Son la 1:06 del miércoles 24, y por primera vez en muchísimo tiempo, escucho que cae en la ciudad un fuerte chaparrón (o aguacero, como le dicen ahora). Fue breve, lamentablemente. Sea como fuere, nada se compara con esa sensación de que el cielo se viene abajo, y la fuerza de las gotas que al caer rebotan en las baldosas del patio, elevándose apenas unos centímetros.
A diferencia de lo que le sucede a la mayoría de la gente, los lunes, o el comienzo de semana, me predisponen de un modo positivo, porque sé que tendré mayor trabajo y que eso es lo que hago desde hace ya 21 años. Es natural que me haya despojado de muchos vicios periodísticos cuando transité mis primeros pasos, tuve que pagar derecho de piso, y ganarme el respeto. Pienso, no obstante, que en líneas generales todos somos dignos de respeto y que no debería tomarse como una conquista que uno alcanza al cabo de un tiempo.
En este camino, cuando miro hacia atrás, claramente podría afirmar que me he equivocado varias veces, y que más de una vez las cosas no salieron como yo esperaba. Hubo gente que me defraudó y otra que me dio estímulo para seguir. Estimo que eso no cambiará, pero cuando llegás a la madurez esas variables que son propias de las relaciones humanas te afectan menos. Vas, hacés tu trabajo, llegás a tu casa, escribís la nota, cargás las fotos, y listo. Si hay una conferencia de prensa y el orador se pone muy pesado, más lo será para quienes te estén leyendo, entonces intento rescatar lo esencial. Pero como no me agrada sacar una declaración fuera de contexto, le doy un marco más o menos adecuado para el lector que tampoco tiene obligación de saber de dónde salió lo que el tipo dijo. Puede haber sido ante una pregunta, o bien puede ser algo que se le ocurrió decir porque sí. Por lo tanto, así como los medios de TV editan para eliminar las preguntas o lo que fuere, yo también lo hago, pero con otra intención, que es ni más ni menos que la noticia sea atractiva aunque yo sepa de antemano que no tiene mucho interés, ni para mí, ni para nadie.
Hay que complementar la teoría con la práctica en todo momento. Yo aplico lo que aprendí cuando estudié y a su vez escucho lo que me indica el sentido común. No puedo destinar tres páginas de Word a largas parrafadas que no tienen sustento, excepto para el ego del conferencista. Por otra parte, si se trata de un reportaje y por más que trates de escarbar no llegás a ninguna conclusión, corresponde publicar algo por cortesía, es decir, porque esa persona aceptó ser entrevistada, pero no más que eso.
Sé que muchos se rasgan las vestiduras cuando aluden a la ética periodística, siendo los que menos la ejercen en los hechos. No me importa, que hagan su juego mientras no se metan con mi laburo. La vida es como una escalera, o un ascensor: Podés estar en lo más alto y ganar mucha guita, pero cuando menos te lo esperes vas a tener que regresar al primer peldaño. Los que se enceguecen y se dejan llevar por la soberbia creen que eso nunca les tocará, pero también esa etapa les llegará casi por decantación.
A mí me pone feliz el elogio sincero, no que me soben el lomo o que me palmeen la espalda. Estoy del lado de la gente pero si caer en la demagogia, algo que no todos saben diferenciar, o no les interesa separar las cosas. Quiero mejorar por mí y obviamente por los lectores. Si hay algo que casi nunca recuerdo haber hecho, es subestimar al público, porque lo considero humillante y poco profesional. Estoy preparado para afrontar lo que venga. Cuando no sea así, me tomaré un tiempo para descansar y reflexionar, y ya entonces podré ver las cosas con otra perspectiva, tomando distancia. Les aconsejo que hagan lo mismo, cada uno en lo suyo. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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