Sábado 14. Miro el almanaque, y me parece difícil de creer que ya estemos tan cerca de finalizar la primera quincena de enero. Este mes hasta ahora no ha traído novedades en el orden local, ya lo hemos dicho en posteos anteriores. Y a nivel nacional, todos los días los canales de noticias nos están exponiendo a una saturación de información por el crimen de Fernando Báez Sosa perpetrado en Villa Gesell, con toda clase de teorías y especulaciones en torno al comportamiento de los imputados, es decir, los rugbiers. Una cobertura tan avasalladora para el televidente promedio, como la que se hizo en su momento con el asesinato de Ángeles Rawson, y si vos le preguntás a cualquier persona sobre aquel caso, difícilmente se acuerde, y no se trata de culpar a nadie por ello. Cuando los medios agitan tanto a la sociedad, las consecuencias se traducen en dejarnos llevar por la indignación, lo cual no soluciona nada, y ningún periodista debería asumir el rol de un juez o un fiscal. Pero eso ya sería mucho pedir.
Ahora se está hablando mucho, también, acerca de la salud de Jack Nicholson. Bueno, es un señor mayor, de 85 años, que forjó una carrera formidable en el cine. ¿Quién no ha visto alguna película de él? Parece ser que está recluido en su mansión desde hace ya largo tiempo, pero al menos tiene la suerte de no permanecer encerrado en un geriátrico decadente a la espera de lo inevitable. Quizás, lo que genere más preocupación en el showbiz es que no está encerrado entre cuatro paredes junto con otros viejos como él. Eligió estar solo. Muy pocas personas tienen huevos para elegir estar solas. Pero supongo que en el caso de Jack, a lo largo de su vida y de sus compañeros de set, amigos no le faltarán. Cuando la leí, la noticia se me antojó incompleta, porque sus "allegados", no hay demostrado demasiado interés en ir a visitarlo a su palacete, que es el mismo donde habitaba Marlon Brando, otro que transcurrió sus últimos días como un ermitaño.
Y ejemplos de artistas de renombre en esa misma condición hay (y hubo) muchísimos, como el de J.D Salinger. Llegó un punto que al tipo le fastidiaba que lo reconocieran por la calle o le hicieran preguntas estúpidas. Para los paparazzi, obtener una foto suya era casi un trofeo, considerando que ya era un anciano que se consagró con "El cazador oculto" (también conocido como "El guardián en el centeno" en otros países), una novela transgresora para la época, estamos hablando de principios de los '50. De hecho podría no haber escrito más nada y vivir de las regalías de las editoriales, o de cualquier cosa que se le antojara. Aunque varias fuentes aseguran que continuó escribiendo sin publicar durante varios años, a posteriori, lo único que vio la luz mientras estuvo con vida fue un libro más de relatos breves, y algunas colaboraciones para el New Yorker, la revista más "cool" e intelectual de EE. UU. Cabe reflexionar que aquello que rompe con lo establecido y se vuelve innovador, no siempre reviste calidad literaria, o musical. Pero hay un consenso casi unánime de que es una obra clave de la literatura americana de mediados del siglo XX.
Tuvo dos hijos, y una de ellas Margaret, luego publicó una biografía donde cuestionaba varios aspectos de la "vida familiar" de su padre. Esto es muy común, y es difícil determinar si lo hizo para facturar o si aceptó revelar esos detalles porque realmente habían sido así y creía necesario hacerlos públicos. Para el lector no es sencillo arribar a una conclusión sobre lo narrado porque quien lo hace es alguien cercano al autor. Su otro hijo, Matthew, guardó silencio y las pocas veces que hizo declaraciones fue para refutar lo que Margaret había puesto a la consideración pública sobre situaciones de maltrato o de violencia. Matt nunca habló mal de su padre, a lo mejor no tenía interés en hacerlo cuando con el paso de los años circulaban biografías no autorizadas por doquier.
El problema está cuando vos te convertís en un espejismo del que solías ser. Puede que vos no te des cuenta, pero los otros sí. Todo ello se vuelve una verdadera carnicería para los programa de chimentos y los tabloides al estilo The Sun, que existen en todas partes del mundo. Es erróneo pensar que sólo en Argentina consumimos TV basura. Esos formatos están en todos lados porque tienen como target un público determinado que hace foco en la caída en desgracia de grandes figuras, no de ilustres anónimos como vos y yo. La diferencia, quizás, sea esa: Los yanquis sacan al sol los trapitos de gente más o menos conocida, no "construyen" personajes mediáticos. Cualquier persona proyecta una imagen subjetiva, porque uno te podrá ver como un tipo macanudo y de buen humor, y otro como un cínico descarado. Lo único que no se puede controlar es la percepción de los demás, y claramente no sería bueno que sucediera. Puede haber gente que nos diga "qué bien que estás", pero si nos sentimos para el culo, ese elogio no nos importará en lo más mínimo. ¿Y cuando pasa al revés? Sería así: Alguien que nota algo perjudicial o preocupante en vos te lo dice, pero si vos estás convencido de que no hay motivo para alarmarse ante eso, no le darás bola tampoco. Puede ser que no quieras reconocer que tenés un problema (de adicciones o de lo que fuere), o también podemos barajar como otra alternativa, el entorno te ve hecho pedazos porque muchos de los que nos rodean están esperando que vos caigas para verte morder el polvo. Por suerte estos últimos casos no son mayoritarios, pero sí es necesario comprender que hay gente a la que no le gustará verte bien, saludable, con un buen laburo, que hayas conseguido una pareja, y a esta breve lista ustedes podrían ser completándola con lo que quisieran. A veces ni siquiera es envidia, es una cuestión "de piel": No nos quieren, y punto. Lo cual es válido para todos los ámbitos, no sólo para el trabajo, la escuela, o cualquier actividad que implique la necesidad de socializar. Esa misma necesidad que Nicholson decidió dejar de tener probablemente porque considera que lo que hizo hasta ahora ha sido suficiente y no le interesa regresar como actor siendo ya un anciano que queda relegado para papeles secundarios o breves participaciones ante la dificultad de recordar lo que debe decir su personaje. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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