Llegó el jueves, y con él, un tremendo chaparrón que se extendió por no más de media hora, pero que me encontró “indefenso” en medio de la vía pública. Había calculado todo en función a una entrevista que tenía pautada para las 11.
Como acostumbro hacer, llegué unos minutos antes, y en ese ínterin se desató el breve pero intenso temporal, la persona con la que debía hacer la entrevista no estaba, andaba en bici… y pensé: “¿Qué hago? Esta lluvia va a durar bastante, y estoy a unas cuantas cuadras de casa”. Así fue que pasó lo que tenía que pasar: Esperé un tiempo prudencial con la esperanza que el entrevistado hiciera su aparición y amainara la tormenta, y al ver que no ocurrían ninguna de las dos cosas, no me quedó otra que emprender el regreso, con las calles completamente anegadas. Por supuesto, uno siempre pretende evitar mojarse lo antes posible, pero sabiendo también que en el afán de llegar rápido, sumado a mi torpeza, podía “derrapar” y terminar en el suelo otra vez. Como soy experto en caídas y accidentes tontos, decidí bancármela e ir transitando la vuelta a mi ritmo.
Es lógico suponer que, al caer tanta agua en un corto plazo, las alcantarillas o bocas de tormenta no den abasto, pero incluso en el Centro me di cuenta de que sucedía lo mismo. Y no es de ahora: Nunca nadie se preocupó por buscar una solución definitiva, lo cual es evidente, por eso estamos sin resolver una cuestión tan elemental como el escurrimiento de la lluvia y los desagües.
Y podría agregar: Para que nadie salga a decir que
estoy faltando a la verdad, guardo más de 30 fotos que testimonian lo que estoy
afirmando. Imposible circular, en hora pico y con las calles inundadas, sobre todo para
cualquier peatón o ciclista.
Conclusión: Me
perdí de hacer la entrevista, y llegué empapado a mi casa. Pero ya habrá
oportunidad, era un tema sobre el que me interesaba indagar desde hacía tiempo,
de manera que ahora tendré que contar con la buena voluntad de ese funcionario
que esperaba reportear, para reprogramar la cita. Son partes de las cosas que
te toca afrontar dentro de esta profesión.
Como habrán comprobado, estuve varios días
sin postear nada nueva en este blog, porque la verdad es que estuve abocado
a otras cuestiones, y para mí, este espacio es el lugar propicio para
reflexionar sobre temas que van más allá de la actualidad: Tienen que ver con
la vida misma, según cómo cada uno quiera entenderla. De marzo en adelante,
suelo escribir con mayor frecuencia, en parte porque hay más noticias que dan la oportunidad
para una segunda lectura, una segunda interpretación que exceda lo obvio.
Se están “acortando” los días: Paulatinamente las horas de luz solar se reducen para dejar su lugar a un anochecer cada vez más prematuro. No es ninguna novedad dado que ocurre todos los años, pero a veces mirás el cielo y te toma por sorpresa.
Ya no siento tanta expectativa como antes respecto del fin de semana. Lo tomo como una posibilidad para descansar un poco más del resto de los días, y disfrutar de alguna actividad cultural, lo cual tiene un doble objetivo porque a su vez me dedico a cubrirlas periodísticamente. En lo que respecta a mis salidas nocturnas, ya van menguando en la medida que uno busca otros intereses.
Había un lugar que me gustaba y que frecuentaba bastante, al Bar de La Porteña (hace 10 años o más), porque me sentía a gusto y los precios eran razonables. Al principio la música era “de primera”, hasta que se les ocurrió pasar reggae noche tras noche. Esa sería la única objeción que le haría. Tomar una cerveza y escuchar música en compañía de amigos era un plan sencillo pero gratificante. Después, el que quería, seguía la noche en el boliche o se iba a su casa.
Todo lo demás que uno quiera imaginarse es parte del encuentro, de que haya buena vibra, buen ambiente. Porque los buenos momentos no se construyen solos, requieren de personas que estén en la misma sintonía y que te permitan dejar de lado -aunque sea por un rato-, la rutina de la semana. Algunos lo tomarán como un escapismo, para otros será un espacio de distensión. Siempre es bueno socializar y honrar la amistad con una mateada, con un café, con lo que sea. Es lo único que nos podemos llevar de esta vida: Los afectos. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario