Sábado 14: Un día horrible en la ciudad, con lluvias durante buena parte de la mañana y un clima desolador en la calle. Debido a las medidas adoptadas, no habrá apertura de bares, restaurantes, ni boliches, con lo cual tendré que acostarme a buscar algo que me entretenga hasta que me venza el sueño. No es la TV, precisamente, ya que el Coronavirus parece haberse convertido en cadena nacional. No hay un solo canal que no se refiera al tema, algunos con más rigor periodístico que otros. De manera que este fin de semana Lobos se volverá una "ciudad fantasma", y uno se pregunta: si el argumento es que no pueden estar dos personas sentadas cerca, por qué se prohíbe el acceso a los bares, y no a las combis, o cualquier transporte público. Y en los comedores escolares los chicos suelen sentarse juntos, así que estamos en la misma situación. Nunca se mide a todos con la misma vara o criterio. Esta decisión fue absolutamente desacertada y carente de sentido común. Porque la gente que hoy o mañana comparte un asado con amigos también podría contagiarse. Párrafo aparte, tampoco clausuraron un conocido supermercado lleno de lauchas, como pudo verse en un video que se viralizó rápidamente.
Por eso, considero injustas, o parciales, estas determinaciones del Municipio, que ofenden la inteligencia de cualquiera que entre a Internet y se informe del Coronavirus. Y hoy estoy "oxidado", como dice el título de la nota, sin poder salir a ningún lado, y sin poder redactar nada para mi diario porque han suspendido casi todas las actividades. Ni siquiera en Buenos Aires se han manejado de una forma tan estricta y desigual. "Están pasando demasiadas cosas raras para que todo pueda seguir tan normal", decía Charly García en una célebre canción. Pues bien, yo pienso lo mismo, el grado de mortalidad del virus es infinitamente más bajo al de otras enfermedades, sin embargo seguimos al rebaño y nos ponemos a la defensiva por lo que vemos en Italia o España, donde ahí sí no es joda. La solución (o paliativo) sería que acá cierren las fronteras y listo, por un tiempo indeterminado, y quienes deban viajar sólo lo hagan por motivos comerciales o de transporte pesado. Nada más. Ojalá se termine esta pesadilla y mañana nos despertemos hablando de otra cosa, sin subestimar lo que pueda pasar pero no creando un estado de psicosis que nos está enfermando más que cualquier virus. Señores, si se dedican a la salud pública en calidad de funcionarios, reflexionen un poco. Hagan más y hablen menos. Punto final.
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14 de marzo de 2020
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