Martes "bajo cero", bastante nublado pero con breves intervalos de cielo despejado en la ciudad. Son esos días que uno trata de aprovechar al máximo antes de que irrumpa oficialmente el invierno. Estamos a un paso de entrar en la segunda mitad de 2023 y eso nos lleva a adoptar una visión diferente ante lo que nos rodea.
No me gusta hablar en nombre de nadie, pero sólo diré lo siguiente: Tenemos que salir de esta melancolía o bajón colectivo y ejercitar la creatividad todo lo que nos sea posible hasta que, en un plazo incierto e impreciso, salgamos de la crisis. Aunque la mayor responsabilidad recae en la clase política, algún rebusque tiene que aparecer hasta que los cráneos que están de inquilinos en la Casa Rosada salgan de la siesta y tomen una decisión, si es que pretenden lograr una mínima calma en la sociedad hasta las elecciones.
Si no conseguimos salir del limbo, vamos a seguir yirando sin rumbo, o nos convertiremos en meros espectadores de lo que sucede. Poco podemos esperar de quienes nos gobiernan en términos de un mejoramiento de la calidad de vida para sus representados. Ya han tenido tiempo suficiente y no han hecho más que poner parches. Y es necesario destacar que fue así desde el vamos, incluso antes y despúes de la pandemia. El sentido común indica que si no efectuaron una reforma sustancial hasta ahora, difícilmente lo hagan en los meses que los separan de los comicios y de una eventual derrota. El kirchnerismo puede caer derrotado por paliza, aunque por ahora no es más que algo palpable que percibo entre mucha gente con la que hablo (entre ellos, los propios peronistas). El modelo muestra signos indisimulables de agotamiento. Pero reitero, es sólo una percepción.
No nos queda otra alternativa que barajar y dar de nuevo: Debemos agudizar el ingenio para buscarle la vuelta ante aquello que nos resulta omnipresente y agobiante. Vivir cada día con intensidad es un logro en si mismo. Yo ya me cansé de lamentarme, aun con motivos fundados, ante la decadencia de una Nación. Aquí no entra en juego solamente la guita que tenemos en el bolsillos, sino también la cultura, la educación, y una serie de cuestiones que -al parecer- no son prioridad para nadie.
Pese a todo, si entendemos que esa actitud pasiva llevada al extremo no conduce a ningún lado, hay que observar a lo cotidiano con otros lentes, con otro prisma. Y como todo proceso, no estará exento de dificultades, pero en mi caso empecé a considerar a la inestabilidad como un desafío que pone a prueba nuestra capacidad de superación.
Tenemos gente muy valiosa, un capital humano excepcional, que le da pelea día a día a todo lo que estamos afrontando, porque no puede darse el lujo de lamentarse cuando tiene una familia a cargo, cuando tiene de alimentar a sos hijos. Esas personas, esos vecinos, no necesitan que ningún ministro les explique nada de la realidad porque conviven con ella en lo cotidiano. La pobreza estructural lleva a que cada vez haya más personas cartoneando, vendiendo metales como el bronce, o desprendiéndose de anillos o alhajas que nunca más podrán recuperar, pero necesitan el dinero y no hay mucho margen para pensar.
Con pequeños gestos, estamos mostrando nuestra voluntad de seguir adelante. Ya llegará el momento en que se podrá avanzar hacia nuestras aspiraciones individuales. No es bueno apresurarse, pero como ejemplifiqué antes tampoco podemos continuar postergándolo todo o inventándonos excusas. Yo mismo solía caer en ese autoengaño, de esperar a que el futuro se vislumbrara con mayor claridad, de aguardar alguna señal de que llegaría un tiempo propicio para poner "toda la carne en el asador" (en el caso de que hubiera carne). Pero no lo recomiendo, porque el tiempo que se pierde por la indecisión prolongada no se puede recuperar, y no nos conduce a ninguna parte
En este contexto que nos ha puesto patas para arriba, aparecen cosas. Tomar un curso online continúa siendo una buena alternativa, ya que muchos son gratuitos y lo único que se necesita es una dosis de tiempo y atención. También hay profesores de Educación Física que todos los días suben a la Tik Tok o a You Tube una rutina de ejercicios.
Todo ese auge de la conectividad que tuvimos de adoptar en la pandemia, es uno de los pocos aspectos positivos que rescato ahora, en 2023: Poder hacer uso de los tutoriales de Internet ya disponibles, aprender algo útil, y no destinar tanto tiempo mirando memes o fotos sin sentido en la redes. Hay mucha gente que aprendió a diseñar flyers, a cocinar, y todo sirve. No es lo mismo un pan casero recién horneado y hecho por vos, que la bolsita que todos los días compramos en la panadería.
Sólo permito que los demás decidan por mí en el marco de la democracia y del respeto a lo que establecen las leyes, nada más. Si dejamos que otros guíen nuestro destino y lo aceptamos con mansedumbre, estamos perdidos. Si no tenemos pasión por lo que hacemos, por mucho que nos digan los demás, no nos hará sentir mejor. Ya ha corrido demasiada agua bajo el puente, y tuvimos motivo genuinos y valederos para sentirnos mal, por lo tanto no voy a dejar que la segunda
mitad del año transcurra de la misma forma.
En normal sentirse estancado, no saber cómo reaccionar, porque la mente se bloquea y eso te jode, lo extraño sería que no te jodiera sentirte mal. Pero el problema comienza cuando seguís así indefinidamente. Yo lo considero un problema, a algunos no les importará o no se han puesto a reflexionar en eso.
Pensá esto: Te puede ir mal en varios aspectos, pero sería un error simplificar todo culpando de ello a la sociedad o al gobierno. Sería muy básico y carente de un compromiso real por hacernos cargo. No dejemos que se convierta en una mala costumbre o en un truco facilista que pretenda justificar cualquier cosa. Si metiste la pata, o te equivocaste, fue por una negligencia tuya. Mientras tanto, mientras uno seguís deliberando y enroscándose en su interior o en su mente, la rueda sigue girando.
De manera que habrá que armarse de paciencia,
porque este año es muy significativo para nuestro futuro, y cualquiera que me está leyendo ya sabe por qué.
Punto final.
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