28 de marzo de 2020

Llegó el Nuevo Orden Mundial

Hasta hace no mucho tiempo, nos llegaban noticias devastadoras de Venezuela. Gente haciendo cola para comprar papel higiénico o insumos esenciales, desabastecimiento, remarcación constante de precios, inflación alta. Pues bien, aunque las comparaciones son odiosas, ese es el futuro de la Argentina si se extiende la cuarentena hasta fines de abril, como publicó hoy el diario Infobae. 

No hay Pyme, comercio, ni pequeño emprendimiento que resista dos meses de inactividad. Por más incentivos y subsidios que otorguen, esto tiene un costo que se paga con la salud. Nos libraremos del virus quizás, pero sobrellevar casi dos meses de aislamiento provoca un trastorno considerable en cualquier persona. Esto no es joda. Ya hay varios casos en los que se vuelve imposible pagar un alquiler, los impuestos, los servicios públicos. Aunque los prorroguen, esto en algún momento va a explotar, y no quiero estar allí cuando suceda. 

El Nuevo Orden Mundial, la peste del siglo XXI, y tantos otros calificativos que hemos escuchado, pueden ser válidos o no, pero no nos alcanzan para entender lo que está sucediendo. Si sobrevivimos y llegamos a viejos, nuestros nietos no van a poder creer lo que hemos pasado cuando se los contemos. Seguramente, en unos años aparecerán miles de libros que tratarán de analizar o de decodificar esta aciaga realidad. 

Todo lo que conocíamos se va cayendo como un castillo de naipes. Es un escenario nuevo, no es una guerra convencional entre países que se disputan un territorio. 

Hoy vemos cómo los yanquis perdieron la brújula, tienen el poderío militar para destruir y pulverizar al resto del mundo, por un momento se dieron cuenta de que están tan vulnerables como el país más pobre del planeta. Italia se ha llenado de mendigos y de personas en situación de calle. España está en estado de alerta. Se trata de una crisis global, que nadie puede predecir. Si aparece una droga o vacuna efectiva, tendrán acceso a ella las naciones más ricas, y tardará en llegar considerablemente a lo que conocemos como Tercer Mundo. 

Soy partidario de que la cuarentena termine cuanto antes, y que si hay que usar barbijos o cualquier método de protección para transitar por la vía pública, que se haga. Que la Policía controle como lo ha venido haciendo hasta ahora, realizando una labor ejemplar. Pero flexibilizando el régimen de aislamiento, sobre todo por las personas mayores, a quienes les queda poco tiempo de vida. Punto final.  

25 de marzo de 2020

El mayor desastre en la historia de la humanidad

Estamos asistiendo a un fenómeno mundial sin precedentes en la historia de la humanidad. Varios analistas no han dudado en llamarlo una "guerra biológica". Los países centrales de Europa están en crisis por el Coronavirus, la pandemia se extiende cada día más, y hoy el foco está puesto en EE.UU. Argentina ha adoptado medidas tendientes a que el impacto de esta enfermedad sea el menor posible. Tenemos un cifra relativamente baja de víctimas fatales, 8 muertos, pero se estima que el pico de contagios recién se alcanzará en mayo. 

En lo que respecta a Lobos, habría que flexibilizar el horario comercial, que actualmente es de 8 a 18 hs. Si vos trabajás, vivís solo, y llegás tarde a tu casa, no vas a tener forma de comprar los alimentos básicos porque tu horario de trabajo coincide o se superpone con el de los negocios. Estamos viviendo el quinto día de cuarentena y por momentos pierdo la noción del tiempo, ya que me parece que hubiera transcurrido más de una semana. Nuestro cuerpo no está acostumbrado al sedentarismo, excepto en el caso de los ancianos. En este contexto, hay que agradecer el hecho de contar con un plato de comida todos los días, porque todo parece indicar que lo peor está por venir. Habrá sectores de la economía que no podrán resistir la pérdida que implica no facturar, y que deberán cerrar. Me siento angustiado al igual que muchos lobenses, porque en escenarios como éste lo que menos abunda son las certezas. No sabemos con qué nos encontraremos mañana, es todo imprevisible y confuso. Nunca nos tocó vivir algo semejante, por lo tanto es lógico que no sepamos cómo reaccionar. Sólo cuando atravesás algo así, te das cuenta de que la vida vale la pena, de que caminar tranquilo por la calle sin ningún sobresalto es sano y hace bien, del mismo modo que ir al gimnasio, nadar, tomar un café, lo que fuere...estamos muy debilitados como sociedad, porque nunca tuvimos una cohesión, nos hemos comportado siempre como un grupo de millones de argentinos que hace cada cual lo que quiere. Es entonces cuando te das cuenta del déficit de hospitales de tenemos, de la falta de respiradores, lo cual es señal inequívoca de que durante años nadie invirtió en la salud pública y se robaron la guita. 

En momentos difíciles y apremiantes, surge lo mejor y lo peor de las personas. Al igual que en la guerra. Hoy estamos en guerra con un enemigo invisible que nos oprime al punto de obligarnos al aislamiento. A confinarnos en nuestras casas mientras el tiempo transcurre a cuentagotas. Y como mencioné en otra nota, lo que más se contagia es la tristeza, la ansiedad, y la depresión. No seremos los mismos cuando pase el temblor, y si nos seguimos comportando de la misma manera, significará que no hemos aprendido nada y somos tan estúpidos y egoístas  como hace 50 años. Esperando que nos digan qué hacer y sin poder tomar decisiones por nosotros mismos. Ojalá que cuando toda esta pesadilla termine, las plazas, los parques, las canchas, los clubes, exploten de gente. Vamos a celebrar que hemos ganado la batalla más dura que el disparo certero de un fusil. Punto final. 

23 de marzo de 2020

Cómo se vive un otoño en cuarentena?

De a poco voy acostumbrándome a este aislamiento obligatorio, en una situación de crisis que nunca me había tocado atravesar en mi vida. A ello se suma el panorama desolador de los comercios cerrados, las colas en los supermercados, los "vivos" de siempre que remarcan los precios de los artículos de primera necesidad. Hay gente que está dispuesta a pagar cualquier cosa por un frasco de alcohol en gel, en lo que a mí respecta no les voy a hacer el juego a los especuladores, me lavo las manos todas las veces que pueda y cuido mi higiene personal. Otra cosa no se puede hacer. Trato de mantenerme activo en estas "vacaciones domiciliarias" con todo aquello que antes no podía hacer por falta de tiempo. Algo que lamento es haber vaciado la "Pelopincho", no pude prever que todavía este otoño en ciernes nos brindaría días bastante calurosos. Debemos tener el temple y la fortaleza necesarias para sobrellevar este estado de emergencia sanitaria. Aprender a adaptarnos a un nuevo escenario, que nunca conocimos, pero que hoy nos interpela con la cruda realidad. Además, esto va para largo: se extenderá, como mínimo, hasta el 11 de abril.

En la nota anterior, comenté que me preocupaba mi situación económica y toda la plata que voy a dejar de facturar a causa de estas decisiones que tomó el Presidente. Pero sé que saldré adelante, más tarde o más temprano, y tendré nuevamente la rentabilidad que solía recibir como propietario de un medio de prensa. Hoy más que nunca, hay que manejar con mucho cuidado información sensible para no alarmar a la población. No tomar nada que haya sido publicado en las redes sociales. Chequear los datos todas las veces que se requiera hacerlo, y si alguien lo hace antes en el afán de conseguir una primicia, no es relevante para mí.

Una familia tipo que vive en un solo hogar y que antes de la pandemia no se llevaba bien, tendrá que fijar mínimas normas de convivencia hasta tanto se declare el fin de la cuarentena. "Afectivizar" el vínculo. Hay que apechugar, no queda otra.

Debemos recordar que la inteligencia en el ser humano no está dada por los conocimientos adquiridos, sino por la capacidad de adaptarse a situaciones adversas, muchas veces no buscadas. Ante un panorama como este, la gente tiende a fumar y beber en exceso. Seamos moderados, porque hoy el foco de la atención de salud está en otro lado. Si recibís un mensaje por WhatsApp de supuestos casos de Coronavirus en Lobos, borralo y no lo compartas, o consultá a las autoridades. Evitemos caer en la psicosis colectiva. Reconozco que es difícil, pero si todos asumimos el compromiso podemos lograrlo. Punto final. 

21 de marzo de 2020

Segundo día de cuarentena en Lobos

Sábado con sol radiante y mucho calor en la ciudad. Al igual que el resto de los ciudadanos, estoy encerrado en mi casa, sólo salgo si necesito algún medicamento o para hacer las compras en el supermercado o almacén. No obstante, al ser trabajador de prensa, tengo que informar de lo que está pasando. Los periodistas estamos exceptuados del aislamiento previsto en el Decreto Presidencial (ver artículo 6° inciso 9), pero eso no significa que estemos deambulando por la calle al pedo. Al menos en mi caso. Paradójicamente, me siento más fatigado que cuando salía todos los días en bici por cualquier motivo o para hacer actividad física. Estoy redescubriendo libros cuya lectura había quedado postergada, escuchando mucha música, y consulto los portales de los grandes diarios una o dos veces, no más. El hecho de hacerlo me genera gran zozobra y preocupación, pero no vivo en una burbuja. 

Por supuesto, considero que la cuarentena es la mejor medida que se pudo tomar. Haber declarado el estado de sitio hubiera sido una locura. Pero esto me causará a mí, como a muchos monotributistas y comerciantes, un quebranto económico. Yo vivo de los auspiciantes, y si un negocio estuvo parado 15 días por los hechos de público conocimiento, no podrá solventar el gastos de sus proveedores y menos de sus clientes publicitarios. Se cortó la cadena de pagos. Si vos tenés un bar, trabajaste sólo 15 días en marzo y llega el 1° de abril el camión de la Coca Cola o de lo que sea, ¿Cómo vas a hacer para pagar? ¿Quién va a ir a una inmobiliaria en este cuadro de emergencia, si es que queda alguna abierta? Tengo créditos por pagar, deudas como cualquier ciudadano, el pago del Monotributo, luz, gas, agua...Lo fundamental es preservar la salud, insisto, pero me genera incertidumbre pensar cómo será el día después. La industria está paralizada. En la Argentina hay mucho trabajo en negro, así que andá a cantarle a Gardel para que te reconozcan el pago de un sueldo completo si a tu empleador no se le antoja. Apoyo incondicionalmente al Presidente en todas las decisiones que ha tomado, pero se debe mitigar el impacto en la economía doméstica. No hablemos de los Gerentes o de los CEO's que cobran sueldos exorbitantes, hablemos del laburante común. 

Este mes, con suerte, voy a "salir hecho", como se dice en la jerga. Cero ganancia. Ya me la veo venir, porque me estoy gastando los escasos ahorros que tengo esperando que pueda cobrar algo el mes que viene. Si prorrogan la cuarentena, voy a tener que bajar la persiana porque se volverá insostenible, o muy poco rentable. He pasado épocas peores, pero a medida que uno se va consolidando en su rubro aspira a mejorar y prosperar. No puedo dictar clases particulares de Inglés, en este contexto. Tampoco me quedo solamente con aquello que ya sé, este año me anoté para realizar un curso en el Centro de Formación Profesional pero obviamente, está cerrado. Tengo la amarga certeza de que, en el corto plazo, eso no será posible. Mientras tanto, cuidémonos entre todos. Gracias, gente. 

18 de marzo de 2020

Capítulo 1: La tristeza también es contagiosa

Estoy sano, pero al límite de mis fuerzas. Sinceramente, nunca viví una situación como la que los argentinos estamos afrontando. Desde la faz profesional, trato de informar con claridad para que la mayor cantidad de lectores puedan adoptar las medidas necesarias. Pero insisto, si bien en mi vida me ha tocado pasar por muchas cosas ingratas para comunicar, esto me supera. Me cuesta dormir, me cuesta desenchufarme por un rato y ver una película, porque a cada rato "caen" una catarata de mails y mensajes de WhatsApp de autoridades sanitarias, además de nuevos decretos y comunicados. Creo que el Presidente Fernández ha tomado las decisiones correctas, y es una tontería ya pensar que hubiera pasado si esto hubiera sucedido durante el gobierno del "Gato". El ejercicio contrafáctico de la historia es inútil para estos casos. Estamos en el aquí y ahora, en un 2020 que promete un crudo invierno, un año maldito que no será recordado de la mejor manera en la memoria colectiva. 

Yo no puedo permanecer en cuarentena, tengo que salir a la calle a trabajar, tomo las prevenciones que el caso requiere, pero no puedo parar la actividad laboral porque vivo de esto. Y seguramente esta economía a media máquina me causará un perjuicio económico importante, porque los comercios que no puedan facturar como lo venían haciendo habitualmente achicarán o recortarán gastos de pauta publicitaria. Este es el marzo más duro y difícil que yo tenga memoria. Estamos viviendo el "Nuevo Orden Mundial". Los países más desarrollados muestran una vulnerabilidad inusitada, los enfermos mueren como moscas, no hay respuestas, no hay vacuna aún, no hay nada. Sólo desesperación, y la zozobra de despertarse cada día viendo que esto va para peor. Los memes por facebook se vuelven repetitivos e insoportables, casi ni entro a las redes por ese motivo. La gente comparte cualquier cosa, o bien "copia y pega", se viralizan imágenes que ni siquiera son de la Argentina. Nos llega un audio de WhatsApp que nadie sabe de dónde salió y un comerciante chino tiene que salir a desmentir a los medios que familiares suyos hayan ingresado recientemente al país. Los negocios no venden nada, la economía se derrumba, aquel que puede acumula provisiones como si fuera el diluvio universal o se las fueran a llevar al Arca de Noé. Nada de eso existe. Sólo el reflejo que una sociedad enferma, que tiene las prioridades trastocadas, enferma de antemano porque la pandemia sólo mostró la peor cara de las miserias argentinas. Yo no voy a bajar la guardia, seguiré informando todo lo que esté a mi alcance, pero créanme que uno también está agotado. Más de uno va a tener que hacer terapia por largo tiempo para superar esto. No es un desastre natural como una inundación, es un virus letal (aunque de baja tasa de mortalidad) que nos acecha con las noticias desde que suena el despertador hasta que llega la noche y tratamos de pegar un ojo. Disculpen si estoy haciendo un poco de catarsis. Punto final. 

16 de marzo de 2020

El milagro argentino

Disculpen si consideran que mi proceder es un poco infantil, pero decidí no ver más televisión ni entrar a los portales de Internet, salvo por razones de trabajo. No puedo ser cómplice de esta locura que se está viviendo. No estoy preparado para afrontar un aluvión de información que no aporta nada nuevo en rigor de verdad, ya que las medidas de prevención son conocidas por todos. No voy a salir en estampida a comprar al supermercado litros de lavandina o de alcohol sólo porque otros lo hagan, en primer lugar porque mi presupuesto no me da para hacer grandes compras, y en segundo lugar porque no es de mi interés hacerlo. Acumular mercadería al pedo como si viniera el fin del mundo no es la idea, y si nos regimos por la ley de oferta y demanda, los miserables y especuladores de siempre aumentarán los precios cuanta más gente busque todo un arsenal de desinfectantes. 

Necesito priorizar mi salud mental antes que cualquier cosa, por lo tanto no soy un cobayo o un hámster que durante horas está idiotizado mirando una pantalla y dejando que nos la cuenten como ellos quieren. Todos sabemos cómo cuidarnos, basta de agitar fantasmas donde no los hay. Lo más frustrante es que esto recién empieza. Soy responsable de mis actos al igual que cada uno de ustedes, y por lo tanto no voy a dejar que me vendan cualquier "pescado". Es la primera vez en mi vida que no quiero pensar en el futuro. El hecho de hacerlo no me provoca miedo, sino ansiedad e incertidumbre. Pero como dice el título de una conocida canción, "Me puedo programar". La mente domina todo. Si vos sos la vieja en chancletas chusma del barrio ("me dijeron que...", "me enteré que...") vas a propagar rumores infundados y vas a alimentar este desconcierto. Hace falta una dosis, pero no de medicamento alguno: una dosis de razón. De pensar antes de actuar. De cuidarte sin caer en la desesperación. No me cabe ninguna duda de que mucha gente está entrando en una profunda depresión, en buena medida consecuencia del discurso uniforme de los medios dominantes. Vos tenés el control de la tele: podés ver una película o poner Crónica TV las 24 hs. Te aseguro que un poco de distensión en estos momentos no te va a venir nada mal. Gracias por vuestra atención, punto final y es la última nota que dedico a este tema. 

14 de marzo de 2020

Oxidado y en la catrera

Sábado 14: Un día horrible en la ciudad, con lluvias durante buena parte de la mañana y un clima desolador en la calle. Debido a las medidas adoptadas, no habrá apertura de bares, restaurantes, ni boliches, con lo cual tendré que acostarme a buscar algo que me entretenga hasta que me venza el sueño. No es la TV, precisamente, ya que el Coronavirus parece haberse convertido en cadena nacional. No hay un solo canal que no se refiera al tema, algunos con más rigor periodístico que otros. De manera que este fin de semana Lobos se volverá una "ciudad fantasma", y uno se pregunta: si el argumento es que no pueden estar dos personas sentadas cerca, por qué se prohíbe el acceso a los bares, y no a las combis, o cualquier transporte público. Y en los comedores escolares los chicos suelen sentarse juntos, así que estamos en la misma situación. Nunca se mide a todos con la misma vara o criterio. Esta decisión fue absolutamente desacertada y carente de sentido común. Porque la gente que hoy o mañana comparte un asado con amigos también podría contagiarse. Párrafo aparte, tampoco clausuraron un conocido supermercado lleno de lauchas, como pudo verse en un video que se viralizó rápidamente. 

Por eso, considero injustas, o parciales, estas determinaciones del Municipio, que ofenden la inteligencia de cualquiera que entre a Internet y se informe del Coronavirus. Y hoy estoy "oxidado", como dice el título de la nota, sin poder salir a ningún lado, y sin poder redactar nada para mi diario porque han suspendido casi todas las actividades. Ni siquiera en Buenos Aires se han manejado de una forma tan estricta y desigual. "Están pasando demasiadas cosas raras para que todo pueda seguir tan normal", decía Charly García en una célebre canción. Pues bien, yo pienso lo mismo, el grado de mortalidad del virus es infinitamente más bajo al de otras enfermedades, sin embargo seguimos al rebaño y nos ponemos a la defensiva por lo que vemos en Italia o España, donde ahí sí no es joda. La solución (o paliativo) sería que acá cierren las fronteras y listo, por un tiempo indeterminado, y quienes deban viajar sólo lo hagan por motivos comerciales o de transporte pesado. Nada más. Ojalá se termine esta pesadilla y mañana nos despertemos hablando de otra cosa, sin subestimar lo que pueda pasar pero no creando un estado de psicosis que nos está enfermando más que cualquier virus. Señores, si se dedican a la salud pública en calidad de funcionarios, reflexionen un poco. Hagan más y hablen menos. Punto final. 

13 de marzo de 2020

Cuidémonos entre todos y no seamos alarmistas

Trato de abstraerme un poco de la paranoia que está generando el Coronavirus, la cual de algún modo es comprensible dado que supera ampliamente todo lo que yo había vivido hasta ahora: el SIDA (en los '80), la Gripe A, y otras enfermedades no habían provocado en su momento la misma alarma que este virus potencialmente mortal.

Tomando los recaudos necesarios, no hay motivos para exacerbar la preocupación, quizás algo que nos cuesta un poco es no poder compartir el mate, que es la bebida más social y más consumida por los argentinos. En casa seguimos tomando mate porque somos una familia tipo y todos estamos sanos, pero en caso de que haya alguien ajeno al grupo familiar habrá que beber otra cosa.

Aun antes de que se diera este brote masivo, siempre tuve el hábito de higienizarme las manos y otras partes del cuerpo, de manera que no representa un cambio de costumbres para mí. Es razonable que exista preocupación, pero se está generando una bola de nieve y una psicosis colectiva a consecuencia de los grandes medios que adoptan un tono excesivamente alarmista. Lo positivo es que no se trata de una enfermedad de transmisión sexual, podés hacer el amor con tu pareja sin problemas.

Habrá que pasar el fin de semana buscando nuevas alternativas, ya que no habrá atención al público en bares, restaurantes, y locales de comidas. Tampoco abrirán los boliches y cines. Buena oportunidad para ver películas y para mantener el bocho activo con la lectura de aquellos libros que creíamos olvidados en un cajón. A mi modo de ver, las autoridades deberían haber suspendido las clases por un mes, al menos, en lugar de andar con este "tira y afloja" entre Nación y Provincia. 

Todas las publicaciones de las redes sociales que se replican una y otra vez, son las responsables de la información errónea y del alerta exagerado de la población. Sin mencionar que provoca hastío y hartazgo ver que muchos no comprenden de qué se trata realmente el coronavirus. Tomándolo con un poco de humor, podríamos afirmar que Michael Jackson fue pionero en el uso del barbijo con su comportamiento excéntrico. Los únicos que tienen palabra autorizada para hablar del tema son los médicos y los epidemeólogos, ya que están abocados al estudio y evolución de los factores de riesgo.

Como dije en una nota anterior, nada me fastidiaría más que estar aislado o "en cuarentena", soy una persona bastante activa y estar 15 días encerrado es algo que no me entra en la cabeza. Es la primera vez en años que la gente no habla del default, del riesgo país, de la cotización del dólar y la inflación. Todo ello ha quedado relegado a un segundo plano porque, ante el riesgo de perder la salud, nada más tiene sentido. Punto final. 

10 de marzo de 2020

Trabajando a full es la única manera de cosechar buena siembra

La semana comenzó tranquila, realizando mi rutina habitual que consiste en tener producción periodística y buscar información. Al igual que en el rating de la tele, en los portales digitales también se vive el "minuto a minuto". "El que pega primero, pega dos veces", vale más el impacto de la inmediatez que el rigor al momento de redactar o de chequear algún dato que a futuro puede resultar determinante. Muchas veces, antes que poner trascendidos, prefiero no escribir nada, aunque en mi fuero íntimo sepa que me estoy perdiendo una primicia. Esto se da sobre todo en las notas policiales, donde hay que ser muy cuidadoso porque se está nombrando a personas que cometieron un delito pero que siguen siendo inocentes hasta que no sean condenadas por un Juez. Por supuesto, se puede hacer una excepción cuando hay pruebas suficientes que comprometen al imputado en cuestión, pero siempre en su carácter de imputado, no de culpable. En fin, yo no estoy para dar lecciones de periodismo, respeto a mis colegas y cada cual tiene su forma de trabajar. 

Ultimamente me da mayor satisfacción realizar notas a vecinos que vemos en la calle todos los días, pero cuyas historias de vida desconocemos. Casi todos empezaron desde abajo, o bien heredaron una empresa o comercio. Ambos desafíos presentan su dificultad. Empezar desde cero significa para el "derecho de piso", ganarse la confianza del público o del consumidor, ofrecer buenos precios. Y el caso de la herencia, implica mantener los estándares de calidad de los antecesores para que la "marca" siga siendo elegida por la sociedad. 

Yo no podría decir cabalmente que empecé desde cero porque conté con el invalorable apoyo de mis padres, que me dieron impulso para capitalizar mis conocimientos en un diario digital. La historia ya la conté varias veces, pero bien vale la pena recordar que en 2006 mi papá y yo nos lanzamos a la aventura de romper con lo que hasta ese momento había en Lobos. Si lo logramos o no, quedará a criterio de quienes nos leyeron y acompañaron. Compramos una cámara de última generación para aquellos años, y apostamos a un gran despliegue fotográfico. Básicamente, yo redactaba las notas y mi papá cargaba el material a la Red. Pero, como todo en la vida, hay momentos de desgaste, y mi viejo lo sintió más, dado que era una responsabilidad que con toda justa razón no quería seguir asumiendo para disfrutar de su jubilación y de sus ratos de ocio. Estuvimos 10 años con este proyecto. Y en 2017 nació LOBOS 24, la página Web que actualmente administro y dirijo. Por ese motivo me refería a la cautela que uno debe tener hasta asegurarse que los hechos sean ciertos y comprobables con una documentación que los respalde. 


Cuando vivimos momentos de zozobra, no nos queda otra alternativa que pensar que el futuro puede ser mejor. Que no es ni más ni menos que la esperanza.  Ya sea a largo o a corto plazo, saldremos adelante. Por supuesto, no tenemos certeza alguna de algo que todavía no ocurrió, pero es una "tabla de salvación" que en muchos casos sirve para no bajar los brazos. Puede ser que hoy no haya sido un buen día, o que quizás los últimos meses nos haya ido realmente mal. Pero estoy convencido que "lo que vendrá" es lo único a lo cual podemos aferrarnos. Si un cliente (anunciante) decide darse de baja, ya llegará otro, pero obviamente las cosas no vienen solas. 


Todos tenemos derecho a disfrutar de la vida, a ilusionarnos, a soñar. Y no podemos permitir que nadie nos quite esos derechos en este breve tránsito por este mundo. Hace unos meses escribí una nota aquí, que sostenía la necesidad de "romper con el pasado". Pero les puedo asegurar que no es fácil. No lo ha sido para mí, ni para otras personas que conozco, ya que lo vivido nos condicione. Lo único que nos salva es volver a lo esencial, a lo básico, y dejarnos de joder con cosas que nos quitan la voluntad de mejorar. Algunos podrán encontrar consuelo y contención profesando una religión, y es totalmente válido. Lo que realmente es nuestra responsabilidad, es buscar la manera de sentirnos mejor, aún en la adversidad. Punto Final.

8 de marzo de 2020

Alivio: El fin de la ola de calor


Domingo otra vez. El Coronavirus ya se ha cobrado sus primeras víctimas en la Argentina. Y el ojo de la tormenta se ha posado sobre los países asiáticos y algunos de Europa, sobre todo Italia. Esto me hace acordar a que, si escucharon los testimonios, parece que en 2011 los japoneses estaban mejor preparados de lo que se suponía para un eventual tsunami como finalmente ocurrió, y uno tiene la dolorosa certeza de que si un desastre natural semejante hubiera ocurrido en un país como el nuestro (donde todo se ata con alambre) el resultado hubiera sido mucho peor.
Hay gente que vive porque el aire es gratis, no registra lo que va pasando a su alrededor. No siente pasión por lo que hace. Pero quizás lo peor, es que no entiende que (contradiciendo lo que decía Celia Cruz), la vida no es un carnaval, o no siempre. Si sos un tipo decente y no tuviste la suerte de ganarte la lotería o heredar algo, vas a tener que romperte el c... para conseguir unos pesos, tener un techo y poder comer. Pero además, hay algo que les quiero decir: no siempre lo normal es lo común, y no siempre lo común es lo habitual. Cada uno tiene su cable a tierra, sus momentos de ocio o descanso, y yo trato de darle a esas horas o minutos, el valor de un tiempo que dedico para mí, para mi propia satisfacción Hay que aprovechar esos paréntesis que te da la vida, porque el resto del devenir cotidiano es trabajo mal pagado, o a veces poco reconocido.

El diario Perfil, que sale los sábados y domingos, tiene una aceptable calidad periodística, buenas fotos, y un diseño muy interesante. Pero uno nunca termina de leerlo, quizás porque algunas notas son demasiado extensas o tienen un desarrollo no convencional para un diario. Para decirlo de otro modo: Demasiado analíticas para leer en un colectivo, por ejemplo. Un engendro de Fontevecchia que pretende hacer un mix entre lo que fue “La Opinión”, y El País (de España). Hace rato que no gasto plata en periódicos impresos. Está todo en la Web, aunque a veces hay que tomar recaudos para distinguir información confiable de aquella que se nutre de rumores sin sustento alguno. 

Paulatinamente va menguando el calor, los días se acortan,  y todo va cambiando más rápido de lo que parece. Aparentemente vamos hacia un camino sin retorno, en el que los seres humanos tendrán contacto físico solamente para el sexo y el resto se hará por Internet, desde un trámite bancario hasta las compras del supermercado. No sé cuándo llegaremos a esa instancia en Argentina, y ojalá nunca suceda, porque no hay nada más lindo que tomar unos mates o un café con amigos, compartir un asado o ver una película. Y eso nos lleva a preguntarnos, como ocurre siempre, qué país le dejaremos a nuestros hijos. Yo no sé si tendré hijos alguna vez, pero ciertamente no me gustaría que crecieran en la sociedad actual. Reconozco que soy hijo de una generación, de una burbuja en el tiempo, y cuando mis padres me cuentan cómo era la vida 50 años atrás,  hasta las cosas más insólitas que se puedan imaginar me provocan nostalgia de una época que no conocí, sumado al hecho de que uno fue adolescente en una sociedad muy diferente a la actual. No había celulares, servicios de mensajería, ni nada que se le parezca.  No sé que más puedo agregar, creo que todos pueden darse cuenta qué cosas cambiaron y qué cosas siguen igual. Quizás lo que siento es que la gente está más agresiva y violenta ahora que hace unos años. Por cualquier motivo se reacciona, y lo peor es que se reacciona mal, y eso antes era menos frecuente, no me pregunten por qué. Quizás podría teorizar al respecto, pero eso llevaría demasiado tiempo y además creo que cada uno sabe (o cree saber) qué nos hace falta para recuperar la calma. Punto final.

6 de marzo de 2020

Campos verdes y amarillos

Marzo ha empezado con un calor inusitado. Sólo espero que cese de subir el termómetro y que pueda tener un buen descanso. Para colmo de males, se me rompió el ventilador de mi habitación. Provisoriamente estoy usando otro que encontré en el altillo, pero hace un ruido bastante intenso, parece el motor de una Ford F-100.

Uno de los primeros recuerdos que tengo de mi infancia está teñido de verde y amarillo. Sería el año 1983. Ibamos en el Taunus de mi abuela rumbo a la Parroquia San Vicente Pallotti, para el bautismo de mi hermano, que había nacido hace pocos meses. Esa imagen de ir surcando las calles rumbo a Empalme oteando el horizonte por la ventanilla, observando el verde del campo y flores amarillas me acompañará toda mi vida. El auto también era verde, pero con una tonalidad opaca, a la usanza de los Falcon de aquel entonces. También recuerdo (no sé cómo), cuando era niño y mamá me llevaba en brazos hasta el consultorio del doctor, una noche, porque tenía una hemorragia en la nariz. Los festejos del Mundial '86, cuando papá me llevaba en la falda para que yo pudiera tocar bocina y sumarme al jolgorio colectivo a bordo de nuestro Renault 6. Lo que sucedió en el Mundial '90 me viene a la mente con mayor nitidez, porque la gente celebraba pese a que habíamos perdido la final contra Alemania. En esa época teníamos un Volkswagen Passat modelo 1981, si no me traiciona la memoria, con el cual hicimos viajes inolvidables y devoramos kilómetros cuando todavía se podía viajar a Buenos Aires con asiduidad y pasear en los primeros shoppings que aparecían en el país. Pleno menemismo. 

El primer diente "de leche" que se me cayó también constituye un episodio memorable, quizás por su naturalidad y simpleza. A los 8 años me partí un diente cuando me tiré de cabeza a la pileta con demasiado ímpetu y violencia, parecía el Conde Drácula. Lloraba porque me sentía horrible al resto de mis compañeros. Por suerte el dentista hizo un buen trabajo y pudo arreglar aquella pieza dental partida por la mitad. Cuando uno es chico cree que la vida no terminará nunca y que el infinito le pertenece, hasta que fallece algún abuelo o familiar cercano, nos obligan a ir al velorio, y nos encontramos con el cadáver de aquellas persona que supimos conocer llena de energía y con una autoridad moral indiscutible. Luego llega la adolescencia, la secundaria, las primeras chicas que uno conoce y se enamora, hasta que nos dan una patada en el culo y nos dicen que hay que trabajar, comprendemos entonces que nuestros padres no estarán para siempre y que tendremos que parar la olla todos los días. Ganarnos el pan, con sueldos miserables y sueños truncos por la cruda realidad. Vemos, sin envidia pero con tristeza, cómo otros consiguen prosperar más rápido mientras uno se enreda en la eterna lucha por sobrevivir. Desde los 18 en adelante, nos damos cuenta de que la mayoría de edad nos otorga muchas más responsabilidades que satisfacciones. Ya podemos votar, y el primer sufragio casi siempre resulta un fiasco, porque aún creemos en la ingenuidad de que nuestro sobre en la urna podrá cambiar algo. En los años sucesivos comprobaremos que esto no es así, ni siquiera remotamente. Entenderemos que el mundo se rige por el poder económico más que por el político. Que los presidentes son títeres de los empresarios que no aceptan resignar un solo centavo. 

Cuando estoy en vigilia y me dispongo a dormir, vuelven como un mantra los campos verdes y amarillos, como una señal de que mi cerebro aún guarda espacio para recordar una escena quizás intrascendente de hace 37 años. Tal vez sea, ni más ni menos, que una versión antojadiza del mito del eterno retorno. Punto final. 

5 de marzo de 2020

Urgente: Detener la escalada de violencia en la calle

Hace unos días que no escribía nada en este espacio, en parte porque me vi abrumado por los hechos de estricta actualidad que no nos dan respiro y que superan nuestra capacidad de asombro. A veces uno tiene la amarga sensación de que todo está corrompido: la Justicia, la Policía, el Estado...y en consecuencia, vivimos en tierra de nadie, parece primar la ley de la selva, cada cual hace lo que quiere y se caga en el resto. Seguramente debe haber buenas noticias, con gente honesta y generosa que dedica su vida a ayudar al prójimo. Pero no son publicadas por los medios masivos, ya que no "venden", en términos de rating. Cuando pase el verano, es probable que pocos se acuerden del crimen de los rugbiers en Villa Gesell. ¿Qué nos pasa que estamos tan violentos e indiferentes al sufrimiento de nuestros vecinos? Antes de pensar en reformar el Código Penal y endurecer las penas, hay que lograr el efectivo cumplimiento que las ya existentes. Porque desde hace años vivimos mal: no sólo con miedo en muchos casos, sino que además nos contagiamos de la violencia y el maltrato que recibimos en la calle y cuando llegamos a casa a menudo hacemos catarsis con nuestra familia, que no tiene nada que ver con todo lo que vivimos en 8 horas de laburo. 

Sin embargo, aunque no lo parezca, estoy tratando de quejarme menos, y de analizar lo que está pasando. Indagar en los motivos que llevan a la agresión física y verbal en todos los ámbitos. Creo que uno de ellos, es que se nos exige demasiado, todo tiene que ser "ya", y si hay que aplastar la cabeza de un compañero de trabajo, o traicionar un secreto para lograrlo, a nadie le preocupa.

Las noticias que vemos en los diarios y en la tele parecen ofrecernos todo el tiempo motivos para ponernos en alerta, por el Coronavirus o por lo que fuere. Pero en mis últimos posteos, cuando los volví a leer, noté que estoy demasiado renegado de las cosas, muchas de las cuales nunca lograré cambiar. Debemos entender que muchas decisiones no dependen de nosotros, aunque nos afecten el bolsillo, como ocurrió hace dos años con la escalada del valor del dólar y una devaluación sin precedentes de nuestra moneda. Todos quieren que sus hijos vayan a la universidad y se conviertan en ingenieros o abogados, y no está mal esa aspiración paterna en la medida que no genere presión y frustración. Porque en esta vida, aunque resulte cursi decirlo, debemos tratar de ser felices, y no necesitás un diploma en un cuadrito colgando de la pared para serlo. Es admirable la capacidad que tienen las personas sencillas para ser felices, para compartir la mesa con sus amigos, para disfrutar de un partido de fútbol por TV. Como periodista, nunca aspiré a ser masivo, ni a que mi opinión sea replicada por miles de lectores. Puedo lograr que alguien apruebe o no mi manera de ver la cosas, pero no es el objetivo principal que me motiva, sino el de informar y dejar que aquel que lea una nota mía o lo que fuere, haga el análisis que desee.

Mientras redactaba estas líneas, reflexionaba acerca de la necesidad de "bajar un cambio" y no dejarnos llevar por todo lo que nos dicen desde la pantalla del celular, con los interminables chats de WhatsApp que se viralizan y que ni sabemos a quiénes pertenecen. No porque no sea verdad, sino porque no está a nuestro alcance resolver nada, al menos cuando se trata de una conversación privada que se hace pública por la indiscreción de una de las partes. Punto final.

2 de marzo de 2020

Un crimen horrendo sacude a Lobos

Dormí bastante hoy, quizás más de lo aconsejable, porque estamos atravesando la última ola de calor del verano y las calles estaban desiertas, sin embargo tan pronto me desperté tomé conocimiento de la noticia de un crimen aberrante. Una niña de 8 años asesinada por su primo, acá en Lobos, con detalles que sólo hacen más horrendo lo ocurrido. Parecía ser un lunes tranquilo,  no había mucho por hacer, salvo cubrir el inicio del Ciclo Lectivo. Pero este hecho superó (y "nos superó"), porque no estamos acostumbrados a este tipo de delitos, porque me llamaron de Telefe, Radio Continental y Crónica TV, además de numerosos medios regionales. En Crónica TV tuve una comunicación telefónica en vivo con los estudios, al mediodía de hoy. Como los considero colegas a todos, traté de facilitarles lo que yo sabía, más algunos números de contacto de gente que les pudiera aportar mayores precisiones. 

Hace casi un año (marzo de 2019), una anciana, en la misma avenida donde ocurrió este crimen, fue hallada sin vida con su cuerpo quemado, y el caso nunca se esclareció, al menos hasta ahora. Y la gente se acuerda de que uno es periodista cuando sucede algo como esto, porque te llaman o te preguntan qué pasó, y a veces nosotros no tenemos la bola de cristal, ni tampoco podemos publicar fotos de una menor, sólo por satisfacer el morbo de muchos, dado que no aporta demasiado a la investigación. Será clave el resultado de la pericia psiquiátrica al imputado, más allá de que es evidente que esté sujeto no está en sus cabales.

Como editor de un medio, asumo la responsabilidad que me cabe, y si tengo menos visitas que otra página, no me importa, en la medida que yo creo haber actuado con profesionalismo. Si yo hubiera publicado todos los rumores y "off the record" que recibí esta mañana, me hubiera metido en un problema por dar a conocer datos inexactos o carentes de asidero. La primicia siempre es un objetivo del periodismo, pero no a cualquier costo y menos aún cuando está de por medio la muerte de una nena y una familia que está sufriendo por ello. Sin embargo, hay varios cabos sueltos: el femicida, cometida la atrocidad, se presentó en la Comisaría de Roque Pérez en una suerte de confesión de hecho. Ya en esa ciudad estaba "marcado" por haber sido sorprendido masturbándose en el probador de una tienda.

La indignación la tenemos todos, y es lógico que así sea, pero aunque nos cueste lograrlo, debemos ser prudentes para no entorpecer la tarea de la Justicia y que, de una vez por todas, el principal acusado se pudra en la cárcel, no sólo para cumplir su condena, sino para protección del resto de los ciudadanos que queremos que nuestros hijos crezcan en un Lobos con la misma tranquilidad que supimos conocer alguna vez. Punto final. 

A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...