Hace unos días tuve un pequeño debate con un amigo, que fue en términos cordiales, como debe ser. Bueno, la cuestión es que él afirmaba enfáticamente que Lobos ha dejado de ser un pueblo chico. Veamos: En el supuesto de que los datos del último Censo sean certeros, 42.000 y pico de habitantes no constituye una gran población. Pero hay un dato que debe estar ligado al anterior, que es la cantidad de personas por km2, o la densidad demográfica. Si tenemos en cuenta que el partido de Lobos, incluyendo localidades de la zona rural casi inhóspitas, podríamos decir que sí, somos un pueblo chico.
Más allá del
crecimiento poco significativo con el censo de 2010, y pese a que ha habido una
expansión de la urbanización en los últimos años, seguimos manteniendo un
status quo similar al de cualquier municipio del Interior de la Provincia. Pero
debemos tener honestidad intelectual suficiente para comprender que las actitudes,
la agresión sin fundamento, y otros aspectos más, distan de pertenecer a un
panorama plácido y halagüeño como nos quieren hacer ver. Aquí es muy difícil
tener privacidad: todo el mundo sabe qué hacés, de qué trabajás, adónde vas, y
qué ideas políticas tenés. La gente que se entretiene hablando de la vida ajena
te ensucia con calumnias e infamias, inventa rumores que van circulando de boca
en boca (y de celular en celular) y que como una bola de nieve no se pueden
detener –quizás- hasta que el aludido haga algún pronunciamiento público
desmintiendo las barbaridades que le están dedicando. Muchas veces provienen de gente que ni siquiera lo
conoce, pero que se prende en la joda porque le tiene bronca, vaya a saber por
qué. Estamos acostumbrados a la hipocresía, a ver cómo gente de dudosa
autoridad moral para criticar tiene asistencia perfecta a la Misa de los
domingos o cualquier otro culto religioso. Si van para redimirse, está okey,
procuren no purgar las culpas ante un altar y aprender a comportarse. Y si no es
así, sería mejor que se quedaran en su casa. Yo no soy precisamente ejemplo de
nada, y por ese motivo me daría vergüenza aparecer en un templo como si fuera
la quinta esencia de la bondad.
Con el paso del
tiempo, los nuevos paradigmas hicieron que en muchos hogares ambos cónyuges
deban trabajar para poder mantener a la familia, o bien lo hacen porque cada
uno desea manejar su propio dinero. La mujer consiguió importantes conquistas sociales en el
último siglo, no obstante lo cual muchas de ellas no asumen el rol de madre y
esposa y creen que formar una pareja es una empresa o una sociedad anónima. Del
mismo modo, hay padres abandónicos, que no reconocen la paternidad de sus
hijos, que no cumplen con la cuota alimentaria. Qué equivocados que estamos, cuánto
nos falta aún para comprender una de las pocas frases decentes que dijo
Maradona: “Yo no soy ejemplo de nada, ejemplo son los padres”. La escuela
imparte conocimientos y algunas pautas de convivencia, pero adhiero plenamente a
que la educación de nuestros hijos comienza por casa, como sostuvo el ex
presidente uruguayo “Pepe” Mujica. Nos estamos viendo pronto. Para no
abrumarlos, en ningún momento hablé sobre la ola de calor porque ya sería un
tedio total. Punto final.
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