Un fin de semana
de intensa actividad en la ciudad. Es muy particular lo que sucede en Lobos, ya
que 7 días atrás había poco y nada, y de buenas a primeras parecería como si
todos se pusieran de acuerdo para hacer algo (cultural o deportivo) casi a la
misma hora. Más allá de lo periodístico, trato de disfrutar mínimamente de lo
que veo en cada lugar donde voy. Empecé a darme cuenta de que me dedicaba a
hacer mi trabajo pero que no tomaba dimensión de lo que estaba presenciando. Me
pasó el año pasado, en los festejos por la Final del Mundial. Era un momento
único, irrepetible, y sentí que yo me lo estaba perdiendo por transmitir un video en vivo. Por otra
parte, había cientos de lobenses haciendo videos por doquier, de manera que
tampoco tenía mucho sentido. Pero bueno, son cosas que se van aprendiendo con
el tiempo.
Si voy a una exposición de arte, aunque deba hacer una nota o un
reportaje, no está nada mal apreciar los cuadros, indagar en lo que el artista
quiso expresar con cada trazo. Todo ello, claro está, es lo que indica la
razón, pero cuando tenés la presión de estar en varios lugares casi
simultáneamente, no tenés mucho margen para lo que acabo de explicar.
Por otra parte,
con la campaña política a todo vapor, todo lo que se pueda hacer fuera de los
actos proselitistas nos hace bien, entiendo yo, tanto a mí como al resto de los
vecinos. Cuando llegue el momento, se votará y listo. Aventurar un resultado,
viendo lo que ocurrió en las PASO, configura el riesgo de quedar en ridículo
ante la opinión pública, al no prever variables que van más allá de la
economía.
Pase lo que pase,
habrá un ganador (al menos en el orden local), y si hay balotaje, habrá que
votar por tercera vez, lo cual es un gasto y un desgaste innecesario en la
impresión de boletas y todo el despliegue que significa un acto eleccionario.
No deberían existir ni las PASO, ni la segunda vuelta. De esa manera habría una
sola elección para definir los cargos en pugna. Pero dudo que eso vaya a
cambiar, además de que el balotaje se introdujo en la reforma de la Constitución
de 1994. Cosas que uno no logra comprender, más allá de que eran otras
épocas.
Ayer cubrí la
primera fecha de “Rock al Parque” 2023, un evento que siempre congrega buena
cantidad de público. El sábado los organizadores lograron zafar del mal tiempo, se la jugaron y salió bien.
Sería una pena que se complique este domingo, porque ya está todo listo, el
escenario armado, y la delimitación de los espacios para el público y los
músicos. Hay que hacerlo igual, excepto que llueva de un modo persistente, porque
hasta ahora han caído unas pocas gotas. Indudablemente, aquellos que se sienten
atraídos por esta propuesta van a ir de todas maneras.
Hoy fue un día
tranquilo. Quizás, recapitulando, no han faltado hechos que por lo general me
provocarían preocupación, pero como me sentía mejor predispuesto y ya sin ganas de quejarme, me aburrí de renegar conmigo mismo. Me limité a hacer mi trabajo. No fui al bar ni a ninguno de los lugares de distensión habituales. Tengo que cuidar
el mango, como cualquier asalariado, entonces como siempre hay yerba en casa,
tomé mate. Si de vez en cuando pago por un café, no lo hago solo por
esta bebida en sí, sino porque me pongo a conversar con la gente que ya sé que
va a ese lugar, y le esquivo a cualquier discusión política, por supuesto.
Claro que, cuando hacés números, el sólo hecho de tomar un "cortado"
por día implica un gasto considerable a lo largo del mes. Por no mencionar un atado de cigarrillos. Ambas cosas son prescindibles, por supuesto que lo sé, pero es cuestión
de adaptarse a una rutina más gasolera.
Antes de dormir,
probablemente voy a dedicar 15 minutos a ver las noticias, y luego ya doy por
concluido el uso diario del televisor (que son esos mismos 15 minutos). Hay
muchas tonterías que me terminaron por hartar, de manera que ya las descarto
dentro de lo que me puede llegar a preocupar. Es una medida de autoprotección,
de no convertirme en un imán al que se le pegan todas las emociones negativas. No
planifico demasiado, porque cuando te hacés una idea sobre cosas que no
terminan plasmándose en la realidad, es frustrante. Y la realidad no es sólo lo
que vemos, también es lo que sentimos. Cada uno tendrá sus prioridades, y por
lo tanto, sabe lo que considera prioritario y que merece ser foco de su atención. La familia, la salud, la economía doméstica, los amigos, y no mucho
más. Todo lo que esté fuera de esa burbuja, no reviste mayor interés.
Cuando menos
esperás de los demás, mejor te sentís. Es bueno no esperar demasiado de nadie,
ni siquiera de los amigos. Lo que ellos te puedan dar, será porque te aprecian
y valoran tu amistad, y eso llega por añadidura, es sabido que en una
determinada instancia uno retribuirá el gesto. Pero carece de sentido ejercer una presión para
que el resto de la sociedad actúe conforme a tus intereses. El resto de la gente hace su vida y no tiene vinculación con la tuya. Parece obvio, pero he visto a varios sujetos por ahí que se creen influyentes. Ahora
bien, puedo afirmar esto porque me encuentro en un estado de ánimo que me
permite reflexionar, pero todos tenemos días que aparece un problema tras otro
y se vuelven interminables. Todos tenemos noches de desvelo. Todos tenemos pulsiones
y actuamos en función de ellas, sin detenernos a pensar. La intuición no es una
ciencia, ni algo infalible. Hay que actuar en base a evidencias, no a
supuestos, porque no es sano intentar predecir todo el tiempo cómo reaccionará
el otro. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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