Jueves por la noche en la ciudad. Hay varios grados de responsabilidad que a cierta edad es necesario asumir. Sin embargo, no dudaría en afirmar que el más importante de todos, es la responsabilidad ante tu propia vida. Ejercer un autocuidado para que los posibles excesos no terminen destruyéndote. Sobran ejemplos de personas comunes y de celebridades que no entendieron esto, o desarrollaron una adicción de la cual no encontraron salida, entre otros motivos. Luego debés ser responsable en tu laburo, no sólo cumplir un horario, sino ser eficiente. Ya sea que trabajes por tu cuenta o para otros, nadie aceptaría pagar por algo hecho sin profesionalismo.
Celebrar la vida,
implica valorarla. O quizás honrarla, como dice la famosa canción de Eladia
Blázquez. No es necesario esbozar planteos existencialistas, sobre qué viene
después. Hoy por hoy, es lo que tenemos y es nuestro mayor capital. Conozco
gente que está atravesando momentos de sufrimiento o dolor, pero que no se dan
por vencidos. Tienen la esperanza (o la expectativa) de que su situación actual
mejorará, y esa es la motivación para seguir adelante. Y hablar del sentido de
la vida, es complejo, porque muchos dirán que no sabemos para qué estamos acá
ni cuál es nuestro propósito. Si tenés hijos, o seres queridos, ellos hacen que
todo cobre sentido. Si te volcás de lleno a un proyecto laboral o a estudiar
algo, también habrá quien lo vea de esa manera, no hay una respuesta única y
concluyente ante una cuestión que el ser humano se ha planteado desde hace
siglos.
Pienso que lo más
valioso es la capacidad de razonar, discernir, decidir. Saber que el camino a
transitar dista de ser un sendero de eterna felicidad. Por ese motivo cuando te
sentís pleno, hay que capturar y atesorar esos instantes, porque no abundan. Cuando
sos adulto te toca afrontar problemas que sin duda forman parte del destino que
cada uno elija, pero que también emergen sin que las busquemos. No siempre hay
tiempo para meditar una decisión: Hay que actuar enseguida y luego se verá qué sale de todo
eso.
Sí, todos nos quejamos y es normal. Del país, de la falta de plata, de la inflación, de lo que quieras imaginarte. Y aunque se trate de razones fundadas, no podés estar así todo el tiempo porque te volvés insoportable. Me ha pasado más de una vez que deslizo alguna queja a través de este blog, o con la gente que me rodea. No obstante, si lográs tomar distancia de vos mismo y evaluar con más objetividad eso que te está jodiendo, vas a poder dimensionar si realmente amerita algo así. A lo mejor no, pero sea como fuere en un buen ejercicio mental para tener en cuenta.
Las insatisfacciones
cotidianas se compensan con los grandes o módicos logros que uno ha podido
alcanzar, y que tienen valor porque fuiste vos quien los conseguiste.
Si bien mi
vocación y mi profesión actual es el periodismo, no le cierro la puerta a
ninguna otra alternativa. Todos necesitamos plata (o realización personal), y
la única forma decente de obtenerla es laburando, ampliar el espectro. Lo más
complicado es buscar un equilibrio que me permita sumar un laburo extra con una
carga horaria que no me lleve a descuidar el anterior. Es decir, tener dos
ingresos.
Retomando lo expresado en el párrafo anterior,
los pocos empleos que se consiguen hoy (en relación de dependencia), son full
time. Y teniendo en cuenta eso, yo no podría estar en dos lugares a la vez. Eso
es lo que más me limita por ahora: El deseo que hacer una diferencia económica
que le otorgue estabilidad a mis finanzas. Aunque debo decir que no gasto
indiscriminadamente: Si no puedo, lo postergo para más adelante, siempre que
hablemos de algo que no reviste urgencia.
Si la gente
viviera ociosa, sin ninguna actividad concreta ni compromiso alguno,
sería algo parecido al Jardín del Edén. Quién sabe si la vida en sí misma no tendría el peso y la gravitación que hoy conferimos. Sería un tedio estar al
pedo, disfrutar indefinidamente de un paraíso celestial según lo que dice el
libro del Génesis. Lo que le da significado a la vida, es que existe la muerte.
Hay un final, que provoca angustia de sólo pensarlo, pero que le brinda una
razón al tiempo vital. Las creencias religiosas de cada uno difieren respecto a
lo que sucede cuando se baja el telón y nos vamos de este mundo. Y también están
los que se definen como agnósticos o ateos.
Si hay un Ser
Supremo, yo lo concibo como una deidad que prodiga misericordia y bondad, no
como un Dios castigador. Pero eso ya sería tema para un análisis más profundo y
que quizás me excede, porque no soy teólogo. Sólo diré, a modo de cierre, que
encontrar una razón para vivir es lo que te da combustible para continuar día a
día. Pero no es lo mismo encontrarle un sentido, que una razón. El sentido
encierra un proceso de introspección mucho más profundo, que sería demasiado
largo de analizar en esta nota. Nos estaremos viendo pronto. Punto final.
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