4 de septiembre de 2022

1983

 Ah, 1983. Sin lugar a dudas, un año que todos recordamos, incluso aquellos que nacieron después y que no tienen la edad cronológica como para haberlo vivido. Bueno, en rigor de verdad yo era muy chico, así que me pasó algo parecido. 

Posguerra, apertura democrática, elecciones libres en Argentina. Pero además, hubo cambios culturales notables a nivel global. En la forma de vestir, en la música, en el cine.

Si bien se suele hablar del “Pop de los ‘80” y hasta el día de hoy hay gente que lo considera casi un género aparte, no es tan así. Hay radios, al estilo de Aspen, que se nutren mayormente de esa década porque la audiencia que los sigue busca escuchar eso. Precisamente, 1983 marca el comienzo “real”, del pop de los ’80. Si uno ve las listas o charts de Billboard, en EE.UU. hasta 1982 la música que dominaba las radios y las ventas, era un pastiche de sintetizadores pedorros y baladas que no tienen demasiado que ver con lo que vendría tan sólo un año después. Bandas como Foreigner, Toto, Quarteflash, cuando llega el ’83 desaparecen de las listas, son bajadas de un hondazo. Hasta ese momento, de vez en cuando, tipos con muchos pergaminos encima como Paul McCartney o Stevie Wonder tenían presencia en los charts, y en los años posteriores se esfumarán durante un tiempo, salvo por algún hit aislado.

 Michael Jackson y Madonna cambian por completo el escenario, y con ellos, otros artistas como Phil Collins, Lionel Richie, Prince, que sí son reconocidos hasta hoy. Bueno, a Phil Collins lo desprestigiaron bastante desde los '90 en adelante, pero para mí sigue siendo un gran músico.

Entonces, lo que sucede es que otros se avivan de que necesitan adaptarse para mantenerse vigentes y obtener éxito comercial, y se suman al oído que sí define a la década: David Bowie, Tina Turner, Bruce Springsteen, Billy Joel, Hall & Oates, Dire Straits, Rick Astley, Queen… es un cambio radical respecto de la música disco de los ’70. Los productores comienzan a cobrar mayor relevancia para dar con el sonido perfecto para las radios. La gente en esa época todavía compraba discos porque no había otra manera de tener un registro grabado, no existía el streaming ni la descarga digital. Es una década superficial en ese sentido, pero que tiene el beat de música de baile, de boliche, que tuvo su germen en Europa, quizás, y terminó por imponerse rápidamente. Por eso, cuando tratamos de definir lo que conocemos como pop de los ’80, en rigor de verdad nos referimos al período que transcurre entre 1983 y 1989. Ni siquiera alcanza a ser una década completa, pero dejó una huella significativa en los nostálgicos que supera a lo que vendría después. Inclusive hay artistas casi desconocidos que la pegaron con un hit y consiguieron algo de notoriedad sólo por esa canción que se repite como un mantra. Eso siempre existió, pero se afianza en los ochenta.

En la Argentina, Charly García "la rompe” ese año con un disco que lo cambió todo, “Clics Modernos”. El propio García ha comentado en varias entrevistas que quería un sonido novedoso y bailable, y que se inspiró en Prince. Desaparecen del gusto popular los Baglietto o los León Gieco, al menos por un tiempo. No interesan los cantantes de protesta o con compromiso social, y por lo tanto, pierden audiencia y rédito comercial. Sin embargo, en el disco ya mencionado, hay un tema, “Los dinosaurios”, que alude a los años de la dictadura de un modo brillante.

Por eso, porque veníamos de años de miedo y terror, el pop también se afianza en Argentina y busca influencias por todos lados. Era un fenómeno nuevo por acá, y hasta entonces no se le daba demasiada bola a la figura del productor o del manager. Claro que, si los álbumes no sonaban en la radio, nadie se enteraba de su existencia, y además había que presentarlos en vivo. Muchas veces esos conciertos tenían un resultado bastante diferente al disco en estudio. No siempre era posible replicar el sonido original, sobre todo si estaba compuesto con muchas máquinas o sintetizadores.

Y aunque el rock argentino como tal nació a mediados de los '60, se vuelve masivo 20 años más tarde, y obviamente contribuyó el hecho de que durante Malvinas, las radios argentinas no pasaban música en inglés. Dimensionar el impacto que tuvo esa decisión, a la distancia, es relativo. Pero me estoy yendo de tema. 1983 es un año bisagra en nuestra historia, y no podemos dejar de mencionar a otros artistas o bandas como Soda Stereo, Virus, Los Abuelos de la Nada, o Fito Páez. Este último no me agrada demasiado, pero reconozco que en sus comienzos hizo algunas cosas interesantes. 

Charly García ya no es el mismo, y no vale la pena indagar en los motivos. Pero es el único grande que nos queda, porque Spinetta ya no está, ni Pappo, ni tampoco otros que podían pelearle el podio. Y así como él ya no es el mismo, sin el recambio cultural y generacional que él encabezó, el pop irreverente y divertido que luego fue mutando a una versión más cruda y contestataria, tampoco lo sería. 

El recuerdo de esos años encuentra lugar para intentar recrear esa estética, en músicos como The Weeknd o lo que fue Daft Punk. Pero hay algo que no se puede negar: No habrá otro Michael Jackson, y dejemos de lado por un momento las denuncias por abuso y otras cuestiones que no hacen a un hecho artístico. Estuvo en el lugar correcto y en el momento justo, y quizás desaprovechó su inmenso talento con excentricidades y actitudes que lo único que hicieron fue dañar su propia imagen. Pero eso ya sería tema de otra nota, como el hecho de analizar las numerosas controversias y escándalos que están ligados a cada uno de todos los que mencioné por separado. Quedan los discos, queda la música. Nos estamos viendo pronto. Punto final.    

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