Hay gente que
reacciona de un modo desmesurado ante cualquier nimiedad. No sé si son muy susceptibles
o qué. Después están aquellos a los que les podés decir cualquier cosa pero no
se dan por aludidos, o se hacen los boludos porque saben que tenés razón. Yo
antes me ofendía fácilmente ante un comentario negativo, o más que ofenderme,
me ponía mal esa apreciación de un tercero. Hoy sólo les doy importancia a esos
dichos en la medida que provengan de personas cercanas. No me puedo hacer cargo
de todo lo que el resto piense de mí, y tampoco me considero tan importante
como para ser objeto de habladurías. En este receso de verano, voy pensando
acerca de la próxima temporada de mi programa de TV, que no sé si se
concretará, porque hasta que no consiga invitados nuevos (que no hayan estado
antes) me parece que caería en la repetición de un formato que es muy difícil
de manejar con soltura, como es la entrevista.
Para la gráfica
estoy bastante entrenado, pero la tele te exige mucho más, aunque parezca que
es más sencillo. La forma de dirigirse a una persona en una pantalla amerita el empleo de otro tipo de recursos. En un reportaje de audio, hay palabras que se cambian
sutilmente al transcribirlo para que la lectura del texto sea más amena y llevadera. En el medio
audiovisual, en cambio, todo lo que vos preguntes y lo que te vayan a responder
está mucho más expuesto, sobre todo si no hay un gran trabajo de edición. Por
lo general, los programas que yo hago no se editan demasiado, salvo que alguien
pida que se elimine una determinada parte porque se arrepintió de lo que dijo.
Me gustaría, como un desafío personal, que saliera al aire en vivo, ya que
hasta ahora han sido todos grabados. En un vivo, si metiste la pata, estás al
horno: Ahí no hay edición que valga, y tenés que esmerarte mucho más para que
no se vuelva pesado. Irla remando sobre la marcha, digamos. Y para remontar una
entrevista que cayó en punto muerto es necesario tener oficio, o cancha, como
gusten llamarlo. Ir cambiando de tema pero que no parezca forzado, sino que fluya
dentro de la conversación.
Si desgrabar un audio insume tiempo, presenciar un programa de 40 minutos en calidad de espectador es una experiencia que sólo deja saldo favorable si lo sabés manejar. Siempre hay que pensar en el receptor, en esa persona que te está leyendo o viendo por televisión. Se pueden abordar temas complejos (si la situación lo requiere) sin caer en el error de pretender banalizarlos. Lo banal suele ser simple de entender, pero para el periodismo eso no va. Es inadmisible que si se habla de economía, por citar un caso, se pretenda hacer un análisis liviano y carente de seriedad. Y no es que la economía en sí misma sea difícil de entender, sino que los fenómenos a lo que está ligada repercuten a todo nivel en la vida cotidiana. Los impuestos, las tasas, las tarifas, el dólar, la inflación, y la lista podría seguir. Cualquier gobierno adopta medidas, se supone, en función de un determinado plan. Y si llegan al poder sin un plan, son un mamarracho. Las consecuencias se ven en el corto plazo, no hace falta esperar mucho para darse cuenta de que fueron unos improvisados. Un país no puede quedar librado a la buena de Dios.
Todos quieren ser presidentes y salir en los
diarios como si fueran próceres, pero si no conforman un equipo de ministros y
funcionarios que sea sustentable, nos encontramos en la antesala del fracaso.
Ha tenido gobiernos muy malos desde el punto de vista del bolsillo pero que al
menos trajeron alguna mejora en el plano institucional, como fue el caso de
Alfonsín. Los radicales nunca le encontraron la vuelta a la economía, y se
olvidan de que la gente necesita previsibilidad para ahorrar, para hacer las
compras de todos los días, para depositar en un plazo fijo, o para comprar un
producto en cuotas. Por eso, cuando aparece un candidato, hay que prestar
atención si es que algún periodista le pregunta por sus posibles ministros. De
lo contrario, sería un régimen personalista que no brindará señales de
confianza hacia sus representados. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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