directamente de parte del mandatario, sino de sus subordinados. Pues bien, lo que pasó en 2015 ya es por todos conocido. Un vecino a quien no conocía nadie le terminó arrebatando la Intendencia a un militante histórico como Sobrero, y esto último es algo que nunca voy a poner en discusión. Pero también, en esa vorágine, hubo "heridos": los que apostaban por el Gallego Ferrari, hasta que apareció una lista casi fantasma que forzó una interna y terminó con la victoria de este señor oriundo de Elvira que, hasta el día de hoy, sigue manejando los destinos del pueblo.
¿Está bien, está mal, la gente se equivocó, eligieron el "mal menor"? Son muchos interrogantes para una sola nota, y tampoco me corresponde a mí emitir un juicio de valor. Básicamente, porque eso implicaría cuestionar lo que la mayoría votó. No una, sino dos veces (2015 y 2019). Y, como derogaron la ley que limitaba las elecciones indefinidas, Etcheverry tiene ahora vía libre para presentarse a un tercer mandato. No me parece una persona carismática, pero ya hay determinadas cuestiones que perdieron peso a la hora de obtener un rédito político. Una de las claves del triunfo de Cambiemos el año pasado, fue armar una lista representativa. Lucho Ré (un vecino por el cual tengo un gran aprecio), encabezó la lista de candidatos a concejales. Es muy joven, más joven que yo, lo cual no es decir mucho. Después tenemos a "Tuti" Dinomo, que se puso la campaña al hombro, y a un "tapado" (o no tanto) como Sergio Estrada, presidente del Club Madreselva. Vale decir, que J X C en Lobos logró avanzar, paulatinamente, hacia sectores populares que antes eran un bastión histórico del peronismo, como el B° Madreselva, Empalme... y, por supuesto, en la zona rural nunca van a tener sorpresas desagradables porque el propio Etcheverry proviene de allí.
Los peronistas, al principio, argumentaban: "Se juntaron todos", como una forma de encontrar explicación a los malos resultados. Pero ahora, se dieron cuenta de que son ellos quienes deben volver a juntarse. He visto últimamente, dirigentes que no se podían ni ver y que ahora se sientan a conversar en una mesa de café como si nada hubiera ocurrido. La razón es simple: "Vamos a juntarnos todos nosotros ahora, dejemos las diferencias de lado, a vamos a ver cómo nos va", habrán pensado. Esa jugada es bastante audaz, pero puede resultar efectiva. El problema es que, toda esa gente, todos esos peronistas desencantados que ahora intentan recomponer la relación, van a reclamar un lugar en caso de que se dé vuelta la historia y el PJ en determinado momento vuelva a ganar, quizás en 2023. Y es imposible dejar conformes a todos. Por lo tanto, puede funcionar a corto plazo, pero en política nada es gratis, aunque sea conocida como el arte de lo posible. Al vecino de a pie le interesa tener la calle limpia, que los servicios básicos se presten con normalidad, que de vez en cuando asfalten dos o tres cuadras...y está bien, no tengo ninguna objeción para hacer al respecto. Simplemente, yo tengo una mirada más amplia.
La nave insignia de todo gobierno es la obra pública, porque es lo que más se ve. Si no le ponés fichas a eso, te puede jugar en contra. Todos sabemos que, en los meses de campaña, hay un festival de inauguraciones y anuncios de todo tipo. Así ha sido antes, y continúa siéndolo ahora. Lo que hay que analizar, y no es tan difícil, es si esas obras son perdurables y resisten el paso del tiempo. Por eso fue un acierto de Etcheverry haber pavimentado la Av. Costanera de la Laguna (aunque le faltan unos 100 metros para que quede completa). Es muy difícil que ese asfalto se rompa, si lo comparamos con los experimentos del gobierno anterior, que terminaron con pozos y baches por doquier al punto tal que hubo calles que debieron hacerse casi a nuevo, como la Echave.
Estamos en verano, falta mucho aún para las próximas elecciones, pero ya empiezan a sonar algunos "nombres". Como suelo decir, sólo resta sentarse a esperar. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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