27 de enero en Lobos. Cayó bastante lluvia esta madrugada, fue un alivio luego de varios días excesivamente cálidos. Pero como es natural, la humedad ambiente durante casi todo este viernes nos hizo sudar la gota gorda. En fin, no quiero que piensen que nada me conforma ni que nada me viene bien, es sólo una percepción.
Más de una vez nos
vemos superados por los hechos, por la mediocridad y por la estupidez ajena
(ésta última se propaga a más velocidad que cualquier bacteria, se los aseguro).
Este posteo esboza ideas generales, porque no me he propuesto ir hacia lo
particular, sino enunciar una serie de experiencias que son compartidas -en
mayor o menor grado- por todos quienes tenemos una determinada edad y debemos
sobrevivir en "la ley de la selva". Si no lográs imponerte, siempre
habrá alguien dispuesto a pisarte la cabeza. Imponerse puede asociarse
erróneamente a la violencia, pero yo creo que hay que aprender a posicionarse
con lo que uno sabe hacer.
Por supuesto, no
podemos vivir imaginando teorías conspirativas, dado que la mayoría de las
veces son nuestros propios actos los que nos conducen al desastre y al desconsuelo.
Anoche, mientras hacía "zapping radial", buscando alguien que tuviera algo interesante para decir, el locutor o conductor trazó una semblanza de 2009, vaya a saber con qué motivo. Siempre nos surge esta cuestión personal de las asignaturas pendientes, de aquello que nos habíamos propuesto el 1º de enero y que transcurridos poco tiempo no hemos concretar, ya sea porque el envió inicial se esfumó rápidamente o bien por factores externos. Para no irme de tema, mientras escuchaba el programa de radio y daba vueltas en la cama, recordé a quienes eligieron involuntariamente el 2009 para dejar este mundo, y mi mente se detuvo en figuras tan disímiles como Raúl Alfonsín, Michael Jackson, Farrah Fawcett, el talentoso periodista y analista de política internacional Oscar Cardoso, y muchos más que en este momento no recuerdo.
Pero ahora estamos en 2023. Creo
que puede convertirse en un año raro y atípico, por motivos que exceden
largamente el espacio de un texto conciso, pero lo digo más allá de la
política. Los argentinos siempre encontramos un “rebusque”, una persistente
capacidad de reinventarnos cuando vemos que la mano viene complicada, apelamos
ese arte cuasi-camaleónico, para no bajar la guardia pensando segundo mes del
año, que se me antoja sin grandes definiciones, al menos por lo que percibo a
diario. Todos están mirando hacia sus propios intereses, ligados a la coyuntura
económica, como si fuera la salvación y viniera el Arca de Noé a rescatarnos
antes del naufragio. Quizá por eso, en varias notas anteriores, y sin asumir el
rol de coaching porque me parece una chantada, yo diría que debajo de toda esa
hojarasca nos aguardan las cosas sencillas de la vida, porque quienes triunfan
en el mundo de las finanzas, el espectáculo o el arte son un grupo minoritario,
nosotros no somos más que seres anónimos para las estadísticas o para un Gobierno cualquiera, personas comunes de clase media -algunas con más aptitudes que otras- que luchamos para permanecer en esa delgada línea y no descender todavía más.
Me despido con
estas modestas reflexiones hasta el próximo post, y nos estaremos reencontrando
pronto. Punto final para el día de hoy.
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