30 de septiembre de 2023

Última nota de septiembre

Sábado por la noche en la ciudad. Se termina septiembre. Por ende, esta es la última nota que redactaré en el corriente mes, consciente de que no he escrito demasiado. En parte, ello se debió a que sentí que no tenía demasiado para decir, sumado a que estuve abocado a unos problemas de salud –nada grave-, y a que no encontraba el horario adecuado para sentarme a esbozar algunas líneas. No voy a entrar a reflexionar sobre lo poco que queda para que finalice el año, al menos no lo haré hoy. Ayer (viernes) estuve cubriendo el Rally, y me pareció interesante, pese a que mi ignorancia del deporte motor es casi total. Pero el sólo hecho de ver algo distinto en Lobos, y que genera interés y expectativa, está bueno. Lo considero una buena apuesta, y ojalá tenga una continuidad, porque le otorga movimiento a la ciudad, tanto en la faz comercial como turística. En épocas de vacas flacas, esos incentivos constituyen una alternativa para paliar la escasez que es típica de cualquier asalariado a fines de mes.

Ya hay algunos spots de campaña a nivel local, o creo haberlos visto o escuchado en algún lado. Yo presenté presupuestos a quienes me los solicitaron, no cerré acuerdo con ninguno de esos referentes aún. Para ser más preciso, no me han respondido por sí o por no. En caso de que nadie me llame y me dé el okey, la vida seguirá como siempre, me dedicaré a cubrir otro tipo de notas y dejaré de lado los actos políticos o las notas publicitarias, porque ese laburo tiene un precio. Desde luego, nadie está obligado a aceptarlo, pero de ser así no esperen que escriba ni un párrafo. 

De todos modos, será lo que tenga que ser, cada uno es libre de decidir. Lo tomo como un ingreso extra, y de no concretarse, me manejaré con el dinero que recibo de mis clientes mensualmente. Tengo otras cosas en mente, ya soy un boludo grande que no considera prudente enroscarse en esas cosas. Hay motivos más valederos para preocuparse, si de eso se trata.

Durante varios días estuve renegando con la aplicación de Facebook, puesto que no podía abrirla, y si esa situación continuaba, se me hacía difícil transmitir videos en vivo, compartir historias, y todo lo que contribuye a la lectura de las notas periodísticas. Al final encontré una solución transitoria, que veremos cuánto tiempo persiste. Creo que todo el desbarajuste comenzó cuando cambié de celular y entonces como la gente de FB sospecha que alguien está ingresando desde otro dispositivo (un intruso, digamos), te pide reiteradas veces miles de pasos de autenticación para demostrar que sos vos. Al cambiar de aparato, esto es frecuente, pero no con tanta “insistencia”, digamos. Bueno, si vamos al caso, le dediqué tres videos al Rally, más no se puede pedir, lo hice porque es algo que atrae la atención del público, y también para asegurarme de que funcionara a futuro.

Viste cómo es: Te encontrás con un pibe millenial, y si le está relatando algo del pasado, tenés que hacer la salvedad: “En esa época no había Internet ni celulares”. Y es lógico, porque ellos crecieron incorporando a sus vidas una tecnología que los que tenemos más de 40 fuimos adoptando mucho tiempo después. Nuestros bisabuelos (o incluso algunos abuelos longevos), no conocieron la televisión, la caja boba, escuchaban radioteatros, todo era distinto. Cada uno es hijo de su tiempo. Pero yo diría que el impacto de Internet, hoy por hoy, supera a todo lo que el hombre ha creado en los últimos 50 años. Hace 15 años, se podía ingresar a cualquier sitio web y leerlo sin mayores complicaciones. Hoy es un negocio, quedan muy pocas páginas que no contengan publicidad o que no te pidan una suscripción digital para leer determinado contenido, como es el caso de los diarios. La última vez que compré Clarín (la semana pasada), me dejó una sensación extraña, porque la gran mayoría de las notas ya habían sido publicadas en la Web el día anterior para los suscriptores o los que tuvieran una suerte de membresía. Hasta la revista de los domingos desapareció, y se transformó casi en un suplemento, confeccionado con el mismo papel que el resto del diario. En los países desarrollados, las cosas no desaparecen tan deprisa como aquí, aunque haya una tendencia dominante. Si hablamos de música, se pueden tomar al azar casos como Alemania o Japón, donde el 75 % de los consumidores continúa eligiendo el soporte físico, ya sea CD o vinilo. En cambio, acá no hay transición en los hábitos de consumo o de la industria del entretenimiento. Vale decir, un formato reemplaza al otro muy rápidamente, como fue el caso de los DVD (ni siquiera las notebooks actuales tiene la bandeja para grabar o reproducir aquellos discos). Por supuesto que en EE. UU. o donde fuere están disponibles los servicios de streaming, pero eso no significó que lo que existía antes fuera exterminado o discontinuado. En un próximo posteo, si logro reunir más datos y tengo ganas de explayarme, voy a dedicar más espacio para referirme a esto. Nos estamos viendo en octubre. Punto final.  

28 de septiembre de 2023

Declaración de principios, versión 2023

 Jueves por la noche en la ciudad. Hay varios grados de responsabilidad que a cierta edad es necesario asumir. Sin embargo, no dudaría en afirmar que el más importante de todos, es la responsabilidad ante tu propia vida. Ejercer un autocuidado para que los posibles excesos no terminen destruyéndote. Sobran ejemplos de personas comunes y de celebridades que no entendieron esto, o desarrollaron una adicción de la cual no encontraron salida, entre otros motivos. Luego debés ser responsable en tu laburo, no sólo cumplir un horario, sino ser eficiente. Ya sea que trabajes por tu cuenta o para otros, nadie aceptaría pagar por algo hecho sin profesionalismo.

Celebrar la vida, implica valorarla. O quizás honrarla, como dice la famosa canción de Eladia Blázquez. No es necesario esbozar planteos existencialistas, sobre qué viene después. Hoy por hoy, es lo que tenemos y es nuestro mayor capital. Conozco gente que está atravesando momentos de sufrimiento o dolor, pero que no se dan por vencidos. Tienen la esperanza (o la expectativa) de que su situación actual mejorará, y esa es la motivación para seguir adelante. Y hablar del sentido de la vida, es complejo, porque muchos dirán que no sabemos para qué estamos acá ni cuál es nuestro propósito. Si tenés hijos, o seres queridos, ellos hacen que todo cobre sentido. Si te volcás de lleno a un proyecto laboral o a estudiar algo, también habrá quien lo vea de esa manera, no hay una respuesta única y concluyente ante una cuestión que el ser humano se ha planteado desde hace siglos.

Pienso que lo más valioso es la capacidad de razonar, discernir, decidir. Saber que el camino a transitar dista de ser un sendero de eterna felicidad. Por ese motivo cuando te sentís pleno, hay que capturar y atesorar esos instantes, porque no abundan. Cuando sos adulto te toca afrontar problemas que sin duda forman parte del destino que cada uno elija, pero que también emergen sin que las busquemos. No siempre hay tiempo para meditar una decisión: Hay que actuar enseguida y luego se verá qué sale de todo eso.

Sí, todos nos quejamos y es normal. Del país, de la falta de plata, de la inflación, de lo que quieras imaginarte. Y aunque se trate de razones fundadas, no podés estar así todo el tiempo porque te volvés insoportable. Me ha pasado más de una vez que deslizo alguna queja a través de este blog, o con la gente que me rodea. No obstante, si lográs tomar distancia de vos mismo y evaluar con más objetividad eso que te está jodiendo, vas a poder dimensionar si realmente amerita algo así. A lo mejor no, pero sea como fuere en un buen ejercicio mental para tener en cuenta.

Las insatisfacciones cotidianas se compensan con los grandes o módicos logros que uno ha podido alcanzar, y que tienen valor porque fuiste vos quien los conseguiste.  

Si bien mi vocación y mi profesión actual es el periodismo, no le cierro la puerta a ninguna otra alternativa. Todos necesitamos plata (o realización personal), y la única forma decente de obtenerla es laburando, ampliar el espectro. Lo más complicado es buscar un equilibrio que me permita sumar un laburo extra con una carga horaria que no me lleve a descuidar el anterior. Es decir, tener dos ingresos.

 Retomando lo expresado en el párrafo anterior, los pocos empleos que se consiguen hoy (en relación de dependencia), son full time. Y teniendo en cuenta eso, yo no podría estar en dos lugares a la vez. Eso es lo que más me limita por ahora: El deseo que hacer una diferencia económica que le otorgue estabilidad a mis finanzas. Aunque debo decir que no gasto indiscriminadamente: Si no puedo, lo postergo para más adelante, siempre que hablemos de algo que no reviste urgencia. 

Si la gente viviera ociosa, sin ninguna actividad concreta ni compromiso alguno, sería algo parecido al Jardín del Edén. Quién sabe si la vida en sí misma no tendría el peso y la gravitación que hoy conferimos. Sería un tedio estar al pedo, disfrutar indefinidamente de un paraíso celestial según lo que dice el libro del Génesis. Lo que le da significado a la vida, es que existe la muerte. Hay un final, que provoca angustia de sólo pensarlo, pero que le brinda una razón al tiempo vital. Las creencias religiosas de cada uno difieren respecto a lo que sucede cuando se baja el telón y nos vamos de este mundo. Y también están los que se definen como agnósticos o ateos.

Si hay un Ser Supremo, yo lo concibo como una deidad que prodiga misericordia y bondad, no como un Dios castigador. Pero eso ya sería tema para un análisis más profundo y que quizás me excede, porque no soy teólogo. Sólo diré, a modo de cierre, que encontrar una razón para vivir es lo que te da combustible para continuar día a día. Pero no es lo mismo encontrarle un sentido, que una razón. El sentido encierra un proceso de introspección mucho más profundo, que sería demasiado largo de analizar en esta nota. Nos estaremos viendo pronto. Punto final. 

 

24 de septiembre de 2023

Apuntes del fin de semana

 

Un fin de semana de intensa actividad en la ciudad. Es muy particular lo que sucede en Lobos, ya que 7 días atrás había poco y nada, y de buenas a primeras parecería como si todos se pusieran de acuerdo para hacer algo (cultural o deportivo) casi a la misma hora. Más allá de lo periodístico, trato de disfrutar mínimamente de lo que veo en cada lugar donde voy. Empecé a darme cuenta de que me dedicaba a hacer mi trabajo pero que no tomaba dimensión de lo que estaba presenciando. Me pasó el año pasado, en los festejos por la Final del Mundial. Era un momento único, irrepetible, y sentí que yo me lo estaba perdiendo por transmitir un video en vivo. Por otra parte, había cientos de lobenses haciendo videos por doquier, de manera que tampoco tenía mucho sentido. Pero bueno, son cosas que se van aprendiendo con el tiempo. 

Si voy a una exposición de arte, aunque deba hacer una nota o un reportaje, no está nada mal apreciar los cuadros, indagar en lo que el artista quiso expresar con cada trazo. Todo ello, claro está, es lo que indica la razón, pero cuando tenés la presión de estar en varios lugares casi simultáneamente, no tenés mucho margen para lo que acabo de explicar.

Por otra parte, con la campaña política a todo vapor, todo lo que se pueda hacer fuera de los actos proselitistas nos hace bien, entiendo yo, tanto a mí como al resto de los vecinos. Cuando llegue el momento, se votará y listo. Aventurar un resultado, viendo lo que ocurrió en las PASO, configura el riesgo de quedar en ridículo ante la opinión pública, al no prever variables que van más allá de la economía.

Pase lo que pase, habrá un ganador (al menos en el orden local), y si hay balotaje, habrá que votar por tercera vez, lo cual es un gasto y un desgaste innecesario en la impresión de boletas y todo el despliegue que significa un acto eleccionario. No deberían existir ni las PASO, ni la segunda vuelta. De esa manera habría una sola elección para definir los cargos en pugna. Pero dudo que eso vaya a cambiar, además de que el balotaje se introdujo en la reforma de la Constitución de 1994. Cosas que uno no logra comprender, más allá de que eran otras épocas. 

Ayer cubrí la primera fecha de “Rock al Parque” 2023, un evento que siempre congrega buena cantidad de público. El sábado los organizadores lograron zafar del mal tiempo, se la jugaron y salió bien. Sería una pena que se complique este domingo, porque ya está todo listo, el escenario armado, y la delimitación de los espacios para el público y los músicos. Hay que hacerlo igual, excepto que llueva de un modo persistente, porque hasta ahora han caído unas pocas gotas. Indudablemente, aquellos que se sienten atraídos por esta propuesta van a ir de todas maneras.

 Hoy fue un día tranquilo. Quizás, recapitulando, no han faltado hechos que por lo general me provocarían preocupación, pero como me sentía mejor predispuesto y ya sin ganas de quejarme, me aburrí de renegar conmigo mismo. Me limité a hacer mi trabajo. No fui al bar ni a ninguno de los lugares de distensión habituales. Tengo que cuidar el mango, como cualquier asalariado, entonces como siempre hay yerba en casa, tomé mate. Si de vez en cuando pago por un café, no lo hago solo por esta bebida en sí, sino porque me pongo a conversar con la gente que ya sé que va a ese lugar, y le esquivo a cualquier discusión política, por supuesto. Claro que, cuando hacés números, el sólo hecho de tomar un "cortado" por día implica un gasto considerable a lo largo del mes. Por no mencionar un atado de cigarrillos. Ambas cosas son prescindibles, por supuesto que lo sé, pero es cuestión de adaptarse a una rutina más gasolera.

 Antes de dormir, probablemente voy a dedicar 15 minutos a ver las noticias, y luego ya doy por concluido el uso diario del televisor (que son esos mismos 15 minutos). Hay muchas tonterías que me terminaron por hartar, de manera que ya las descarto dentro de lo que me puede llegar a preocupar. Es una medida de autoprotección, de no convertirme en un imán al que se le pegan todas las emociones negativas. No planifico demasiado, porque cuando te hacés una idea sobre cosas que no terminan plasmándose en la realidad, es frustrante. Y la realidad no es sólo lo que vemos, también es lo que sentimos. Cada uno tendrá sus prioridades, y por lo tanto, sabe lo que considera prioritario y que merece ser foco de su atención. La familia, la salud, la economía doméstica, los amigos, y no mucho más. Todo lo que esté fuera de esa burbuja, no reviste mayor interés.

 Cuando menos esperás de los demás, mejor te sentís. Es bueno no esperar demasiado de nadie, ni siquiera de los amigos. Lo que ellos te puedan dar, será porque te aprecian y valoran tu amistad, y eso llega por añadidura, es sabido que en una determinada instancia uno retribuirá el gesto. Pero carece de sentido ejercer una presión para que el resto de la sociedad actúe conforme a tus intereses. El resto de la gente hace su vida y no tiene vinculación con la tuya. Parece obvio, pero he visto a varios sujetos por ahí que se creen influyentes. Ahora bien, puedo afirmar esto porque me encuentro en un estado de ánimo que me permite reflexionar, pero todos tenemos días que aparece un problema tras otro y se vuelven interminables. Todos tenemos noches de desvelo. Todos tenemos pulsiones y actuamos en función de ellas, sin detenernos a pensar. La intuición no es una ciencia, ni algo infalible. Hay que actuar en base a evidencias, no a supuestos, porque no es sano intentar predecir todo el tiempo cómo reaccionará el otro. Nos estamos viendo pronto. Punto final.


21 de septiembre de 2023

Realidad confusa

 Comenzó la primavera. Nos tocó atravesar una mitad de semana destemplada en Lobos, aunque sin frío. A mayor cantidad de noticias que haya por cubrir, mejor es para mi rubro, porque implica además que debo mantenerme ocupado escribiendo sobre lo que haya a disposición. Prefiero estar en la calle haciendo notas y quedarme en casa lo justo y necesario. De esa manera, llegás cansado, te ponés a redactar, y luego podés tener un descanso natural sin recurrir a ninguna pastilla o lo que fuere.

Lamentablemente, está muriendo mucha gente joven en este último tiempo, no sé a qué causas atribuir esto porque obviamente no soy médico. Pero se ha vuelto algo casi cotidiano en las necrológicas que nos hacen llegar las funerarias locales a los medios de prensa. No es un tema fácil de abordar, todo lo contrario. Es muy sensible. Lo concreto es que se han registrado en las últimas semanas fallecimientos de personas que no superan los 60 años, e insisto: No me siento capacitado para indagar en los motivos. Pero desde mi percepción, no deja de ser preocupante, es algo que nos descoloca al vivir en un pueblo donde suele decirse que nos conocemos todos, y si a un vecino en particular no lo conozco por su nombre, no caben dudas de que en alguna ocasión nos hemos cruzado por la calle.

Quizás lo que estoy describiendo demande un enfoque multidisciplinario, pero en ese contexto habría que hacer un relevamiento serio y confiable de la salud de los lobenses. No es una utopía, es una política pública que requiere de una decisión de los distintos actores involucrados. Estarán aquellos pacientes con enfermedades crónicas, otros que tienen hábitos sedentarios, existen historias clínicas. En el caso de realizar una suerte de censo, esa información se podría respetando el anonimato, pero dejando asentado las edades de cada uno y las condiciones en que viven. En rigor de verdad, incluso si no apareciera como una inquietud válida lo que dije antes, también sería bueno implementarlo, para analizar los factores de riesgo. Una campaña de concientización eficaz puede incrementar la expectativa de vida de nuestros convecinos en la medida de lo posible. Hace tiempo que vengo reflexionando sobre esto, y el disparador para escribirlo y ponerlo en palabras surgió luego de que viera un comentario en Facebook, en el cual planteaba exactamente lo mismo. Vale decir, compartía esa preocupación. Históricamente hemos tenido una población longeva, pero se podría hacer una estadística sin que eso signifique una gran erogación económica. No sólo pensando en quienes ya partieron del mundo de los vivos, sino también en sus deudos, en sus familias. Reitero que todo lo que dije lo planteo como una sugerencia, porque datos de una determinada institución pueden existir, lo que sería positivo es unificarlos.

Doy por finalizado el tema anterior, básicamente porque no quiero caer en la sensiblería, y creo haberlo expresado lo mejor que pude. Estoy en una etapa en la cual ya no quiero discutir por boludeces. Bah, en realidad de ninguna manera me interesa discutir, pero sabemos que a veces no queda más remedio que confrontar si sentís que no te respetan o que están vulnerando tus derechos. Y un reclamo racional no debería ser motivo de confrontación, desde luego. Pero así son las cosas.

Hace unos días estábamos hablando con un amigo sobre esta moda de los bares que ofrecen un café de especialidad, una denominación que tiene como fin distinguirlo de una infusión común y corriente como todos conocemos. Y otro detalle es que esta noble bebida ya no se le sirve al cliente a la temperatura ideal. Es una tacita minúscula de café tibio, como si la idea fuera que te lo tomes rápido, con uno o dos tragos a las apuradas, para dejarle el lugar a otro. Mi café preferido es aquel que tiene buen cuerpo (es decir, que es intenso en su aroma y su sabor), y que está bueno para pedir que te preparen un cortado, no un líquido acuoso con color dulce de leche. La temperatura tiene que ser, me explicó un veterano del rubro, de aproximadamente 24 grados. La taza debe estar caliente, por supuesto, aunque no en exceso. El calor de la taza es lo que garantiza que el contenido de ella mantendrá su temperatura. No hay muchos secretos.

Todo lo que presume de gourmet, VIP, “especial”, o lo que fuere, suele ser más caro, la ambientación promedio está decorada con madera y algún tinte rústico en las mesas, y parece ser casi calcada, porque esos nuevos bares tienden a ser bastante uniformes. La clientela que predomina no supera los 30 años, ponele. Son pendejos, y a esa edad nosotros buscábamos cualquier ratonera donde vendieran la cerveza más barata y pudiéramos escuchar una banda en vivo, o de no ser esto posible, algo decente en la compactera. Porque estamos hablando de los ’90, una década que para quienes la conocimos siendo adolescentes se nos hizo diferente a lo que vino después, de un modo que no esperábamos. Es pertinente hacer esta salvedad porque después vino la debacle y la crisis, una crisis que tuvo sus orígenes casi en las mismas variables de las anteriores y posteriores. Y aunque buena parte de nosotros no teníamos que trabajar porque estábamos en la Secundaria y esa era nuestra única obligación a cumplir, no éramos tan necios como para creer que pertenecíamos al Primer Mundo, o que esa falsa sensación de prosperidad duraría para siempre.

25 años de todo eso, de haber egresado y de seguir cada uno su camino, no todos lograron reacomodarse o adaptarse a la nueva realidad. No me quiero poner filosófico porque de lo contrario toda esta nota va a parecer una ensalada. Señores, vuelvan a vender el café como lo hacían antes, por pedido de quienes ya estamos viejos y queremos leer los diarios, costumbre que acostumbrábamos ver en los viejos de antes. O en los jóvenes de ayer. Nos estamos viendo pronto. Punto final.    

19 de septiembre de 2023

Libros

 Hacía tiempo que quería reencontrarme con los lectores en este espacio, en este humilde blog, pero me surgieron complicaciones. En muchos casos es uno mismo quien se termina complicando sin la injerencia de terceros, porque se le da demasiada rosca a decisiones que bien podrían haberse resuelto sin tantos preámbulos. Pero eso sí: Con las fallas informáticas no se puede lidiar, y cuando no podés publicar tu contenido de forma óptima, hay que destinar el plazo que sea necesario a resolverlas. 

Había comenzado la escritura de un cuento durante los últimos días, pero quedó por la mitad y debería enfocarme en el meollo de lo que pretendo expresar para ir dándole forma. Estimo que, si logro finalizarlo, ya estarán completos todos los manuscritos que me interesa publicar como libro. 

Cuando leés a los grandes escritores, te das cuenta de que nunca lograrás alcanzarlos. Es como si un boxeador en ascenso quiera ser Mike Tyson. En el mejor de los casos podrás adoptar su estilo, pero mi percepción de un escritor es que tiene valor literario superlativo cuando cada palabra encaja a la perfección. Me ha pasado leyendo a García Márquez, que es casi indiscutible, pero la lectura se vuelve farragosa cuando hay demasiados adjetivos que el autor utilizó para darle colorido al relato, pero que son prescindibles. Por ejemplo, "El amor en los tiempos de cólera": Nadie puede negar que está bien narrado, pero con haber hojeado 200 páginas ya intuís más o menos cómo va a seguir la historia, es una novela romántica. Aun así, mérito que tiene es que logra despojarse del tufillo de una "novela rosa" que hasta el día de hoy tiene un público mayormente femenino. Por otra parte, bien podría considerarse una novela histórica. 

En tal sentido, lo que he notado es que tanto esas descripciones minuciosas del Caribe de antaño como la singularidad que aporta ese visión particular de amor en el transcurso de los años, me dan pie para afirmar que García Márquez se nutrió de ambos recursos para ese libro. "Pintó su aldea", como suele decirse. Todo lo que vino después y que acentuó esa tendencia, es precisamente lo que hoy (a mi modo de ver) le quita interés a una obra que en 1985 fue aclamada por la crítica. Si tenemos en cuenta que la edición de bolsillo supera las 500 páginas, es poco probable que alguien tenga entusiasmo por emprender una relectura, de principio a fin. El cuento no tiene eso, por ese motivo no sólo los escribo sino que además los prefiero. Por supuesto, es más breve, pero un ejemplar que esté compuesto íntegramente por relatos permite que vuelvas a leer un cuento específico, el que considerás que está mejor concebido por su autor. 

Lobos tiene buenos escritores, no sé si soy uno de ellos, porque hasta ahora sólo publiqué una vez y cuando pueda concretar la siguiente, yo mismo me daré cuenta si pude evolucionar. Leyendo los borradores, siento que sí, más allá de la recepción que tendrán. Pero a nivel macro, no me parece atinado poner en un pedestal a un cantante, a un artista plástico, o a un escritor, sólo por el hecho de que obtuvieron reconocimiento y éxito masivo, porque esa gente da la sensación de vivir de glorias pasadas, de lo que fueron, más de lo que representan hoy. Nos estamos viendo pronto. Punto final. 


15 de septiembre de 2023

Seremos primavera

Hay un disco de la ascendente banda de folk/rock Eruca Sativa, que más allá de la calidad del contenido, tiene un bello título: “Seremos primavera”. Estamos cerca de ser primavera. Los días se alargan, y creemos que por ese motivo nos rinde más el tiempo, aunque como toda percepción, sea meramente subjetiva. A partir del mediodía se torna caluroso, pero la temperatura todavía cae notablemente cuando se esconde el sol. Eso cambiará, desde luego, y también se espera que los próximos meses sea más llovedores. Cuando llueve en abundancia, ya no pienso que puede ser bueno para el campo o cosas por el estilo. A los grandes productores poco les importa mi situación o las de personas de una condición parecida a la mía, así que será un problema de exportación de granos que deberán resolver ellos, por más cierto que sea su incidencia en la economía del país. Es increíble que no podamos exportar absolutamente nada que no sea materias primas. Esto ya lo he afirmado varias veces, pero todo me hace pensar que seguirá así. Seguiremos importando basura china y Iphones para quienes puedan adquirirlos, no mucho más.

Pero sea como fuere, seremos primavera, y será muy bueno para despertarnos del letargo. Una etapa atravesada por un proceso electoral que fue sumiéndonos en el agotamiento, sobre todo porque flota la sensación de convivir constantemente con lo insólito y lo inverosímil. Hay que tratar de mantenerse en paz, votar cuando llegue el momento, y ya está, no queda demasiado por hacer. Es increíble (y frustrante) comprobar cómo una democracia reconquistada hace 40 años se ha erosionado de tal manera.

No vale la pena continuar debatiendo sobre los planes sociales, porque tanto las autoridades como quienes los reciben saben bien lo que hay que hacer, sólo diré que debería haber menos y mejor direccionados. No es ningún descubrimiento, cualquier persona con un criterio moderado pensaría algo similar. Si seguimos creyendo que la única forma de crear empleo es precarizando al trabajador para lograr “despidos express”, estamos orinando fuera del tarro, es la misma y eterna discusión que se oculta bajo el nombre de “flexibilidad laboral”. No es posible que cualquier empleador te eche del laburo y te den dos pesos de indemnización. Pero también es obsceno ver cómo se enriquecen los sindicalistas, que tienen fortunas en el exterior, y son presidentes de clubes de fútbol que se dedican a fundir y llevar a la quiebra alevosamente. Eliminar el Impuesto a las Ganancias suena muy lindo, pero la gran pregunta es cómo compensará el Estado esa guita que ya no recaudará. Ellos, Massa y su séquito, son conscientes de que están haciendo lo contrario a lo que exigió el FMI, pero en todo caso el problema quedará para el que venga después. Patean la pelota para adelante, y quien asuma en diciembre tendrá que hacerse cargo del costo político que implica un ajuste forzoso e inevitable. Populismo y demagogia no son exactamente lo mismo, pero tienen puntos en común, y todos los gobiernos, dirigentes o candidatos lo ejercen, como lo hizo en EE. UU. Donald Trump con una proclama ultranacionalista que llevó al país a una decadencia y al aislamiento internacional.  Hay gente que confunde ser moderado con ser “tibio”, y es un error conceptual.

Por eso, a mí nunca me van a sacar la ficha por tal o cual partido: Al percibir puntos flojos en cualquiera de ellos, mi voto es al que considero mejor candidato, no tengo ninguna vinculación ideológica, no me escandaliza lo que diga “la derecha”, y la izquierda en la Argentina en un mamarracho repleto de ingenuidades. No me caso con nadie, digamos. He votado a candidatos que ganaron y terminaron siendo un desastre, y a otros que fueron derrotados pero pese a ello demostraron ser inútiles también. Así que no hay nada nuevo bajo el sol. Ahora bien, ¿Cómo podrá la oposición, “oponerse” (valga la redundancia en este caso) a una baja de impuestos en el Congreso? Desde ese punto de vista, es una buena jugada del oficialismo. Porque lo que manda es la plata que vos tengas en el bolsillo, más que sus consecuencias para el déficit fiscal.

Lo que se conoce como “Plan Platita” es la principal carta que se juega el Gobierno, ya que no le quedan muchas herramientas o recursos a disposición. Está debilitado en todos los sentidos, pero este tipo de medidas persiguen el fin de continuar siendo una opción para el electorado y de llegar al balotaje con Milei. La devolución del IVA va en la misma línea y cualquiera debería darse cuenta de que es algo transitorio. No hay manera de compensar y sostener la merma en la recaudación por tiempo indeterminado. Si la premisa es la que quemar las naves para colgarse como sea rumbo a una segunda vuelta, nadie podría descartar esa posibilidad hoy por hoy. El 17/9 comienza la campaña, y los spots publicitarios inundarán las pantallas. Hay un empate técnico entre Milei, Bullrich y Massa, con apenas de 1 % de diferencia entre uno y otro. Y habrá un debate obligatorio de por medio, que seguramente se hará en la Facultad de Derecho. Será como correr en medio de la oscuridad: Da miedo estar en penumbras, pero apresurarse por tratar de salir de ella sin ver los obstáculos te puede llevar a pegarte un porrazo en cada zancada. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

  

 

 

11 de septiembre de 2023

Evitá volverte insoportable

Lunes por la tarde en la ciudad. Ya desde anoche estaba pronosticado un temporal de lluvia y viento para esta jornada, que finalmente no se concretó. Cayeron unas pocas gotas promediando el mediodía, y el viento mantuvo una intensidad aceptable como una fecha más, sin llegar a ser un fenómeno que genere peligro. Ya para las cuatro de la tarde, el cielo se fue despejando, subió la temperatura, y el panorama se presentó totalmente opuesto a aquel que aseguraba que el cielo que iba a caer a pedazos. 

Siempre trato de comenzar la semana preparándome de la mejor manera para afrontar las tareas que me toquen, y que no me pesan sobremanera, salvo casos muy puntuales. Si tuviste una jornada complicada y no lograste dormir bien por la noche, ya se hace cuesta arriba dejar de lado en cansancio y mantener un buen semblante al día siguiente. Pero hoy pude hacer todo lo que tenía previsto, en ese sentido no tengo motivos para quejarme. Tampoco me interesa hablar de mi laburo en esos términos porque es probable que el ocasional lector piense que me dedico a algo que me genera quejas, y en líneas generales no es así.

Además de redactar y buscar noticias de Lobos, tengo la responsabilidad de conducir y llevar a la televisión, un programa semanal. A priori no parecería representar mayores complicaciones y de hecho no lo es. El proceso previo, en cambio, muchas veces sí.

Cuando le pregunto a algún vecino si desea participar, lo habitual es que responda enseguida si puede o no. Es posible que no tenga ganas, y está todo bien. Pero cuando te cambian de libreto a último momento con muy poco margen, te dejan en banda, porque precisamente no disponés de tiempo suficiente para invitar a otro. Cabe aclarar que tanto el que desistió como el que aceptó, tienen la misma importancia para mí, es erróneo pensar que yo le hago la invitación a alguien como un “Plan B” porque el anterior me dijo que no. Algo que sí hay que mantener es una regularidad, como todo en la vida. Ser mesurado tanto en las críticas como en los elogios, si es que caben. Porque en rigor de verdad, en una entrevista televisada o de cualquier otro formato, para darle volumen al contenido hay que preguntar lo que puede ser atractivo, curioso o interesante. No hay muchas recetas. Ninguno de nosotros somos próceres o personalidades destacadas como para que nos colmen de elogios, que suelen ser inmerecidos. El día que entendamos eso para el devenir cotidiano, nos daremos cuenta con más claridad cuando nos “tiran flores” para sobarnos el lomo, y cuando realmente hay una palabra sincera.

Nunca me creo todo lo que dicen o piensan de mí, ni lo malo ni lo bueno. Soy consciente de lo que puedo lograr, y si tengo alguna limitación, sé que tengo que seguir igual. Nadie es completamente eficiente en todas las actividades que emprende, pero lo menos que se puede hacer es no claudicar en ese objetivo. Me gustaría ser mejor escritor, debo decirlo. Lo mío es meramente amateur pero lo hago con convicción, porque siempre que escribís es obvio que lo hacés que alguien te lea, y sería una negligencia y un desdén brindarle a quien paga por un libro algo que no sea tu mejor versión. Antes que eso, prefiero quedarme en el molde y no escribir nada, no necesito satisfacer mi vanidad de esa manera.  

Y hay otra cosa más importante: Que vos ejerzas una profesión, no significa que seas “profesional” en todo el sentido del término. Ser profesional contribuye a ser respetado: A los demás quizás no les agrada lo que hacés, pero si le ponés pilas no tendrán argumentos para negar que la premisa siempre es ese mismo respeto, dirigido hacia tu público y hacia tus clientes. Pienso que, si conseguimos entender esto, desde el rubro al cual cada uno se dedique, muchas cosas cambiarían. Pero llevará tiempo poner en valor la atención al público además del valor de un determinado producto. Es algo que lo he dicho en alguna oportunidad, de manera que no voy a extenderme. 

Eso sí, tampoco caigamos en la tontería de creer que “el cliente siempre tiene la razón”. Si plantea pedidos o reclamos ilógicos, yo no tengo por qué hacerme cargo de eso, como estimo que no lo harán cualquiera de ustedes. Nos estaremos viendo pronto, en el preludio de la primavera. Punto final.

7 de septiembre de 2023

El Estado bobo va camino al desastre

 ¿Cómo no reiterarse, cuando la historia se repite? ¿Cómo ser original, cuando muchos copian? Son algunas preguntas que me hago y que no están relacionadas solamente con mi trabajo. No quiero tener la desagradable sensación de que cada día es igual al anterior. Los hábitos y las costumbres se construyen como tales a fuerza de la repetición, y no creo que sea algo que esté bueno “per se”. Ahora, si hablamos de tradiciones con un basamento cultural, la cosa cambia, porque ahí sí es básico que se convierta en algo instituido.

 Si tomamos conciencia de lo poco que queda para terminar el año, y lo que hemos podido conseguir hasta ahora, el enfoque cambia. En parte, tiene que ver con lo que mencionaba en una nota anterior. Hay objetivos que se trazan desde lo personal, y otros más relacionados a la actividad laboral. Sin embargo, todos ellos están en la misma coctelera, por lo cual hay que aprender a discernir, a fijar prioridades. Yo apuesto a mejorar en todos los sentidos. Es una lucha, que no es cruel ni es mucha, como dice el tango. Se desarrolla a otro nivel.

Entre una generación y otra hay, aproximadamente, 25 años, es decir que ya existe una generación posterior a la mía, que tendrá otros intereses o expectativas. 

Era frecuente, cuando estábamos por terminar la Primaria, que nos preguntaran “qué vas a hacer cuando seas grande”. Grande en términos de edad, obviamente. Porque creíamos en la movilidad social ascendente, en que podíamos superarnos. En mi caso, me capacité para el laburo que desarrollo actualmente, como la mayoría de los que tenían mi misma edad. El tiempo pasó, habrá quienes lograron una seguridad y estabilidad económica, y otros que no están como quisieran pero lo compensan por el hecho de dedicarse a lo que realmente les gusta hacer. Es normal que eso suceda, y a esta altura casi ni me pongo a pensar qué ha sido del destino de los otros, con los que compartimos un aula cinco años. Sé que a muchos les va bien, y me complace saber que tuvieron la capacidad y la constancia necesarias para concretar ese objetivo. A mí no me va ni bien ni mal, tengo ingresos con los que puedo vivir, pero no tengo la holgura como para gastar plata sin pensarlo dos veces. Esto ha sido siempre así, debo decirlo, más allá de qué medidas económicas se hayan adoptado en un determinado gobierno. Cada uno escribe su propia historia, su destino, en base a las decisiones que adopta. Nadie está exento de pifiarla, o de apostar al número equivocado.

Las próximas elecciones, como sabemos, presentan un panorama bastante particular. Acá no se juega “Milei o nada”, o “Cualquier cosa menos Milei”. Lo veo como una dicotomía errónea. Están quienes lo plantean de ese modo y no tengo ganas de polemizar al respecto. Pero yo me resisto a los razonamientos demasiado burdos. En principio, buena parte de lo que proponen los libertarios, es inviable aun cuando ganen, lo que están poniendo sobre la mesa como reforma del Estado llevará al menos dos años (2025). Ellos mismos lo expresan en alguna ocasión, pero no profundizan sobre los aspectos fácticos. Por otro lado, aunque arrasen en las elecciones, no tendrán mayoría en el Congreso. 

 Todos buscan llegar al electorado con dos o tres consignas que sean atractivas emocionalmente, que canalicen la desazón colectiva, y eso es lo que les ha dado un rédito en las urnas. Pero si mirás en la vereda de enfrente, lo de Massa es vergonzoso. No está haciendo el ajuste que se comprometió continuar con el FMI. Devaluó un 20 % y ese fue el “free pass” que consiguió para recibir un desembolso, pero hay dos versiones del mismo personaje. El Massa Ministro, y el Massa candidato. El otro yo. En su versión Ministro, sabe que no puede seguir congelando precios u otorgando bonos, o dando beneficios a los monotributistas. En su "versión candidato", están rascando del fondo de la olla para ver si le alcanza para ofrecer algo. Será tarea del próximo que asuma (que inclusive puede ser él mismo), desactivar la bomba. Mientras tanto, hay una falsa y precaria sensación de estabilidad que está atada con alambre. No merece la pena calificar de populismo o no a la gestión actual. No conduce a nada ponerle un rótulo o etiqueta a una forma de gobernar. De hecho, hemos tenido presidentes de corte liberal que han sido pésimos.

 Pero sí es claro que los anuncios para la tribuna, por efectistas que resulten, no tienen su correlato con las magras reservas de dólares del BCRA, sumado esto a la reducción del déficit fiscal como premisa número uno que marcó el Fondo. Tengan por seguro que esto último no se concretará.

Claro que, en el hipotético caso de que ese ajuste se consumara, lo vamos a absorber nosotros, no los funcionarios. Ese es uno de los motivos por los cuales el rechazo hacia “la casta” o “la clase política” predomina a todo nivel. Ver a un funcionario nacional con un patrimonio modesto es toda una rareza. Y las sumas que manejan no hacen más que acrecentar la indignación. Es algo que pasa en casi todos los países latinoamericanos, en mayor o menor medida: La dirigencia corrupta. Pero bastantes cabos sueltos tenemos nosotros como para compararnos con Bolivia, Perú o Brasil. Uruguay escapa a esa regla y suele tomarse como ejemplo: Es un país pequeño donde las cosas se dan de un modo normal y la transición entre un presidente y otro es absolutamente ordenada, sin sobresaltos. No tienen petróleo, ni los recursos naturales que posee la Argentina. Con esas limitaciones, así y todo, lo que significa normalidad institucional y baja inflación, es impensado verlo acá. En Uruguay no hay reelección y a ningún mandatario vecino se le cruzó por la cabeza reformar la Constitución oriental para habilitar esa posibilidad. Otro error es suponer que todo se vuelve más fácil por la escasa superficie y densidad demográfica que ellos tienen dentro de Sudamérica. No tiene nada que ver, sólo es cuestión de hacerse cargo, por eso nadie que venga a la Casa Rosada después del 10 de diciembre, puede decir que no sabía qué país iba a encontrar. Si lo sabe un ciudadano común y corriente cuando va a comprar cualquier alimento o insumo, aquellos que disponen de asesores, consultoras, y estadísticas, no pueden tomarnos por boludos.

Hasta que no se deje de meter “la mano en la lata” para licitaciones direccionadas, no vamos a avanzar más. La obra pública se paga tres veces más de su valor real, y además, es deficiente y de mala calidad. Esto se advierte claramente en áreas como Vialidad, con rutas sin terminar o que no van a ningún lado, constructoras fantasma, y negociados que implican coimas obscenas, por los montos que estamos hablando. Miles de millones de pesos, que bien podrían ir destinados a construir escuelas, viviendas, o mejorar el decadente aspecto de dependencias públicas que se caen a pedazos. Esos edificios son los que requieren prioridad porque se trata de instalaciones que son de uso corriente, como salas de hospitales, aparatología, y se podría seguir enumerando hasta el hartazgo. 

En ese punto queda fuera del debate si un candidato es de derecha o de izquierda: En la medida que continúen favoreciendo a empresarios amigos (los de antes y los de ahora), por más discursos pomposos que lancen desde la tribuna, no vamos a extirpar ese tumor que está en el seno de una democracia que no ha sabido (o no ha querido), dejar de ser terreno fértil para que cualquiera pueda manotear guita de los altos impuestos que los contribuyentes pagan, a cambio de servicios cada vez más costosos e ineficaces, sean públicos o privados. En fin, no tengo ganas de continuar despotricando, sobre todo cuando para el Estado soy un voto, en lugar de un individuo de la sociedad civil. Nos estamos viendo pronto. Punto final.

 

3 de septiembre de 2023

La batalla cultural que muchos dan por ganada

 Un fin de semana raro, muy lluvioso, con pocas actividades para cubrir periodísticamente, salvo el homicidio de un vecino, de un lobense, que alteró –como es lógico- la tranquilidad pueblerina. Son esas noticias que uno nunca querría tener que dar.

 En los breves períodos que salí a la calle lo hice con el paraguas encima, lo cual resultó inútil porque justo en esos minutos no cayó una gota. Cosas que pasan. Soy experto en olvidarme los paraguas cuando tengo que ir a un lugar, y la verdad es que cuando trato de recordar dónde los he dejado ya es demasiado tarde. Es incómodo porque implica tener una mano ocupada mientras con la otra quizás tener una bolsa, pero –por supuesto- peor es mojarse y llegar a tu casa con la ropa arruinada. Al no haber sol, no hay manera de secarla, excepto con el calefactor, manteniéndolo a una temperatura baja antes de que se convierta en un trapo quemado.

Mañana voy a salir a buscar notas y entrevistas como es habitual. Algo va a aparecer, más allá de lo que son las conferencias de prensa o los actos protocolares. De hecho, mañana es el Día del Inmigrante, una fecha que durante algunos años se celebró en Lobos, después se discontinuó, pero sea como fuere, se realiza en la plaza que está frente al Hospital, si el clima acompaña. Allí hay numerosos mástiles donde se colocan banderas de diversos países que contribuyeron a forjar la historia de nuestros antepasados. Es casi una plazoleta más que una plaza, no hay mucho para ver ni para hacer. Pero todo lo que pueda transformarse en un espacio verde o de esparcimiento gratuito es bienvenido.

 Hoy por hoy, la inmigración no es más europea. En su mayoría, los que eligen la Argentina para vivir o realizar un emprendimiento son de China, algunos confines africanos como Senegal, Venezuela, Bolivia y otros limítrofes. Se supone que encuentran mejores condiciones para establecerse acá que en sus países de origen, de lo contrario no desandarían el proceso que implica el desarraigo. Siempre me pareció curioso el hecho de que los chinos pongan supermercados, no digo que esté mal, nada que ver. Me refiero a que no se dedican a otros rubros, al menos que yo sepa. Del otro lado de la moneda, están aquellos argentinos que deciden emigrar. Pero muy pocos, aunque tengan la ciudadanía, adoptan ese nuevo destino como residencia permanente. Es una oportunidad ante un escenario de crisis, pero cuando mejora un poco la situación doméstica, vuelven. Son muy escasos los que se van con un capital para invertir afuera. Si toman la decisión de irse, lo hacen para hacer una diferencia económica que no se consigue de inmediato. Ganar 1.500 euros al mes, no es un sueldo muy alto en España o el resto de Europa. Se pagan muchos impuestos, pero el Estado brinda salud y educación de calidad, por esa razón sus habitantes aceptan ese recorte en sus ingresos. Lo que se conoce como Estado de Bienestar es propio de Suecia, Noruega, Dinamarca, destinos que no son muy elegidos por los extranjeros, a decir verdad. Tienen un gran nivel de desarrollo, pero el sol está todo el tiempo, o bien anochece a las 4 de la tarde, según la época del año. Es muy difícil acostumbrarse a eso, y el idioma es un escollo también.

Prender la tele, buscar un programa, una película o lo que sea que resulte interesante, o cuanto menos entretenido. Tarea difícil. Creo que se me va a gastar el dedo pulgar de tanto hacer zapping buscando algo que valga la pena ver. Y esto tiene que ver con que, para acceder a productos de calidad, hay que pagar aparte, ya sea Netflix, Star+, y otros tantos servicios. Cosa que no pienso hacer. 

Los que manejan medios gráficos tampoco le ponen pilas para que uno acepte pagar por algo que ya dejó de ser prioridad al momento de informarse . Antes solía consumir los productos de Editorial Perfil, como el diario del mismo nombre o la Revista Noticias. Con el tiempo me di cuenta de que apelan a títulos sensacionalistas o con "gancho". Cuando vas recorriendo las páginas para buscar esa nota, no hay nada de contenido periodístico que equipare el nivel de sus mejores años. Ni hablar de lo que fue la última creación impresa que pergeñó Fontevecchia. Se trataba de un pasquín denominado "Libre", un diario barato que era una copia evidente de publicaciones similares como The Sun o The Daily Mirror.

Si hay algo que ha conseguido este Gobierno, es avanzar en la batalla cultural que dan por ganada. Sembrar la duda sobre la credibilidad de la información del diario Clarín y de otras empresas que integran el Grupo. Hay que reconocer que el lector independiente ya no se come cualquier verso, cabe recordar también lo que fue la Ley de Medios luego de un largo proceso que derivó en la creación del Afsca, terminó borrado de un plumazo cuando asumió Macri y lo reemplazó por el ENACOM. Yo sigo comprando Clarín de vez en cuando, pero mi sensación es que al diario en papel lo tienen como un mero soporte para preservar la tradición editorial, porque ya todo el staff de periodistas está abocado a escribir notas para suscriptores digitales. Uno se da cuenta enseguida cuando insisten en poner en agenda temas que no interesan o que son más que nada un posicionamiento del medio sin zanjar una cuestión de interés genuino para la sociedad. Hacen conjeturas sobre hechos improbables o emplean en exceso el uso de fuentes reservadas que en muchos casos son rumores inventados por ellos mismos cuya autoría les atribuyen a anónimos.

Por otro lado, los medios oficialistas van creciendo, y para sostenerse reciben generosas pautas publicitarias del Gobierno. Si tenés pensamiento crítico, verás que la pelea del kirchnerismo contra sus ocasionales enemigos nos mantiene como rehenes, dado que todos los días se brinda amplia cobertura a noticias a favor o en contra. Afirmando o desmintiendo. La Nación es más claro, en el sentido de que tiene una línea conservadora que no ha variado más allá de los inquilinos de la Casa Rosada.

Hago esta salvedad porque soy consciente de dónde estamos parados, no obstante me parece que hay dos poderes en pugna que impiden la difusión de noticias que nos hagan sentir un poco mejor como ciudadanos. Es un ejercicio innecesario que hagan olas sobre el malhumor colectivo: La verdad no está en la tinta y el papel, o detrás de la pantalla del celular, sino en la calle, y el periodismo debe replicar lo que pasa en la sociedad de hoy, no construir una realidad paralela. Volvamos a indagar en el dial de la radio y busquemos hallar alguna voz que -sin ser oficialista-, tampoco caiga en la obsecuencia más burda. No se trata de pedir objetividad. Pero sí está claro lo siguiente: Todos sabemos que no es lo mismo ser objetivo que parcial. Nos estamos viendo pronto. Punto final.


1 de septiembre de 2023

Primera nota del mes

 "Se nota mucho", diría el inefable Kicillof. Está clarísimo que Milei y Massa han hecho un pacto tácito de no agresión. A ninguno de los dos les conviene confrontar entre sí. Milei está más preocupado en seducir a los seguidores de JXC e ir erosionando su base electoral. Por otro lado, el candidato oficialista sabe que puede capitalizar las voluntades de quienes se muestran espantados ante un posible gobierno de extrema derecha, y se ha dado la paradoja de que, aquellos que antes no lo hubieran votado ni en pedo, ahora estarían dispuestos a tragarse el sapo que implica recibir una dosis de kirchnerismo versión 4.0. Bullrich y los suyos no saben cómo posicionarse aún, por más lobby mediático que tengan a su favor. El libertario puede transar llegado el caso, y no se inmuta por los videos de archivo donde expresa un discurso incendiario y desquiciado. Pero no nos vamos a escandalizar por las contradicciones de los políticos, o porque digan una cosa y terminen haciendo otra. Es parte de la farsa democrática. La democracia no es una farsa en sí, es un sistema de gobierno. Son sus actores quienes la han denigrado a ese nivel. Por eso cuando Milei habla de "la casta", llega con un mensaje puramente emocional aunque él (a futuro) pase a pertenecer a ella. Los privilegios y las prebendas de la clase política no se extinguirán. 

Pero vamos a retomar la idea inicial. Massa hizo los deberes, devaluó, y el FMI le dio unos mangos para ir tirando, pero como es obvio que no son ningunos boludos, el staff condicionó un nuevo desembolso a que se hagan ajustes y reformas más profundas. En plena campaña, al día siguiente post-PASO, el tigrense no tuvo alternativa que mover las clavijas mientras en las pizarras en dólar se iba por la estratósfera y el peso se convertía en la pantomima de la moneda de un país soberano. El pasado domingo anunció unas medidas para atenuar el impacto, que además de ser insuficientes, implican que los municipios y las provincias paguen bonos a empleados públicos. Al ser algo totalmente inconsulto, esas sumas son imposibles de afrontar para las provincias y distritos más pobres que suelen ser los que, precisamente, tienen mayor cantidad de personal en el sector público. 

Tema 2: Ya estamos en septiembre. Y es una ocasión propicia para ir analizando qué metas hemos podido conseguir hasta hora durante este 2023. La verdad es que, como les pasará también a ustedes, yo no quiero que este ciclo termine y quedarme con sabor a nada. Desde enero tenía en claro que no me plantearía proyectos importantes, para evitar la posterior desazón en caso de no verlos concretados. Pero eso no significa que me iba a quedar cruzado de brazos viendo como la vida me pasa por encima. Estoy seguro que si me pongo a hacer memoria, haciendo el esfuerzo de recapitular, veré que algo he alcanzado, y será motivo de satisfacción. No obstante, no caigamos en el error de pensar que "todavía estamos a tiempo", porque es un mero consuelo para hacer la plancha y no ver las limitaciones reales que tenemos. Lo único que puedo afirmar es que no quiero verme superado por la amarga presunción de que he perdido el tiempo. 

Todo lo que pueda suceder en materia política, no me va a quitar las ganas de seguir dándole pelea a lo que me toque afrontar. Es cierto que está todo mal, que es casi imposible llegar a fin de mes, que hay pobreza. Parece un combo que tiene ingredientes ya conocidos de debacles anteriores, sumado a lo impredecible. No queda otra alternativa que despojarnos de la comodidad (me refiero a apostar a lo seguro) y salir a la calle dispuestos a lo que nos toque, con los recursos que tengamos. No estoy hablando de recursos materiales que sin duda escasean, sino a la capacidad de cambiar nuestra mirada sobre lo que nos toque vivir. Probablemente he reiterado un razonamiento similar varias veces, pero sigue siendo válido. Se trata de naturalizarlo, con paciencia e inteligencia al mismo tiempo.

Todos tenemos rasgos de nuestra personalidad que le serruchan el piso a la dosis de optimismo que debería ser el combustible cotidiano de la experiencia de vivir. Nunca fui un tipo extremadamente optimista (o entusiasta), y cuando intenté serlo, me salió mal, porque me la jugué por determinadas causas que consideré valiosas y perdí. Hoy por hoy, no me asusta perder, porque está dentro de las posibilidades. En la vida se gana o se puede, no hay empates.

 Pero eso tiene ya suficiente agua bajo el puente. En otros casos, no comprendí que la resolución de las problemas no las iba a conseguir simplemente con pensar que iba a estar todo bien. Si aprendemos a no apresurarnos y a buscar el momento adecuado, se supone que arribaríamos a mejores decisiones. 

Un ser humano no actúa como el manual de instrucciones de una máquina. Por eso, insisto, lo que hay que domesticar a todo nivel es el factor emocional, con ser más mesurados es suficiente. Lo cortés no quita lo valiente. Nos estamos viendo pronto. Punto final. 

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...