Uno va aprendiendo las actitudes y las conductas de las personas a medida que las va tratando o frecuentando. Sabemos que nos tocará interactuar con gente desagradable, porque por motivos laborales o los que fuere tenemos que establecer forzosamente una mínima comunicación. Y también están aquellos con quienes se puede lograr una buena química, por eso cuando se comenzó a hablarse de los/las “tóxicos”, yo tuve la sensación de que no era más que otorgarle un nombre a lo ya existente, sólo para vender libros.
Por ejemplo, si vas a un supermercado, o a una oficina pública, y no te atienden correctamente, ya intuís que va a ser así, aunque no sea lo ideal ni lo que corresponde. Nunca nada es como correspondería ser. Somos nosotros los que nos vamos adaptando a socializar con un entorno que se vuelve hostil o poco amigable en más de una ocasión. Básicamente, la vida no es un club de amigos, ni una cofradía, ni una hermandad. A mí no me importa nada de Fulano, y a él tampoco le interesa lo que yo haga. Funciona de esa manera en la mayoría de los casos. Ni hablar cuando eso ocurre dentro de miembros del mismo grupo familiar, que es muy frecuente aunque pocos lo digan.
Extraño de vez en cuando a muchos amigos que tuve, y no es que hayan fallecido. Aún están físicamente, lo sucedió es que el tiempo fue pasando y cada uno hizo su vida, vale decir que fuimos perdiendo contacto pero sin haber discutido ni tenido una pelea.
En fin, en el contexto de una ola de calor similar a la de 2022 (aunque para mí levemente menor en lo que va de este año), sólo se advierte tránsito de automóviles y peatones en horas de la mañana, hasta pasado el mediodía, y luego se reanuda desde las 19 hs en adelante. En el resto de una jornada cualquiera, las calles permanecen desoladas, y si tenés algo de tiempo, nunca viene mal la posibilidad de hacer los mandados sin necesidad de tener que padecer ese cuello de botella que inevitablemente se produce en una hora pico, cuando a todos se les ocurre salir. En realidad, no hay mucho para hacer tampoco si uno pretende salir a dar un paseo, y después de la segunda quincena de enero, ya con los bolsillos semivacíos, olvídate de encontrar gente gastando en los comercios, salvo que sean visitantes ocasionales. Los lobenses que no andamos de plan turístico sabemos que a partir de la segunda quincena, hay que cuidar cada moneda.
Hoy estoy
tranquilo, demasiado, diría yo. Sin
preocupaciones, pero haciendo malabares para encontrarle la vuelta a la escasa actividad pueblerina que
nos deja la sensación de un día vacío, como si todos los vecinos de la aldea se
hubieran puesto de acuerdo para encerrarse en sus casas con el aire
acondicionado o el ventilador, mirando televisión en camiseta. Yo comprendo que
la vida cotidiana en los pueblos tiene su propio ritmo, porque siempre he
vivido aquí, y no quiero reiterar frases que involuntariamente se repiten cada vez
que nos vemos sorprendidos por el nuevo año, y por el verano en sí (calor, mosquitos, etc.).
Temas dos: A
veces reniego de las redes sociales, pero no voy a ser tan hipócrita como para afirmar que nunca entro a ver mi "muro" o mi perfil. Hay gente que
replica o comparte memes, están los que copian y pegan frases tirándole indirectas a alguien que bien puede ser una ex pareja, lo cual es una actitud casi infantil, porque al resto de los amigos virtuales
de esa persona lo les interesa en absoluto. Están otros con una mirada creativa que se
animan a expresar algo más perdurable, aunque yo no expondría mis emociones
todo el tiempo, hay cosas con las cuales conviene ser más reservado. El tema de
las faltas de ortografía, no sé si es alarmante, porque sé que hay quienes
optan escribir mal deliberadamente, o buscan una transgresión estúpida
destrozando las palabras.
La comunicación debe regirse por determinadas pautas, y flaco favor le estamos haciendo si nos dedicamos a repetir obviedades, lugares comunes, o a subir selfies compulsivamente. Una foto tras otra en Instagram, no transmite nada, no es el book de una modelo publicitaria. Se convierte en un pastiche totalmente insípido, que además no provoca ninguna reacción genuina. Es algo que vengo observando hace tiempo ya, porque sé que habrá muchas imágenes que compartirán los que están en alguna playa, y yo a veces no logro entender cuál es el objetivo. Hace unos días, seleccioné tres o cuatro fotos que me gustaban, y las hice imprimir, porque sigo sosteniendo que es lo más perdurable. Si te ponés a pensar, todas las fotos que puedas tener en tu celular o en cualquier dispositivo las podés perder con un virus o con un "clic" equivocado del mouse. Yo me dí cuenta que lo de las fotos y videos se escapa de tu alcance cuando cubrí los festejos por el Mundial. Para mí, ahora que lo pienso bien, hubiera sido más significativo sumarme a ese festejo que testimoniarlo con imágenes. Creo que ha sido el gran hito deportivo de 2022, sin dudas, y va a mantenerse en ese sitial por varios años.
Mi actividad en Facebook e IG no tiene un gran despliegue, por eso tal vez no tenga muchos seguidores. Prefiero mirar lo que escriben los demás o cuando suben alguna foto interesante, pero no tengo una actitud "militante" o fundamentalista frente a una red social. Cuando descubrimos que detrás de la supuesta amistad no hay más que un intercambio de frases huecas, todo empieza a perder interés. Ojalá podamos preservar aquello que nos permite conocer más al otro, como el mero hecho de encontrarnos en cualquier esquina y detenernos unos minutos a conversar, a verbalizar el vínculo con el otro. A lo mejor lo que sucede es que me siento demasiado viejo como para polemizar contra plataformas que ya son de uso corriente y que, al ser yo mismo usuario de ellas, no puedo excederme en la crítica hacia los demás. Es tan simple como eso. Nos estamos viendo pronto, amigos. Punto final.
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