Vamos cerrando el primer capítulo de este 2019, que en su mes debut se hizo bastante duro de sobrellevar: cortes de luz constantes, temperaturas altísimas, una recesión económica cada vez más pronunciada... sin embargo, hay que seguir adelante como se pueda. Realmente hacía años que no padecía el calor como el 28 y 29 de enero, fueron dos días que seguramente perdurarán en mi memoria por motivos poco gratos. Dejando de lado estas cuestiones, este primer tramo transcurrió con tranquilidad, quizás demasiada para mi gusto, ya que tengo que publicar noticias todos los días y hay algunos en que el calmo devenir pueblerino se torna insoportable. En abril, si todo sale bien, comenzaré a dictar un Taller de Comunicación Social, aunque prefiero no adelantar muchos detalles ya que todavía está muy "verde", hasta que tenga todo confirmado. Como suele suceder, febrero pasará rapidísimo, como un pedo en la mano, y aterrizaremos (un poco desconcertados) a la locura inherente a marzo.
Siempre me ha costado aceptar el paso del tiempo, de hecho me cuesta creer aún que estemos en 2019, un número que parece de ciencia ficción. Sin embargo, cuando te mirás al espejo del baño todas las mañanas, las huellas de esos años son irrefutables. Ojalá en un futuro se inventen máquinas accesibles al presupuesto promedio que retarden el envejecimiento, para poder vivir dignamente los últimos cartuchos que nos quedan. En varios países europeos ya se está investigando sobre esto, pero no son precisamente "máquinas" sino tratamientos carísimos que tampoco implican que vayamos a beber de la eterna juventud. Por supuesto que uno espera los mejor para sí mismo y para los demás, pero ello debe estar sustentado en algún cimiento, de lo contrario es una vana esperanza. En resumen, a todos nos hace falta un poco de satisfacción, distensión, y descanso, para poder rendir mejor en el laburo y que no todo sea cumplir un horario determinado hasta que llegue la jubilación.
Como mencionaba a fines de 2018, para este año en ciernes no me he fijado ninguna meta concreta, tengo varias que me gustaría ver plasmadas pero no las pongo en un primer plano, hay que tener estabilidad y fortaleza para soportar el envión, el oleaje, y no decaer en en intento. Quizás por eso, admiro a las personas que tienen tolerancia a la frustración, ya que no es mi caso. Por lo general, si algo no funciona o me sale mal, se me hace cuesta arriba volver a intentarlo.
Aún así, cierro esta breve nota ratificando mi deseo de que sepamos ser capaces de votar a gobernantes idóneos, ya no hablemos de honestos porque eso no abunda. Pero -al menos- que sepan qué medidas tomar para sacarnos del pozo. De otro modo, seguiremos hipotecando el futuro y sumidos en el desánimo y la desazón. Porque la gente no está contenta, y eso se palpa en la calle. Punto final.
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