Por lo general, me quejo cuando me veo perjudicado por algo que me trastoca mi forma de vida, de lo contrario no me importaría, podría aceptarlo de un modo más "manso". Pero, al mismo tiempo, pienso que hay que dejar de mirarse el ombligo y tener una visión superadora de lo que nos pasa. Si se hubieran brindado incentivos a los científicos argentinos para investigar en su país y no tener que emigrar, otra sería la historia, porque no caben dudas de que tienen los conocimientos y la capacidad para buscar la tan ansiada vacuna. Una vacuna que sea accesible a todos y no sólo a los habitantes de los países más poderosos. Si bien hay varias drogas que se están estudiando para frenar el avance del virus, no sé si han dado resultado y si en un corto plazo podrán acceder a ellas todas las personas que están infectadas. Todo parece indicar que llevará tiempo. Si llegamos, será al límite de nuestras fuerzas, con una gran demanda de atención en materia de salud mental. Porque esto causa estragos en el cuerpo, pero sobre todo en el bocho.
Yo, en esencia, voy a seguir siendo el mismo. Pero mi modo
de entender la vida cambiará (contradicción). Me parece saludable que ocurra en la medida de no
minimizar la peor pandemia que nos tocó vivir. Estar encerrado entre cuatro
paredes porque estás enfermo es horrible, y cuando por fin te recuperás pensás
que el mundo se detuvo por tu convalecencia y en rigor de verdad todo sigue
igual. Nadie es imprescindible, ya lo hemos afirmado desde aquí, y el lugar que
hoy ocupo yo mañana lo ocupará otro sin ninguna dificultad. Sí es cierto que
hay personas más talentosas que otras, y son esas personas las que dejan un
vacío cuando mueren o deciden retirarse. Quizá habría un par de casos en los
que podríamos hacer una excepción. Quiero decir: Maradona y Charly García, por
ejemplo, no son sustituibles ni reemplazables. Creo que aquí hay un punto importante,
y es que realmente nos cuesta distinguir lo imprescindible de lo superfluo, lo
necesario de lo accesorio, lo genuino del refrito. Precisamente este año, se escribieron muchas notas sobre el Mundial Italia '90. La nostalgia, casi sin que le demos permiso, acecha como un intruso. Lo que estoy extrañando ahora, aunque no lo volvería a hacer, son las épocas en que tenía varios años menos y bailaba arriba del baffle del boliche.
Quizás, en ese darnos cuenta, se nos va la vida, hasta que
en algún momento descubrimos lo aquello verdaderamente auténtico y relevante, que
es eso que nos hace valer y nos convierte en ciudadanos con iniciativa y
voluntad. Punto final.