Ayer, 12 de junio, fue el día más frío del año (hasta ahora), y las puteadas contra el clima no tardaron en llegar. En parte, se sintió más porque tuvo que ver con el comienzo de la semana, pero cuando nos toquen en suerte temperaturas bajo cero, ese pequeño hito de 2023 carecerá de importancia alguna, como también tiene escasa relevancia detenerse a pensar en muchas cosas. Un capítulo más de esa eterna disputa “frío vs. calor” que no llega a una escalada superior porque no tenemos a quién culpar, no hay ningún gobierno que pueda contra ello. Mientras tenga ropa de abrigo, soportaré con el estoicismo de antaño el arribo de las heladas. Estoy buscando una bolsa de agua caliente para que cuando me voy a la cama no tenga mis pies como dos cubitos, de seguro en algún lugar de la casa están, pero uno recién se da cuenta al momento de comprar otra, quedando así como un pelotudo. Una requisa por el placard me demostró que ahí no están, aunque tampoco me puse a vaciarlo para hallar el tesoro escondido. Lo único que hice, si de bolsas se trata, es colocar en esas negras tipo consorcio todas las prendas del verano, que no volverán a usarse por un buen tiempo, aunque nunca se sabe. Todavía recuerdo la ola de calor de la primera quincena de marzo que obligó a la suspensión de las clases. Algunos memoriosos suben fotos periódicamente de una época que no viví, una gran inundación que azotó a Buenos Aires en mayo de 1985.
Hace rato que no viajo a CABA, y no tengo motivos para hacerlo, qué se yo, tendría que ir con plata para gastar y pasar el día tranquilo, si surge alguna excursión puede que me interese. En la Biblioteca de Malvinas, de vez en cuando organizan viajes, y al último que fui recorrimos la parte turística de La Boca, creo que eso fue en 2017. En ese mismo viaje visitamos la Usina del Arte, que no me pareció nada especial. Ir a un lugar donde se expone arte es interesante, pero yo sentía que era un enclave absolutamente artificial de lo que Buenos Aires representa para mí. Hubiera preferido caminar por la calle Corrientes en dirección al Obelisco como solía hacer. Para todo eso habrá tiempo, y la ciudad no será la misma que yo conocí cuando lo haga.
Lo que sucede es
que todo lo que pueda interesarme comprar, cuando tengo algo de dinero, lo compro
por Mercado Libre, o se lo podría encargar a un comisionista llegado el caso.
Si pasar un fin de semana en Lobos con poca guita es deprimente, imagínense
cómo sería la misma debacle financiera en CABA, no tiene sentido ni siquiera
pasar el peaje. Antes me acordaba de casi todas las estaciones de subte que había,
pero con el paso de los años se fue extendiendo la red, y hay alguna en las que
nunca me he detenido porque no existían, lo único que sé es que la línea A era
la que más cerca me quedaba de donde yo vivía, y que hacía el recorrido desde
Plaza de Mayo hasta las estaciones Acoyte o bien Castro Barros. En el primero
de los casos, iba a las ferias de Parque Rivadavia. Y cuando paraba en la otra,
era porque un amigo de Lobos tenía un “depto.” cerca de allí y lo iba a
visitar.
No sé cómo, en qué momento de esta nota, me puse a hablar de CABA, porque lo que ustedes leen lo escribí casi de un tirón. Los provincianos tenemos un sentimiento "anti-porteño", y ellos a su vez con nosotros. Se creen que vivimos en la inmensidad de un campo con vacas, o algo parecido. Si discriminan a quienes viven en el Conurbano, porque los ven como una amenaza de invasión inminente a una metrópoli supuestamente impoluta, qué nos resta a los que estamos mucho más lejos. No saben nada de los municipios de PBA, porque no les interesa, y si les decís que acá nació Perón, no creo que eso cambie, ya que los porteños aborrecen al General y su doctrina (en la mayoría de los casos).
Lo mismo pasa con New York; Es la ciudad más poblada y más cara de Occidente, los alquileres son altísimos, y por lo tanto no es para cualquiera, al igual que Manhattan. Si le preguntás a alguien de Iowa o de Alabama, quizás te diga que nunca estuvo en NYC, y tampoco le despierta un interés superlativo. Es más: Puede que prefieran Miami si les das a elegir, por las playas y todo eso. Florida dejó de ser el estado de EE. UU. que elegían los viejos para vivir con su jubilación, con sus bungalows y condominios. Hoy el crecimiento demográfico, con el aporte de los hispanos, le otorga una de las poblaciones más jóvenes que tiene el país. Por supuesto que nunca estuve ahí, pero los datos de los censos y los corresponsales argentinos que tienen base allá coinciden en esa apreciación. Por una cuestión ligada a la inmigración de nuestros antepasados, Europa hoy se vuelve más atractiva como destino para quienes tienen unos buenos billetes y desean conocer algo más que Times Square o Wall Street. Pero, al final de cuentas, no soy agente de viajes ni guía turístico, de manera que voy a reanudar este tema en otra ocasión, sin irme por las ramas. Nos estaremos viendo pronto. Punto final.
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