30 de julio de 2020

Luchando contra molinos de viento

Hay hábitos que ya deberíamos tener incorporados a nuestra vida diaria, sobre todo si pensamos que buena parte del año lo hemos transcurrido en cuarentena. Tratando de aprender, también, la necesidad del distanciamiento social, cómo cuidarnos, y cómo reforzar los vínculos ante un escenario desconocido. A veces pienso que mi estilo de vida, antes del 20 de marzo, no era muy diferente al actual, excepto por el tema de los horarios y las reuniones con amigos. Ayer me puse a reflexionar sobre eso, y llegué a la conclusión de que lo que más nos jode es hacer aquello que antes no hacíamos tampoco. En Lobos casi todos los días se reportan casos nuevos, y no hay motivos para pensar que las cosas vayan a mejorar. Tenemos suerte si no retrocedemos a Fase 3. Mientras tanto leemos noticias de CABA que, como si fuera un principado, hace lo que se le canta y avanza cada vez más en la apertura de actividades. Ese complejo de superioridad, propio de los porteños, les costará muy caro si recrudecen los contagios.

Siete y media de la mañana: Los abrigos, ¿dónde están los malditos abrigos? A revolver el placard, a toser (con el pliegue del codo por supuesto) y estornudar con el olor a naftalina que lo inunda todo, a buscar desesperadamente entre perchas que reúnen prendas de las más diversas. Es entonces cuando comprobás que, cuarentena mediante, engordaste 10 kilos y es imposible ponerse una camisa sin que los botones salgan reventados como misiles, porque tu cuerpo también cambió. 

Finalmente aparece el suéter o la campera salvadora. Además del COVID, es el tema del día. No se habla de otra cosa que de la ola polar en ciernes. El frío no da tregua y recluye a la gente en sus casas. Los ancianos, a sabiendas de su salud quebrantada, permanecen entre cuatro paredes hasta nuevo aviso, ya sea en un geriátrico o es su domicilio.

Y así es todo. El termómetro del malhumor social está a punto de estallar, pero Alberto y su majestad  la Reina K viven en su propia realidad, de manera que los plebeyos estamos abandonados a la buena de Dios. Pero el daño que nos dejó el macrismo fue aun mayor, porque se extendió por 4 años y con un endeudamiento insostenible.

El frío no tiene la culpa, es cierto. Pero no ha sido, precisamente, un invitado esperado en la mesa del banquete nacional. Es, más bien, un intruso que lame las heridas de los pobres y provoca el corte de energía en fábricas e industrias.

Por suerte, en 2008, gracias a las gestiones oportunamente iniciadas por la Corona, recuerdo el anuncio con toda pompa de las comodidades de un tren bala que nos permitiría viajar a Rosario o a Mar del Plata (de todas maneras no alcanzar a emular los logros de Su Majestad Carlos Saúl, que nos prometió remontarnos a la estratófera y viajar a Japón en dos horas). Como buenos súdbitos que somos, hemos de agradecer al Rey y a a la Reina consorte por tan desinteresado gesto.
Hace tiempo ya que no compro más el diario, quizás contra todos mis principios, y decidí esto porque  no estoy dispuesto tirar un promedio de 80 pesos por día para leer lo que la TV me repitió veinte veces el día anterior. Obviamente, la lectura de un diario o de cualquier material informativo impreso no se compara con la TV, pero es lo que hay. No puedo gastar en ese tipo de cosas. Antes solía comprar la revista Noticias pero son casi $ 250 por semana por un producto periodístico que está lleno de publicidades y cada vez menos páginas dedicadas a la información propiamente dicha. 

Ya no busco más novedades, creo que todo está inventado, que el mundo está lleno de refritos y de cosas que ya fueron hechas y que se vuelven a lanzar con un envoltorio nuevo. Internet, supuestamente la última gran revolución, quizás no sea más que eso. Fake news, además de pan y circo con las redes sociales con memes y gansadas para mucha gente que está al pedo encerrada. Punto final. 

28 de julio de 2020

Lo estresante de vivir en un "olla a presión"

Miércoles en la ciudad. Ya estamos transitando una nueva semana, que probablemente será similar a las anteriores, pero con el cambio de fase por todos conocido. Hay días que la cuarentena me sienta mejor que otros, depende de varios factores. Si me mantengo ocupado con el laburo o en los ratos de ocio el día no se me hace tan largo. Pero lo importante es, y perdón por la expresión, que no nos tomen por boludos. Cuando hablan de "nueva normalidad", es parte de un relato fantástico, porque normalidad es lo que conocíamos antes del 20 de marzo. Es lo mismo que decir "nuevo cero kilómetro" para un auto que tiene 20 años. La pregunta que siempre flota en el aire es cuánto tiempo más llevará, pero ya estamos hartos de formularnos estos interrogantes habiendo pasado 120 días. No es momento de buscar culpables, porque es algo que contribuye aún más a la indignación colectiva. Si supiéramos ejercer nuestras libertades individuales pensado en el otro, en que lo puedo contagiar y enfermar, muchas notas que suelo escribir aquí serían anacrónicas o no tendrían razón de ser. ¿Cómo es posible que un país vecino como Uruguay no tenga problemas serios con el virus y otro también cercano, como Brasil, esté apilando muertos? Vos podés abrir la economía todo lo que quieras, pero hacete cargo y asumí los riesgos. La democracia es representativa, por lo tanto elegimos a los tipos que deciden por nosotros, y lo hacemos cada dos años. Por eso, también, 2021 es una gran incógnita. 

Esta Argentina siglo XXI que no deja de sorprendernos, da un paso hacia adelante y dos para atrás.  Hay gente que vive sin luz, gas, agua, teléfono, y obviamente sin Internet. No son marginales porque sea su deseo, sino porque nunca nadie se ocupó de ellos. Y no hay que alejarse demasiado de Buenos Aires para comprobarlo. Gracias Macri por tu "Pobreza Cero" y el infame segundo semestre de prosperidad; gracias Alberto por prometernos que tendríamos la heladera llena. 

La pregunta que uno suele hacerse, y que surge naturalmente cuando somos testigos directos de estos casos de extrema indigencia y precariedad, es: "¿Qué puedo hacer?" Probablemente, muy poco, excepto sentirnos culpables por tener todas las cosas de las cuales estas almas carecen. Y es así, porque casi sin darte cuenta empezás a pensar de qué me quejo, si este pobre tipo no tiene acceso a los servicios mínimos que le garanticen bienestar y calidad de vida. Y estoy acá, con cuatro paredes y un techo, mientras hay argentinos que la pasan realmente mal, durmiendo en la calle, abrigándose con cartones o con mantas viejas y corroídas por la intemperie. Y cuando llega el verano, ven pasar a quienes se van de vacaciones a la Costa, o simplemente tienen la posibilidad de mojarse un poco las patas en una pileta pública o una Pelopincho, mientras ellos padecen el sol calcinante, los mosquitos, los días interminables, y esas horas que parecen ser eternas. Nunca fui una persona de grandes gestos solidarios, pero sí tengo el criterio suficiente para darme cuenta de que alguien debería hacer algo para que estas personas tengan sus necesidades básicas satisfechas, lo cual me supera y me excede totalmente. Más aún ante una coyuntura de carácter excepcional.

Y que no se entienda esto como una crítica excluyente a los K, porque en la Argentina ha habido miseria desde que yo tengo uso de razón, aunque quizá yo esté siendo recurrente con la cuestión de la pobreza que abordé en un post anterior. Pero déjenme decirles que la clase media es bastante egoísta e hipócrita en su modo de actuar, porque la única vez que tuvieron huevos para movilizarse y se dieron cuenta de que había pobres en este país fue en el 2001, cuando se produjo el fin de la fiesta menemista y los codiciados dólares que el  especulador de medio pelo había guardado en el banco quedaron atrapados en el nefasto "corralito" y el posterior colapso.

Desde luego, hubo ahorristas cuya única intención era precisamente ésa, la de ahorrar, pero hubo muchos otros que especularon hasta la debacle acumulando pesos/dólares y vieron esfumarse su efímera riqueza de un zarpazo, mientras las grandes masas de dinero se fugaban a los paraísos fiscales (esto último sigue pasando). Por eso, a pesar de pertenecer a lo que genéricamente se conoce como "clase media", no me siento del todo identificado con ella. Punto final. 

26 de julio de 2020

Tendremos que volver a aprender las lecciones de la cuarentena

Domingo por la tarde en la ciudad. Cada uno le encuentra la vuelta a la cuarentena a su modo. Hay días que se me hacen muy largos, y descubrí que pierdo demasiado tiempo en cosas que no merecen la pena. Trato de leer en los momentos de ocio, de conectarme con ese "universo" que el autor del libro quiso construir. Y ya no pienso en cuándo terminará esto, ni hago especulaciones al respecto porque no somos nosotros quienes podemos tomar ese tipo de decisiones. Algo que me he acostumbrado a hacer para refugiarme del frío es irme a dormir temprano, no me duermo de inmediato, por lo general en la duermevela aparecen ideas o pensamientos acerca de todo lo acontecido durante el día, y uno procura atar cabos para resolver esas cuestiones más adelante. Gasté demasiadas energías quejándome por lo que está pasando, pero tal tez fue una manera de hacer catarsis. Seguramente lo vuelva a hacer, pero debo decirles que no es sano para nadie. No se trata de resignarse, sino de aceptar que todo tiene su espacio y su lugar, quizás estemos en el lugar equivocado o rodeados de gente tóxica y por eso se acentúa el malestar, no es un dato menor.

El algún momento, esto va a terminar (no sabemos cuándo), y habrá que ver si las cosas que ahora extrañamos eran realmente importantes, o simplemente las anhelábamos porque no nos permitían hacerlo. Habrá que ver cuántos amigos quedaron, y mantuvieron su lealtad durante los trances más duros. 

Lo que se suele llamar meritocracia, resulta irremediablemente ineficaz para entender el mundo que nos rodea. Merecer está íntimamente ligado con "hacer méritos". El sólo hecho de suponer que nos merecemos acceder a tal o cual cosa, por haber hecho realizado determinadas acciones para lograrlo, es un razonamiento que me remite al candor de los niños con mejillas sonrojadas.

¿Qué extraña fuerza se ha apoderado de las generaciones recientes para que crecieran, vivieran y murieran con la convicción de que alguien les va a reconocer lo que han hecho por el beneficio de sus semejantes? Avísenle de mi parte a esos ingenuos que el mundo se maneja con otros criterios:  intolerante y cruel, en el cual predomina "la ley del más fuerte", en el cual hay que abrirse paso para sobrevivir, porque de lo contrario te pasan por encima.

Todos, en algún momento de nuestras vidas, creímos que merecíamos tener mejores condiciones de trabajo, de salud, o vivienda. Tal creencia es natural, y propia del ser humano en sus etapas de formación y desarrollo. Ahora bien, mantener ese modo de pensar cuando somos grandes sólo provoca resentimiento y frustración. La persona al poco tiempo se da cuenta de que lo que hace no es valorado y tenido en cuenta, y ello la lleva a pensar que "merece" ser conceptuado de otra manera. Pues bien, bienvenidos al mundo real, injusto por naturaleza: nadie merece nada, las migajas de la providencia y del azar se reparten de un modo tan inexplicable como esquivo. Si a otro le va mejor que a mí, puede ser por diversos motivos, que no tienen que ver únicamente con su capacidad o idoneidad, sino con "tirarse a la pileta" y jugársela en el momento justo. Punto final. 

23 de julio de 2020

A no bajar los brazos y defender nuestro trabajo

Es hora de poner las cosas en su lugar. No es lo mismo "hacer periodismo", que "ser periodista". Pero más allá de eso, cada vez que se desmerece esta profesión que hemos elegido (sea cual fuere), hay que defender el lugar que nos supimos ganar con uñas y dientes. Mis padres sufrieron muchas privaciones para que yo pudiera estudiar, hace 20 años que me dedico a esto, casi todos los lectores me conocen...no hay mayores secretos. Me molesta que paguen "justos por pecadores" por una noticia que sale publicada en un determinado medio. Si vos no defendés lo que hacés, nadie lo va a hacer por vos. Estamos expuestos a cartas documento, demandas judiciales... es decir, no es que para nosotros (o para mí) hablar sea gratis. Ahora va menguando, pero lo que percibí en los primeros meses de la cuarentena, es que había mucha gente al pedo que se entretenía con las redes sociales publicando cualquier tipo de comentarios sin fundamento. Y si lo hacen, obviamente, es porque esperan que alguien los lea y que genere una "bola de nieve" basada en rumores sin sustento. Entonces cuando te paran por la calle y te preguntan si es cierto que Fulano tiene Coronavirus, es un momento incómodo porque te preguntan por algo que ni siquiera es oficial y lo leyeron en algún lado. Suena muy lindo decir  "nos cuidamos entre todos", pero hay gente que quiere salvarse sola y los demás que revienten. Se ponen en víctimas de una situación que consideran que sólo los afecta a ellos. Quieren arreglar el país en una mesa de café. No tienen autocrítica, pero sí bastante vanidad como para creerse importantes. Son pelotudos, por decirlo claramente. Mientras estos tipos pierden el tiempo comentando publicaciones de FB, hay gente que está luchando por sobrevivir, pero hasta que no les llegue el agua al cuello de ellos, difícilmente lo entenderán. Inclusive a los ahorristas que se fundieron en 2001, por ejemplo, poco les importó que ya hubiera argentinos en indigencia desde hace años. 

Yo no voy a claudicar, porque elegí esta profesión como medio de vida, y a los 41 años no creo que vaya a buscar otro rumbo, aunque nunca se sabe. Hay que apechugar y esperar, no queda otra. Todos pensamos alguna vez en "tirar la toalla", pero el impulso de continuar y darle pelea a cada día es más fuerte que cualquier desencanto o decepción. Todos los días hay que levantar la persiana del negocio y seguirla remando. Todos acumulamos deudas y estamos comprometidos en saldarlas. Lo que importa acá, es que no podemos permanecer como mudos testigos de lo que pasa. Llega un punto en que te toca ser protagonista, aunque seas un "actor de reparto". ¿Se entiende? En una película o en una telenovela, no todos pueden ser galanes. Si ahora nos tocó en suerte un rol secundario, hay que aceptarlo, ya vendrán tiempos mejores. Eso se llama humildad, y aceptar que no somos el centro del Universo, sino un punto diminuto que no revista gran trascendencia en el cosmos. Punto final. 



22 de julio de 2020

Nos dedicamos a informar, ni más ni menos

Ultimamente, las conferencias de prensa que brinda el Municipio son un verdadero desconcierto. No queda en claro qué es lo que pretenden comunicar, ni tampoco el modo de hacerlo. Y cuando el periodismo pregunta, siempre hay alguien que se molesta, en lugar de responder de una forma clara y comprensible. Este mediodía, en principio, el motivo era poner en conocimiento de la población la situación epidemiológica. Pero lo que en realidad interesaba saber, era si en virtud de los últimos casos de COVID registrados, Lobos seguiría en Fase 5. No es algo para tomarlo a la ligera o para soslayarlo, a mi modo de ver. Tampoco es correcto que una doctora nos "aconseje" hacer una "tablita" para tener información más detallada de los casos sospechosos, por ejemplo. Los municipios vecinos están implementando un criterio distinto desde el comienzo de la pandemia, discriminando los casos según sean éstos sospechosos o no. Para despejar dudas o prejuicios: el periodismo no pide nombres, ni los brinda a menos que haya expreso consentimiento de la persona contagiada. Pero eso NO significa que para nosotros los pacientes sean números, sino que son vecinos a quienes les tocó pasar por este trance.

Dicen que no se guían por las "fases", pero sí anunciaron con toda pompa cuando llegamos al quinto escalón. Contradicciones, que le dicen. Es verdad que hay que asumir riesgos, y que el pico de contagios se está produciendo en este preciso momento. Por lo tanto no era descabellado que hubiera nuevos casos, algunos de los cuales eran previos a la tan esperada apertura, es decir, a la fase 5. Tal es es caso de la empleada municipal que empezó a tener síntomas el pasado fin de semana largo. Bueno, cuando un colega consultó al respecto, tampoco respondieron claramente si su sector fue desinfectado o no, qué pasó con el resto del personal...al final, ante la insistencia, dieron una tibia explicación.

El periodista(cualquiera que sea) pregunta, y el entrevistado o el funcionario puede elegir responder o no. Pero si responde, que se haga cargo. Nunca me gustó ser obsecuente o "chupamedias" de ningún Gobierno. Pero he dialogado con todos, siempre en un marco de respeto mutuo. Ahora bien, cuando vos das una conferencia y ni siquiera tenés definido qué vas a anunciar o a comunicar, estamos en problemas. Quizás el mismo problema hubieran tenido Sobrero y sus funcionarios ante una situación como esta, aunque sabían mejor cómo "marcar la cancha", porque la forma de gobernar era más verticalista. 

Mientras tanto, hay nuevas señales de "normalidad", pero las veremos de un modo más elocuente la semana próxima, cuando los comercios ya hayan hecho el trámite ante Inspección General y se hayan notificado de los protocolos. Si la gente puede volver a trabajar y tiene un mango en el bolsillo, lo gasta acá en Lobos, y así de a poco volveremos al círculo virtuoso de la economía. 

Al común de la gente le da bronca que, mientras no sabemos cómo salir del atolladero, haya aduladores que estén fogoneando un tercer mandato de Etcheverry. No es momento, señores, primero deberán ganar en las legislativas de 2021  para recuperar un poco de "oxígeno". Pero a no relajarse, y no contar los porotos por anticipado. Falta mucho tiempo y puede pasar de todo, más aún en este escenario de pandemia. Lo único que tienen a favor es que 2021 será un buen año, porque peor que en 2020 ya no se puede estar. Punto final. 

21 de julio de 2020

Fase 5: Una buena noticia

Martes con lluvia en la ciudad. Estamos en Fase 5. A esta altura, todos sabemos lo que está permitido y lo que no. En consecuencia, es momento de actuar con la mayor responsabilidad para no tener que retroceder. Era muy anhelado poder alcanzar esta instancia, luego de más de 120 días en los cuales muchas actividades estuvieron restringidas. En lo personal, es una de las mejores noticias que recibí en los últimos meses, ya que realmente la pasé muy mal por la pérdida de rédito económico y el estrés que esto me causó, y también por el deterioro físico de tantos días de aislamiento. No estoy enfermo, pero sí excedido de peso, y no quisiera que esto se siga acentuando. Tan pronto como me confirmen del gimnasio al cual solía ir que ya puede abrir sus puertas, volveré para tratar de ponerme "a punto". Y con el tema de las reuniones sociales, el Estado no tiene la facultad de entrar a nuestras casas y constatar si hay 10 personas o más, por lo tanto no podemos abusarnos de ello. Claro está que cómo vivimos en un pueblo chico, si se juntan 50 personas para un cumpleaños o lo que fuere sería un escándalo.

Esta "nueva normalidad" nos propone nuevos desafíos, uno de ellos es ir recuperando el estilo de vida que teníamos antes del 20 de marzo, pero siendo conscientes de que seguimos estando en cuarentena, el virus continúa circulando, y existe la posibilidad de que si se incrementan los casos deberemos dar marcha atrás. Por el momento, disfrutemos de lo que nos fue concedido hacer, y probablemente nos daremos cuenta de que nuestra vida, al haber acumulado tantos meses de encierro, no es tan diferente al período de aislamiento. Sí, hay nuevas actividades permitidas, y los gimnasios estarán a pleno con los cupos, pero hay que ver si es un deseo genuino de la gente por sentirse mejor, o si los lobenses concurrimos simplemente porque antes no se podía hacerlo.

Nuestra ciudad, paulatinamente, recuperará el ritmo que solía tener, el Centro dejará de ser un páramo para transformarse en el principal foco de circulación y tránsito como siempre lo fue. El delivery comenzará a disminuir si es que la gente tiene posibilidad de comer o tomar un café en un bar. Pero todavía es prematuro para observar esos cambios. Lo más importante es que no se sigan perdiendo nuevas fuentes de trabajo, tanto en el comercio como en la industria. O gente que no puede pagar el alquiler de un local comercial, como sucedió en el AMBA. 

Hemos dado un paso importantísimo, que pone a prueba nuestra capacidad de comportarnos conforme la establecido por los decretos vigentes. Me pone muy feliz haber llegado a una etapa que pensé que nunca alcanzaríamos. Y es de destacar el esfuerzo de todo el sistema de salud para brindar tratamiento a los casos positivos que hemos ido teniendo. En rigor de verdad, "tratamiento" quizás no sea la palabra adecuada, dado que aún se están investigando las drogas y una posible vacuna. Pero sí el hecho de proceder al rápido aislamiento del paciente con COVID, que no es un enemigo, sino una víctima. Punto final. 

19 de julio de 2020

Es el momento de dar otra vuelta de tuerca

Seguramente no nos olvidaremos con facilidad de este 2020, que tanta devastación y muerte ha traído al mundo y a nuestro país en particular. Pero hemos descubierto nuevos hábitos que nos ayudaron a paliar una situación que nos era completamente desconocida. Pero llegamos a Fase 5!!! Ahora, debemos redoblar los esfuerzo para seguir en el mismo camino. 

Termina el fin de semana. No es que uno tenga en este momento muchas ideas que ameriten su publicación, pero siempre es bueno no perder el contacto. Un amigo, que suele leer las notas de este blog, me hizo notar días pasados mi tendencia a quejarme demasiado de las cosas. Y efectivamente, así es. Por eso este artículo está destinado a enunciar aquellas que me gratifican.

Con el paso del tiempo, uno va cambiando no sólo su aspecto físico, sino la manera de pensar. Por lo general, nos volvemos más intolerantes ante ciertas cosas. Consideramos que ya hemos soportado demasiado en el lapso que llevamos de vida y es por ello que no nos bancamos la estupidez, la mediocridad, y la burocracia de trámites que se vuelven interminables (entre otras cosas).

Asimismo, muchas veces sentimos que estamos luchando contra molinos de viento. Pasan las generaciones, y el país sigue siempre igual. Cuando somos jóvenes, todos tenemos ese entusiasmo de aportar algo para que las cosas mejoren, de distintas maneras. Puede ser militando en un partido político, en una ONG, colaborando con alguna donación, ayudando a los comedores de niños carenciados. Pero resulta que nada parece suficiente, nada parece alcanzar: como dije antes, pasan los años y seguimos estancados. Y esto no lo sostengo en alusión al kirchnerismo, sino a un desconcierto que a los argentinos nos persigue desde mucho tiempo antes. Y es que no creemos en la movilidad social, o lo vemos siempre demasiado lejos de nuestro alcance. No se puede entender por "progreso" tener un televisor LED gigante o el último modelo de celular: es algo mucho más profundo. Tiene que ver con cambiar nuestras concepciones, aceptar nuestras limitaciones, saber decir que no cuando algo nos resulta inaceptable. Las convicciones de la sociedad argentina son muy débiles, y para que el país crezca deben trascender. No hay recetas mágicas. Por ejemplo, todo el mundo reniega de la televisión basura, se horroriza por el morbo, pero son los programas que más rating tienen porque nos mantienen "entretenidos" y sin pensar como si fuéramos cobayos. Apenas una muestra de la hipocresía con la que estamos acostumbrados a manejarnos. Me pregunto si los jóvenes del futuro tendrán la sensatez que no supimos tener nosotros.

Me llena de satisfacción que durante todo este período de confinamiento (que aún continúa), se hayan comunicado conmigo las personas que yo quería que lo hicieran, mis verdaderos amigos, y los familiares que viven lejos. Así como le encontré la vuelta al invierno, también me gusta disfrutar la brisa cálida de las tardecitas de verano, sentado a la mesa de un bar mientras disfruto de una cerveza y me sumerjo en la lectura de los diarios. Me encanta dormirme escuchando un buen disco. Cuando salgo a caminar, me atrae la posibilidad de descubrir la belleza de los edificios más burocráticos y antiestéticos. Hoy podés escribir la palabra que se te ocurra en el buscador Google y aunque encuentres resultados diversos, siempre va a aparecer algún sitio web que tenga la información que necesitabas, aunque más no sea remotamente.

Siguiendo con esas cuestiones, es gratificante que los internautas contemos con una  enciclopedia virtual muy completa como Wikipedia (superior incluso a la ya obsoleta Encarta) y saber que en ella encontraremos casi todo lo que estamos buscando. Lamentablemente, ya no se siguen vendiendo enciclopedias impresas. 

Es, desde luego, un hecho significativo para mí el saber que hay gente que lee lo que escribo en mi diario digital, LOBOS 24,  y que está dispuesta a prodigarme el elogio más sincero o la crítica más descarnada. Tengo ahí otra razón más para sonreír.

Como comentáramos con un amigo, años atrás, durante una de nuestras habituales caminatas por el parque, nos llena el espíritu encontrar pequeñas verdades escondidas en las páginas de un libro de un autor olvidado, engancharse con un programa de TV que evidencie un esfuerzo de producción, o escuchar un buen tema (recomiendo girar la perilla del dial de la AM hasta dar con una voz cálida y que tenga algo coherente para decir), lo cual nos brinda esa sensación tan particular de que eso que estamos disfrutando no es para cualquiera. Y no es porque seamos "los elegidos", pero convengamos que no todos están en condiciones de entender los códigos que maneja el autor -en el caso de un libro o de un programa- o el artista -en el caso de una obra- para exponer el fruto de su talento. Sentimos que con esos guiños, con esa mirada cómplice en el tratamiento del mensaje a transmitir, nos está hablando a nosotros. Es, en suma, un halago a la inteligencia. Porque anda mucho piojo resucitado que por tener billetes en el bolsillo cree que puede disfrutar de esos artistas únicos. El buen gusto no se vende en ningún quiosco; la inteligencia, tampoco.

Por otra parte, en mi rol de periodista, la principal es cubrir aquellos hechos que considero de interés público y a los que está dentro de mis posibilidades asistir. En Lobos hay mucha gente talentosa que no tiene posibilidades de dar a conocer lo que hace. Me siento bien pudiendo aportar mi granito de arena para que se conozca la producción artística de ellos, ya sea literaria o de otra índole. 

Si bien lo sigo haciendo, no me desvela dar cobertura a conferencias de prensa y actos oficiales, dado que es algo que ya he hecho durante mucho tiempo y quiero guiar mis intereses en otra dirección. Mientras tanto continúo, hace ya más de 15 años, remando con esta nueva experiencia que significa redactar un blog. No estoy solo, por suerte. Cuento con la colaboración y el aporte de un grupo de amigos incondicionales que hacen que todo esto tenga sentido. Porque lo que hacemos desde aquí-y ahora hablo en plural- es muy humilde, pero merece ser respetado.

Como vivimos en un pueblo chico, uno se siente muy expuesto y pero pese a ello, en un blog "chiquito" como este puedo expresarme con completa libertad. En todos los órdenes de la vida, cada uno conoce los límites, hasta dónde puede llegar.

De a poco, todo el camino sembrado durante tantos años fue germinando en terreno fértil y es el momento de recoger la cosecha. En principio, porque este espacio fue concebido como una forma de conocer otra mirada de las cosas, quizás no muy original, pero sí personal. Punto final.

17 de julio de 2020

Lobos: de la risa al llanto, de la euforia a la decepción

Nos pasamos la vida corriendo tras el éxito, sin saber en realidad qué es. Estudiamos, hacemos cursos, con la aspiración de que ello nos garantice un buen puesto de trabajo. Hay mucha vanidad en todo esto, y además está lo que Wayne Dyer llamaba "necesidad de aprobación". Parece ser que necesitamos sentirnos respetados, valorados, ser sujetos de consideración pública. ¿Para qué? ¿De qué sirve alimentar el ego al pedo? Vivimos en una sociedad, por lo tanto es natural que cada uno tenga una percepción distinta de nuestra persona, del mismo modo que nos ocurre a nosotros con el resto. Pero intentar caerle bien a todo el mundo, a costa de perder tu identidad...es algo que nunca voy a hacer, y no les recomiendo que lo hagan. 

A veces pienso que este momento tan particular que estamos viviendo, exacerba ciertos rasgos que antes teníamos más "domesticados". Por ejemplo, ahora que se registró un nuevo caso, culpamos a las autoridades porque supuestamente hay mucha gente en el Parque...y se hace todo un rollo, una maraña de prejuicios y estupideces. Si no querés ir a un espacio verde a hacer actividad física, no vayas, pero no pienses que por el solo hecho de hacerlo ya estás desparramando el virus. El estúpido, por lo general, es ignorante, y acá tenés una prueba de lo que estoy diciendo. Importa más saber el nombre del paciente, que tomar dimensión de lo que está pasando. La información dice que hubo un nuevo caso, y punto. No hace falta saber más. El resto es puro chusmerío y especulación de peluquería. Son los parásitos sociales que viven de lo que hacen o dicen los demás, pero nunca se les cae una idea.

Sabemos que hay una presión muy grande, a nivel país, por levantar la cuarentena cuanto antes, de recuperar las libertades que nos fueron cercenadas. Puedo entender ese planteo, de hecho me frustra bastante lo que está sucediendo, y por lo general aquellos que no tienen problema ni apuro en permanecer encerrados, son los que tienen una posición económica que no les dificulta pasar más de 6 meses sin trabajar. En mi caso, como trabajador de prensa, ya he comentado que estoy autorizado a circular conforme el Decreto vigente. Pero nunca abusé de esa situación para sacar chapa ante los demás, sino que lo tomo como un permiso para poder laburar e informar. Soy consciente de que mucha gente se ha vuelto demasiado virulenta y susceptible, por lo cual hay que ser extremadamente cuidadoso al momento de informar sobre la pandemia. Es más agotador y desgastante que lo que los demás suponen. Pero no lo digo a modo de queja o reproche. Hay que estar a la altura de los acontecimientos, ni más ni menos. 

Ahora bien, suponiendo que alcancemos la Fase 5, ¿qué vamos a hacer con la "libertad"? Porque si no lo pensamos bien, vamos a terminar como los famosos "runners" de CABA. No pueden ir 50 o 100 personas a un gimnasio de un día para otro, ni al cine, ni a los teatros, ni a tomar un café. Es cuestión de sentido común. Por eso me rompen la paciencia que hablen tanto de "cuidarnos entre todos", cuando acá el que no corre, vuela. Cuidarnos entre todos, es no procurar sacar ventaja de un escenario como éste, porque como mencionaba en otra nota, podemos terminar como Navarro, que tenía todo controlado hasta que un portador del virus disparó un sinfín de contagios. Precisamente, esta pandemia nos pone a prueba, nos interpela, y nos incita a reflexionar casi de un modo pendular, porque pasamos de la euforia a la decepción en lapsos muy breves. Punto final. 

16 de julio de 2020

Resistiendo detrás de la barricada

Jueves por la noche en la ciudad. Me dispongo a transitar el último tramo del día tomando unos mates antes de la cena, mientras escribo estas líneas. Hoy no salí casi a ningún lugar, permanecí en casa ordenando todos los discos, películas, libros, y objetos inútiles que tengo. Siempre hay algo que va a parar a la basura, como cajas vacías o blisters de remedios. No me gusta acumular cosas que ya no uso o que ocupan lugar al pedo. 

Mi pieza no es muy grande, pero para una sola persona alcanza. En realidad, yo elegí esa habitación al momento de mudarnos para aquí, ya que queda cerca del baño, y a unos pocos pasos está la cocina. Mi hermano duerme en un cuarto más amplio, pero lejos de los lugares que acabo de mencionar. Estoy pensando seriamente en comprar un calefactor para el dormitorio, porque la casa en sí misma es bastante fría. Por supuesto, para hacerlo habría que romper la pared, buscar a un gasista matriculado, y una serie de cuestiones que van más allá de la mera compra de la estufa. En su momento estuvo la posibilidad, pero me opuse porque me iba a restar espacio. Ahora me parece que hubiera sido una buena idea. 

Siempre le he hecho frente al invierno sin mayores sobresaltos, con frazadas y una bolsa de agua caliente cuando tengo los pies helados Y para salir a la calle, uso dos o más prendas, además de la campera y la bufanda. Parezco un muñeco de nieve. Toda esa ropa que uno lleva encima suma varios kilos, por eso es normal que si se pesás en la farmacia, notes que hay por lo menos 3 kilos que no son los de tu cuerpo. Para los que detestan el invierno, lo que yo suelo decir es que podés abrigarte lo suficiente y salir de ser necesario, en cambio en el verano, con 36 grados, el sopor es tan grande que no hay ropa que lo resista, y no podés arrancarte la piel o andar desnudo. Si tenés una pileta, en el verano zafás, de lo contrario es bastante complicado. 

Estaba viendo la gran cobertura mediática que tuvieron los casos de coronavirus en Navarro, que en rigor de verdad está potenciada por el hecho de una timba clandestina. Creo que el Intendente no puede desconocer que en un pueblo tan chico eso existía, más allá de que la persona que regenteaba este "casino" era de Las Heras. Todavía quedan muchos cabos sueltos para analizar qué fue lo que pasó. Es similar a lo que teníamos nosotros con el "Charly Bar", que bajó la persiana cuando policías que no eran de Lobos allanaron el lugar y se encontraron con lo inevitable. Fue así como procesaro y imputaron a algunos funcionarios. Gente con poder que conocía plenamente las actividades que allí se ejercían, y que es muy probable que recibieran un "rédito" por ello. Imaginemos que el bar todavía existiera, y varios lobenses se contagiaran luego de hacer uso de los servicios sexuales que allí se ejercían. Hubiera sido un escándalo mayor. ¿Quién se iba a animar a decir que se contagió teniendo sexo con una prostituta en Charly Bar? Hubiéramos sido noticia de los medios durante una semana, por lo menos. 

Pero no hay que hacer historia contrafáctica: una vez que ocurren los hechos, es un ejercicio mental que no aporta demasiado. Considero que la cuarentena es larguísima y excesiva. Debería haber comenzado en abril, por lo menos. Pero las cosas son como son. Se pueden salvar vidas, y también reactivar la economía, no son polos opuestos. Algún día tendremos que volver a la normalidad, y hay que ver cómo lo hacemos, poniendo a prueba nuestra responsabilidad. Ya se habla de una vacuna, de drogas que resultarían eficaces, pero llevará varios meses más que sean autorizadas para el tratamiento de todos los casos sintomáticos. Mientras tanto, en Lobos, todos los que rompían las bolas con "la pesca", ya pueden hacerlo. No me gusta la pesca deportiva, me parece una crueldad, pero si pescás para comer,lo puedo entender mejor. Un buen pejerrey debe ser un verdadero manjar para quienes saben cocinarlo. 

Qué les puedo decir, amigos, la aldea está "quieta" a esta hora, yo debo continuar haciendo mi trabajo, ,buscando notas, haciendo entrevistas, y así cada uno con lo suyo. A varios les debo un abrazo y un beso, que cuando se levante la cuarentena se los daré. A seguir en la trinchera. Punto final. 

14 de julio de 2020

Te recuerdo invierno..(2)

Este invierno es el más crudo de los últimos años. No sé por qué, pero tengo buena memoria en eso de registrar cómo fue este período comparado los ciclos anteriores. Hasta 2017, más o menos, se registraban unas semanas de frío intenso y luego se podía tolerar de alguna manera. Pero de allí a esta parte, las temperaturas comenzaron a descender de modo considerable. Es terrible que haya argentinos viviendo en casas precarias, sin calefacción o sin agua caliente. Si el Estado no dio respuesta a este déficit durante 30 años, menos las va a dar ahora, que está en default o muy cerca de alcanzar ese ingrata meta. En fin, siempre hay un pretexto de los políticos para que los pobres lo sigan siendo. La verdad es que ya di vuelta de página por el mal momento que me tocó pasar ayer (ver nota anterior), y hoy estoy concentrado en seguir mejorando, en brindar información como lo hago todos los días pero tratando de salir de lo que se suele publicar. Lo que se llama "producción periodística", que es ni más ni menos que producir tu propio material ya sea con entrevistas o bien consultando a fuentes confiables para acceder a todo aquello que muchas veces nos es vedado al no indagar lo suficiente. Hay que insistir, buena parte de mi vida lo hice, ya sea en el laburo o en otros órdenes, hasta conseguir lo que me correspondía o lo que yo consideraba que me merecía. 

Pese a la inactividad propia de una cuarentena, trato de no quedarme en el "limbo", aunque a veces factores externos, como la situación del país, condicionan (y postergan) los proyectos personales de cada uno. Yo no puedo decir si este espacio, este blog,  ha evolucionado o no: eso deberán decirlo los lectores. Sí creo que he abordado otros temas que antes no formaban parte de la discusión y análisis, del deseo de tratar de entender la realidad. Como ustedes saben, yo no milito en ningún partido político, y en consecuencia mis opiniones son las de un ciudadano más que ejerce su derecho a la libertad de expresión. Ojalá en el futuro florezcan nuevos proyectos en Lobos donde todos nos animemos a decir lo que pensamos, sin tapujos, pero con argumentos. Dejemos de lado la boludez constante de Facebook y Twitter para esbozar un texto con argumentos, con fundamentos, que podrán ser objeto de debate o no, pero que definen nuestra posición sobre los asuntos que nos preocupan. Ojo, las redes sociales son en este momento vitales para dar a conocer lo que hacés, o un producto que querés vender, pero por lo general no ofrecen mayor atractivo.  Y otro aspecto importante: defender nuestra opinión, no significa de la que los otros no merezca ser escuchada y atendida.



Los grandes escritores, círculo al cual no pertenezco, consiguen escribir relatos o novelas a partir de hechos aparentemente intrascendentes.  En este momento no se me ocurre ninguno específico, pero una crónica sobre una noche de boliche o una fiesta de casamiento daría para pulirla mucho más y explotarla en una veta literaria, bordeando lo tragicómico, al estilo Fontanarrosa. Tengo varios cuentos escritos, pero hasta que no consigo darles la forma que deseo, no serán publicados. Por los hechos de público conocimiento, no opino igual que en 2019 sobre muchísimos temas, pero de algún modo reflejar ese cambio de pensamiento, como consecuencia de lo que nos está pasando, tampoco me parece desacertado.


En breve voy a empezar a trabajar sobre esa cuestión para lograr textos más ordenados pero que no por ello pierdan espontaneidad. Que continúen siendo frescos y actuales, que hablen de lo cotidiano. Vamos a ver qué resulta en el intento.

Buenas tardes, amigos, y cierro con un Punto final para el día de hoy.


13 de julio de 2020

Esta vez me tocó a mí ser víctima del delito

Hoy todo indicaba que sería un día prometedor: el cielo lucía límpido de nubes, el sol siempre te predispone de buen semblante, me sentía bastante bien. Pero... en horas tempranas de la tarde, me robaron la bicicleta que había dejado del lado de adentro de las rejas de mi casa. Era (o es) una Olmo color rojo, rodado 26, con cambios. La había comprado usada, y con la inestimable ayuda de mi viejo, logramos ponerla en condiciones. A la angustia de que te roben algo que un modo tan "profesional", se suma el hecho de que es el único medio de transporte que tengo. Debo decir que, como nunca había padecido ningún incidente, cometí el error de dejarla sin candado, ya que por una de las ventanas del living se puede ver si está en su sitio o no. Por suerte, tengo otra, desarmada, que ya no pensaba usar porque el rodado sustraído era mucho más cómodo. De manera que tuve que comprar todo lo que le faltaba para intentar, quizás mañana, armarla de nuevo. Es muy extraño el sigilo con el cual entraron, ya que a la puerta de la reja no se le ha puesto nunca grasa ni lubricante alguno, porque precisamente el chirrido que hace es un "aviso" de que alguien se dispone a entrar, para tocar el timbre de la puerta de calle o por el motivo que fuere. 

Conclusión: Esta vez me tocó a mí ser víctima de la inseguridad. Alguna vez tenía que pasarme. Como podrán comprender, me siento pésimo, pero aún así con el paso de las horas traté de dar a cada cosa su justa dimensión, y pensar que no fue una entradera, no me amenazaron con arma de fuego, mi integridad y la de mi familia no estuvieron amenazadas. Fue un simple hurto. Es muy probable que a la bici ya la hayan desarmado y se se hayan quedado con aquello de más valor. O que la tengan unos días guardada mientras la pintan de otro color. Hacer ese tipo de conjeturas, con los hechos consumados, no tiene mayor relevancia. 

Pensé en hacer la denuncia, pero descarté la idea porque es un hurto menor, no para mí, pero en términos del valor de la bici, sí. Sinceramente este episodio me cagó el día, ya que el resto de la jornada había transcurrido con normalidad. Ustedes, estimados lectores, saben que los lunes siempre trato de escribir una nota para ponerle pilas a la semana, pero en esta ocasión no empezó de la mejor manera. Sin embargo, la vida siempre da una nueva oportunidad, ni se me ocurre buscar revancha porque no conozco a los "autores ignorados" que robaron mi bici y no me interesa hacerlo tampoco. La lección del día: a partir de ahora, a la próxima bicicleta le colocaré el candado aunque esté a dos  metros de distancia. 

Alguien podrá pensar, que soy un pelotudo por lamentarme de un hecho en el cual no estuvo en riesgo mi vida, y que no me robaron cuantiosas sumas de dinero. Quizás tengan razón.

Tengo la convicción de que los días sucesivos serán mejores, y que este ingrato hecho quedará como un mal recuerdo. Pero soy humano, y si me ocurren cosas como estas, no puedo evitar sentirme de la peor manera. A los que me robaron, ojalá que disfruten de la bici, y que tengan la precaución de mantenerse alejados de mi persona, de lo contrario sería una provocación de la peor calaña. Punto final. 








11 de julio de 2020

Recuerdos: Cuando el sábado era sinónimo de distensión

Sábado por la tarde en Lobos. Con este tema de los feriados puente, sumado al desconcierto propio de la cuarentena, cuesta ubicarse en la fecha que vivimos. Es una estupidez afirmar que se fomenta el turismo, si no se puede salir a ningún lado y además la mayoría de los potenciales turistas domésticos estamos al borde del quebranto económico. Pero bueno, sabemos que en lo sucesivo seguirá siendo así, con decisiones caprichosas y antojadizas. Lo importante es no aflojar, algo que en lo personal me cuesta bastante por motivos que ya he mencionado varias veces. Dejando de lado la guita, este estado de anormalidad se hace difícil para cualquiera, nos hemos acostumbrado forzosamente a tomar las medidas necesarias, pero cuando el Gobierno extiende la cuarentena por dos semanas más, te sentís frustrado por la misma incertidumbre que ello provoca.

Por lo general,  me quejo cuando me veo perjudicado por algo que me trastoca mi forma de vida, de lo contrario no me importaría, podría aceptarlo de un modo más "manso". Pero, al mismo tiempo, pienso que hay que dejar de mirarse el ombligo y tener una visión superadora de lo que nos pasa. Si se hubieran brindado incentivos a los científicos argentinos para investigar en su país y no tener que emigrar, otra sería la historia, porque no caben dudas de que tienen los conocimientos y la capacidad para buscar la tan ansiada vacuna. Una vacuna que sea accesible a todos y no sólo a los habitantes de los países más poderosos. Si bien hay varias drogas que se están estudiando para frenar el avance del virus, no sé si han dado resultado y si en un corto plazo podrán acceder a ellas todas las personas que están infectadas. Todo parece indicar que llevará tiempo. Si llegamos, será al límite de nuestras fuerzas, con una gran demanda de atención en materia de salud mental. Porque esto causa estragos en el cuerpo, pero sobre todo en el bocho. 



Yo, en esencia, voy a seguir siendo el mismo. Pero mi modo de entender la vida cambiará (contradicción). Me parece saludable que ocurra en la medida de no minimizar la peor pandemia que nos tocó vivir. Estar encerrado entre cuatro paredes porque estás enfermo es horrible, y cuando por fin te recuperás pensás que el mundo se detuvo por tu convalecencia y en rigor de verdad todo sigue igual. Nadie es imprescindible, ya lo hemos afirmado desde aquí, y el lugar que hoy ocupo yo mañana lo ocupará otro sin ninguna dificultad. Sí es cierto que hay personas más talentosas que otras, y son esas personas las que dejan un vacío cuando mueren o deciden retirarse. Quizá habría un par de casos en los que podríamos hacer una excepción. Quiero decir: Maradona y Charly García, por ejemplo, no son sustituibles ni reemplazables. Creo que aquí hay un punto importante, y es que realmente nos cuesta distinguir lo imprescindible de lo superfluo, lo necesario de lo accesorio, lo genuino del refrito. Precisamente este año, se escribieron muchas notas sobre el Mundial Italia '90. La nostalgia, casi sin que le demos permiso, acecha como un intruso. Lo que estoy extrañando ahora, aunque no lo volvería a hacer, son las épocas en que tenía varios años menos y bailaba arriba del baffle del boliche. 


Quizás,  en ese darnos cuenta, se nos va la vida, hasta que en algún momento descubrimos lo aquello verdaderamente auténtico y relevante, que es eso que nos hace valer y nos convierte en ciudadanos con iniciativa y voluntad. Punto final.



9 de julio de 2020

Un 9 de Julio extraño y gris

Las fechas patrias incitan a la reflexión, desde luego. Hoy tenemos una Argentina devastada, fragmentada, económicamente y también desde el punto de vista sanitario. No es, precisamente, el mejor 9 de Julio que hemos vivido. En realidad, la decadencia argentina es casi crónica, por no decir endémica. No recordamos ya un tiempo, o al menos un año, en el cual hayamos estado bien, con capacidad para poder planificar y proyectar emprendimientos, con una inflación controlada, con gestos altruistas de parte de la clase política. Todo eso hoy no existe, y dudo de que se consiga en un corto plazo. Por supuesto que hay casos de gente de buena fe y ganas de ayudar desde su lugar, pero por lo general no son los más ricos, sino los vecinos de a pie. El empresariado no es el enemigo, porque genera fuentes de trabajo. El enemigo es nuestra maraña de prejuicios y de pensamientos retrógados, el egoísmo, la falta de empatía. Es tan argentino el que vive en una villa miseria como el que lo hace en Puerto Madero. Es algo que nunca vamos a entender por esa exacerbación clasista que nos persigue.

E insisto en que es falso aquello de que "la Patria es el otro". La Patria somos todos, desde el obrero hasta el gerente de una multinacional. Hoy parecemos un país de Europa del Este, como Bulgaria o Hungría. Lo único bueno que hizo Menem como Presidente (a un costo social altísimo), fue modernizar la economía y la inserción de la Argentina en el mundo. Con Kirchner los primeros años estuvimos bien, gracias a la bonanza de la soja y los commodities en general. Alfonsín fue un presidente honesto, algo que en un país desarrollado sería una rareza mencionar, pero no fue corrupto como todos aquellos que lo sucedieron. E hizo lo mejor que pudo hasta que la inflación se le fue de las manos. Si miramos bien, tuvimos algunos períodos de efímera prosperidad, pero todos los gobiernos han terminado peor que como asumieron, al menos desde 1983 en adelante. Los argentinos son tan ingenuos que pensaron que Macri no iba a "robar" o a cometer actos de corrupción porque era multimillonario, pero esos análisis simplistas sólo se dan aquí. El macrismo encabezó una destrucción sin precedentes del tejido social, priorizando el déficit fiscal por encima del bolsillo de la gente, con aumentos constantes de tarifas y combustibles, con una megadevaluación y un par de corridas cambiarias... en fin, es un recuerdo amargo, y como reza el título de un libro, un "asalto a ilusión". Fue votado por un sector que estaba hastiado de CFK, de los manejos turbios, y estos tipos llegaron con el versito de la honestidad, y transparencia, no dejaron nada en pie, y continuaron con el espionaje ilegal. Porque la AFI (ex SIDE), en lugar de realizar tareas de inteligencia para proteger la seguridad nacional, se convirtió en una cueva inmunda de espías venidos a menos que luego (con la autorización de Bullrich) difundían esas mismas escuchas por televisión como si se tratara de un hallazgo. 

Pero no quiero abrumar al lector con episodios de la historia reciente, de hecho no soy historiador, pero tengo la capacidad de analizar de qué manera tropezamos mil veces con la misma piedra, y por qué nunca avanzamos. Es cierto es estamos en un contexto excepcional por el tema del COVID, pero que el árbol no nos impida ver el bosque. Déjense de joder con la "pesada herencia recibida" cada vez que asumen y háganse cargo de revertirla, que para algo el pueblo los votó. Si se presentaron como candidatos y ganaron, ya se imaginaban con qué escenario se iban a encontrar. Punto final.

8 de julio de 2020

No voy a claudicar mi vocación periodística por nada del mundo

Siempre estuve en contra del establishment. Vale decir, de lo que se da "por establecido", aunque no es la definición más correcta. Ayer hubo una sesión en el HCD que generó bastante revuelo (a mi modo de ver), en principio porque se pretendía que los concejales avalaran cuestiones del COVID que no son áreas de su competencia, y que luego en una conferencia de prensa posterior, funcionarios del Ejecutivo procuraron relativizar. No me gusta que me tomen por boludo, o que consideren que no tenemos los conocimientos suficientes para percatarnos de algo tan obvio. Si sale por decreto, perfecto, pero me parece una puesta en escena haber convocado a una Sesión Especial al HCD. Habrá colegas que coincidan conmigo, otros que no, pero más allá de eso asumo la responsabilidad que me cabe como periodista. En la conferencia se minimizó el tema de las fases, Fase 4 o Fase 5, cuando sabemos que Lobos está en 4. Y lo que había sido anunciado por un medio, acerca de la apertura de bares y locales gastronómicos, resultó ser una farsa. Yo me tomo el trabajo de redactar las notas en LOBOS 24 con esmero,  aunque me lleven un tiempo considerable, dado que la intención es que el lector comprenda cabalmente cómo se sucedieron los hechos. 

La libertad de expresión que ejerzo, la hago con responsabilidad, por lo tanto no puedo ampararme en ello para afirmar o decir cualquier cosa. No voy a claudicar, esto lo repito todas las veces que sea necesario, porque si yo estoy convencido de que voy con la verdad, poco me importa lo que los demás digan. Vemos que el Intendente lanzará un decreto para flexibilizar actividades, todas ellas deportivas, pero se corrió el falso rumor de que ello alcanzaría a bares y restaurantes. Hoy sabemos que no es así. No me desvela la primicia, sino informar con la verdad. Por supuesto, algunos podrán criticarme o cuestionarme, pero mi premisa ha sido siempre mantener la credibilidad. No importan ya los anunciantes, los avisos y las publicidades, porque nadie va a apostar en un producto periodístico que no se ajuste a la verdad. Decir la verdad a medias, es peor que mentir. Siempre lo tuve en claro. Por eso, desestimar el tema de las fases como hizo hoy un funcionario, me parece muy negligente, porque por algo se creó ese modo de segmentación de la cuarentena.


Sigo leyendo Clarín y La Nación, pero no considero que esos medios sean dueños de una información que carezca de una actitud tendenciosa. Vivimos en una época en la cual el rol de periodismo es muy cuestionado, y no está mal que se abra el debate en ese sentido. Pero me refiero a un debate serio, honesto, donde cada uno dé a conocer su línea editorial y no tenga reparos en admitirlo, porque de lo contrario seguiremos forjando instituciones prehistóricas como la Academia Nacional de Periodismo o ADEPA en la cual un grupo de "notables" se arroga el derecho de decir qué está bien o qué está mal o defienden intereses sectoriales. La Sociedad Interamericana de Prensa defiende los intereses de las empresas periodísticas pero no de los trabajadores que la integran, lo cual constituye una postura claramente corporativista. Ojo, no estoy hablando de "La Corpo" tal como la entienden los K, sino que me refiero a que los que hacemos periodismo nos sentimos a menudo indefensos porque no hay ningún sindicato o gremio que salga a respaldarnos cuando nuestros derechos son vulnerados. Es cierto que hay medios hegemónicos, nunca dudé de ello. Por si todo esto fuera poco, hay muchos de esos conglomerados que reclutan pasantes y les prometen posibilidades de hacer carrera en ese medio a cambio de mano de obra barata y trabajo en negro. Así estamos. Como verán, estatales y jubilados no son los únicos afectados por "el modelo" que se pretende instalar, aun con sus aciertos y errores que ya mencioné varias veces. Punto final.

6 de julio de 2020

Lunes, congelado pero con ganas de seguir escribiendo

La semana comenzó hoy con muchísimo frío, no estoy seguro si es el día más frío del año, pero en todo caso le anda cerca. Me acosté vestido con dos frazadas durante la siesta, pero no conseguí dormirme, por el contrario, daba vueltas en la cama porque me sentía incómodo con tanta ropa. Al final, decidí levantarme y tratar de retomar la rutina habitual, sobre todo cuando vi que salió un poco el sol y que la tarde estaba en su esplendor. Porque, sea como fuere, hay que sacarle el jugo a cada día para vivirlo plenamente, honrarlo, aun dentro de las limitaciones que tenemos. Hay muchos intereses en juego, muchos sectores que están presionando para que se flexibilicen más actividades en Lobos. Esto puede ser posible, pero si los contagios se incrementan, "alguien" va a tener que pagar el costo político de una decisión sobre la cual no hay un acuerdo u opinión unánime. Sabemos que así no se puede seguir indefinidamente, no hace falta que nadie haga lobby en ese sentido. Y ahora sí que cabe el concepto de gradualismo, porque no se puede hacer una apertura total de un día para otro, no hace falta ser un genio para predecir las consecuencias. 

Esta discusión excede el ámbito del Concejo Deliberante, si bien es cierto que son los representantes del pueblo. A mi modo de ver, hay que convocar a representantes de todos los rubros y poner las cartas sobre la mesa, de manera de evaluar si están en condiciones de garantizar las medidas sanitarias requeridas. Por otra parte, en el supuesto de que haya una apertura, llevará meses recomponer determinados nichos de la economía doméstica que quedaron agonizantes. Los monotributistas o independientes, como es mi caso, estamos en la lona, pero a nadie parece importarle demasiado. Estaba leyendo ayer una nota, que explicaba que a nivel país, no alcanzarán los cuatro años de gobierno de Fernández para que los números repunten. Quizás sea exagerado, pero de lo que estamos seguros, es que no será cuestión de meses. Hoy por hoy, debemos aceptar que estamos en Fase 4, y por ese motivo es normal que ciertas actividades no estén permitidas. Roque Pérez también retrocedió a Fase 4 por un primer caso positivo. Contrariamente a lo que se cree, en Europa la gente no hace lo que quiere, no se han levantado aún los alertas, ni en España, ni en Italia o Francia. 

Pero el tema de fondo es que el "pico" de contagios no sabemos si ya llegó, o si debemos prepararnos para lo peor. El AMBA y CABA tienen una realidad distinta a los municipios del Interior, eso es evidente. A menor concentración poblacional, menos probabilidades de contraer el virus. 

La lección que nos deja el COVID, es que nunca sabemos qué hechos, fortuitos o no tanto, nos harán cambiar nuestra forma de pensar y de replantearnos la vida. Puede ser la pérdida de algún ser querido, la separación de nuestra pareja, la frustración de no haber podido terminar una carrera, el despido de un trabajo. Yo estoy en un proceso que implica tomarme las cosas con más calma,  evitar discusiones innecesarias, en disfrutar del ocio cuando me deja algún margen para la reflexión. Porque no es lo mismo pasarse varias horas boludeando por Facebook que ver una buena película. Yo comencé a extrañar a mis amigos, y no queda otro recurso que alguna llamada por WhatsApp, al menos por ahora. 

No voy a negar que más de 100 días en cuarentena altera y genera zozobra a cualquiera, porque como mencioné antes a mí también me está pasando. Justamente estoy leyendo la gran novela de George Orwell, "1984", que se anticipa más de medio siglo a lo que vemos hoy, la vigilancia de cada persona en un régimen totalitario disfrazado de democracia (en algunos países) y al concepto de "Gran Hermano" como lo conocemos hoy.  Llegará el momento de reencontrarme con mis afectos, y de reanudar el contacto con gente que por esas cosas de la vida me separaba el resentimiento o el rencor. En algunas ocasiones, es mejor olvidar, aunque nos hayan ofendido. Por supuesto, la vida sigue y no es un remanso de paz como a uno le gustaría, y siempre hay alguien dispuesto a jordernos. Lo más sano es superar todo aquello que nos afecte a nosotros, que no es tan sencillo como parece. Me refiero que, al perdonar a alguien, estamos siendo generosos en un punto pero también un poco egoístas (y eso es lo bueno), porque nos estamos dando la oportunidad de continuar con una relación de amistad y afecto al olvidar aquello que nos hizo pasar un mal trago.

Hay que liberarse un poco, apagar el televisor, tomar unos mates con amigos o con la compañía de la radio, sentarse a leer un buen libro, respirar profundo y seguir este camino. Es la mejor manera de sentirse sano, sin las necesidades de la sociedad moderna de recurrir a ansiolíticos, terapias alternativas o meditación. Por supuesto, la meditación es una actividad muy saludable, pero podemos bucear en nuestro interior de distintas maneras, simplemente planteándonos honestamente cómo somos. Punto final.

4 de julio de 2020

Ni hay proyectos, ni "Plan B"

La industria editorial suele ser muy injusta con escritores talentosos y creativos, que ven cómo sus manuscritos son sistemáticamente rechazados. Se apuesta a lo seguro, obviamente, o a lo que se considera que tiene pasta de best-seller. Es un negocio más. La mayoría de los escritores deben pagar el costo de los ejemplares de sus primeras obras, ya que no están en condiciones de acceder a firmar un contrato.

Y en líneas generales, es así con todo. Necesitás un contacto, alguien que te permita llegar a pegar ese gran salto, si es que realmente deseás hacerlo. Porque probablemente, si lo lográs vas a tener que resignar ciertas libertades que te permite tu condición de artista "self-manangement". 

Mientras redactaba estas líneas, pensaba en que hoy casi ni salí a la calle, no encontré motivos justificados para hacerlo, y estoy sufriendo el frío como cualquiera de ustedes, de manera que aproveché para ir poniéndome al día con la lectura, evitando dormir siesta para que el día me rinda más. Hay libros que dudo que vaya a teminar, no por falta de tiempo, sino porque son una bazofia que tuve la mala idea de comprar en algún momento. Lo mismo pasa con los discos, aunque tengo a mi favor que nunca perseguí ninguna moda o tendencia. Fui comprando de acuerdo con mi gusto personal, que luego va cambiando con los años, como la vida misma. En este interín me cebo unos mates, agarro viaje y emprendo lo que tenía que hacer nuevamente. Como escribir en este humilde rincón del ciberespacio. Estamos tan agobiados por las redes sociales, que bien sirve tomarse unos  minutos para reflexionar acerca de lo que nos pasa como sociedad. Y ojo, porque esto viene desde antes de la cuarentena. Es un fracaso endémico que ha atravesado a generaciones enteras que se imaginaron "un proyecto de país" y no pudieron concretarlo, o bien lo hicieron pero eso nos llevó al desastre. Y ahora? Pues bien, no hay proyecto, ni plan, no hay nada. Está todo en stand by. Estoy esperando a Fernández para que me llene la heladera como prometió. También lo esperé a Macri con la Pobreza Cero. Lo esperé a Menem con la revolución productiva y el salariazo. Ven, ahí nos damos cuenta de que 30 años de historia, como mínimo, han sido de marchas y contramarchas, de disputas estériles, de mentes enfermas por la codicia y la ambición. 


Seguramente estoy pecando de ingenuo, pero sería bueno que aprendiéramos a ejercitar el debate en lo cotidiano, como era habitual a mediados de los '80, cuando se discutía de política en las calles y se lo hacía con auténtica pasión y entusiasmo. Hoy imaginar un escenario similar es una utopía. Me quedé pensado en la visita proselitista que hizo en 2011 de Francisco De Narváez, y en lo superficial que es el discurso político actual. El tipo desapareció de la arena política y ya a nadie le importan sus opiniones.  Tanto el oficialista como el opositor, trasuntan sobre las mismas cuestiones con sorprendentes limitaciones. Y obviamente, los dirigentes no son estúpidos. Quiero decir, que si el debate se da en niveles tan bajos y mezquinos es porque resulta lo que a ellos más les conviene. ¿Para qué hablar del FMI y el default? ¿Para qué molestarse en pensar en un plan de viviendas que sea más abarcativo que el Procrear? Aquí siempre se mira a corto plazo, se resuelve sobre la marcha, y haciéndolo en esas condiciones no es sensato esperar buenos resultados. 

Cada uno que llega a la Presidencia, salvo algunas excepciones, busca saquear al Estado, "hacer caja", llevarse todo lo que pueda y repartir unas migajas al pueblo. Ni siquiera merece llamarse populismo, porque el populismo implica una definición más amplia que en este momento no viene al caso exponer. Todavía en la Argentina se sigue hablando de izquierda y derecha en términos ideológicos, en lugar de pensar e implementar políticas de Estado que nos saquen del pozo. Los ultranacionalistas son tan estúpidos como los del Partido Obrero. Es cuestión de entender que se necesita un equipo de personas formadas y capacitadas, que conozca bien el paño, y no un caudillo tipo Pancho Villa. Tengo 41 años y hago todo lo posible por no claudicar, y por continuar apostando al país, a la salud y a la educación pública, por citar dos casos que antaño nos posicionaron como faro del mundo. Si tenemos suerte, algún día nuestros hijos llegarán a posiciones de liderazgo o de otra índole, y con un poco de viento a favor podrán enmendar esta aquelarre. Punto final. 

2 de julio de 2020

Buscando la mejor versión de mí mismo

Jueves por la tarde. Una jornada muy fría y con un viento destemplado en la ciudad. Suele pasar que a veces no hay mucho para infomar, y sabido es que la mayor cantidad de noticias publicadas en los medios tienen que ver con la pandemia. Ya hemos tenido varios meses para adaptarnos, y yo creo haberlo conseguido, después de renegar más de la cuenta en los primeros días. Está muy claro qué se puede y qué no se puede hacer, los horarios para circular, las medidas de prevención... no hay mucho que inventar. Trato de ejercitar algo que siempre me resultó difícil: pensar antes de actuar, no dejarse llevar por el impulso. Pese a que este rasgo de mi personalidad viene de hace tiempo, y que nunca me trajo inconvenientes graves, es algo que quiero revertir, "educando la mente" para tomar decisiones más acertadas. Analizar causas y consecuencias, costo y beneficio. La razón y la emoción chocan constantemente en nuestra cabeza. Quisiéramos mandar a la mierda a alguien que nos trató mal, pero optamos por lo hacerlo como un acto de "educación cívica". Si fuéramos a reaccionar contra todas aquellas personas que tuvieron gestos poco nobles con nosotros, viviríamos en constante enfrentamiento. Si yo voy a un negocio a comprar algo y no recibo la atención esperada, podría recriminárselo al empleado, pero prefiero no ir nunca más aunque tenga los precios más bajos del mercado. Si (antes de la pandemia) iba a visitar a un amigo y se mostraba lacónico y monosilábico sin motivo alguno, no es que dejará de tener mi amistad, pero nunca más voy a ir a perder el tiempo con una persona que no tiene interés en mantener una conversación. Porque si hay algo que jamás quise "mendigar" de nadie, es la amistad. A esta altura de mi vida no estoy para forzar empatía donde no la hay.

Por otra parte, al permanecer más de 100 días en las actuales condiciones, con la triste postal de muchos comercios cerrados o al borde del quebranto, y sin indicios de que esto vaya a cambiar, entramos en una suerte de "meseta", sobre todo a nivel emocional, por resignación, adaptación, o cualquier palabra que les guste emplear. Esto me hacer acordar a 2001, la gente no hablaba de otra cosa que no fuera el riesgo país o el corralito, el estrés y la angustia se apoderaban de buena parte de los argentinos, y aunque las comparaciones son odiosas, está ocurriendo algo parecido. Nos hemos vuelto monotemáticos. 

Empero, mi aspiración es seguir siendo auténtico, continuar con mi trabajo en la medida que me sea posible, e ir indagando en las cosas que me hacen bien y que nos hacen bien a la mayoría. Cuando termine todo esto, voy a gestionar la publicación de una síntesis todos estos 15 años de historia en el blog. Le voy a añadir cuentos y relatos que tengo ya escritos, y unas notas editoriales que hice para mi diario digital. Va a ser una manera de ir sacando afuera todo lo que hoy nos reprime un poco, esa es la alternativa que estoy barajando. Quiero hacer una selección de lo mejor de mí en todos estos años y que finalmente vea la luz. Sin vueltas, simplemente con la intención de que alguien se sienta a gusto leyendo en modo impreso todo aquello que lleva más de una década de historia personal. Punto final.

1 de julio de 2020

Comenzando un nuevo ciclo

Empezamos julio, aunque a esta altura de los hechos,  el devenir de los meses ha perdido todo interés para la mayoría. Todo parece indicar que el Día del Amigo, fecha que resulta una buena excusa para reunirnos en circunstancias normales, lo pasaremos encerrados. En rigor, debo decir que mis amistades se fueron dispersando en los últimos años, y la última vez que nos juntamos con motivo de esa fecha fue en 2012 o 2013. Lo cual implica bastante tiempo, seguramente algunos tendrán otras prioridades o intereses, pero es una vez al año, no creo que lo perjudique a nadie. En fin, lo concreto es que todas estas conjeturas no tienen razón de ser porque el 20/7 lo pasaremos cada uno en su casa, y quizás encontremos otra manera de celebrar la amistad a la distancia. En este caso, como reza el bolero, no creo que "la distancia sea el olvido", no lo concibo de esa forma, lo que ocurre es que todos tenemos más de 40 años, muchos ya han formado su familia, y se les complicaría, aun en condiciones normales, coincidir en un horario para encontrarnos. Extraño aquellos años sin preocupaciones ni problemas financieros, la adolescencia que "duele" pero que uno piensa que nunca terminará hasta que te tenés que poner a laburar para ganarte el mango. Pero cada etapa de la vida tiene momentos felices, como sucede con los abuelos que disfrutan de sus nietos y son su mayor satisfacción. No obstante yo le he puesto límites a la nostalgia, porque lo que suele pasar es que se deforman los hechos, idealizamos momentos que nunca ocurrieron de esa manera. Eso sí es lo jodido de la distancia, que te haga pensar que el pasado fue mejor, que te mantenga estancado en una época que ya no la dicen ni tus años ni tu cuerpo, que están en abierta contradicción con el faro del tiempo que vos tenés. 


No perdamos la capacidad de escribir, de expresarnos. Yo lo tomo como un ejercicio para pensar la realidad, pero también para estar comunicado con mis seres queridos, ya que no puedo hacerlo en forma presencial. Estoy tratando de quejarme menos, si bien las noticias que vemos en los diarios y en la tele parecen ofrecernos todo el tiempo motivos para hacerlo. Pero en mis últimas notas, ya no me siento tan renegado de las cosas, muchas de las cuales nunca lograré cambiar. Debemos entender que muchas decisiones no dependen de nosotros, aunque nos afecten el bolsillo, como está ocurriendo con la negociación con los bonistas, o cualquier virus que aparece en China y amenaza con expandirse velozmente al igual que el COVID 19. Todos quieren que sus hijos vayan a la universidad y se conviertan en ingenieros o abogados, y no está mal esa aspiración paterna en la medida que no genere presión y frustración. Porque en esta vida, aunque resulte cursi decirlo, debemos tratar de ser felices, y no necesitás un diploma en un cuadrito colgando de la pared para serlo. Es admirable la capacidad que tienen las personas sencillas para hacerle frente a la adversidad, para compartir la mesa con sus amigos, para disfrutar de un partido de fútbol por TV. Como periodista, nunca aspiré a ser masivo, ni a que mi opinión sea replicada por miles de lectores. Puedo lograr que alguien apruebe o no mi manera de ver las cosas, pero no es el objetivo principal que me motiva, sino el de informar y dejar que aquel que lea una nota mía o lo que fuere, haga el análisis que desee.


Mientras redactaba estas líneas, reflexionaba acerca de la necesidad de "bajar un cambio" y no dejarnos llevar por todo lo que nos dicen desde la pantalla del celular, con los interminables chats de WhatsApp que se viralizan y que ni sabemos a quiénes pertenecen. No porque no sea verdad, sino porque no está a nuestro alcance resolver nada, al menos cuando se trata de una conversación privada que se hace pública por la indiscreción de una de las partes. Punto final.



A la vuelta de la esquina

  Mitad de semana en la ciudad. No sé qué les pasará a ustedes, pero yo ya no me preocupo tanto como antes respecto a situaciones que aparen...