¿Es peligroso pensar en el futuro? ¿Tiene algún sentido hacerlo? Depende de cómo vivas, qué condiciones laborales y económicas tengas, y cuáles sean tus prioridades. No hay una respuesta concluyente. Hoy por hoy, pensar en el futuro de la Argentina da miedo, y no me refiero a Milei solamente. Este gobierno tiene altas chances de terminar con un estallido inflacionario, y el que asuma con esa papa caliente no va a poder desactivar la bomba de inmediato. Sí, claro, hay que vivir cada día como si fuera el último, debemos aprender a disfrutar el momento, y todas esas frase pseudomotivadoras. Pero la realidad es mucho más compleja. En otra nota que escribí hace ya un tiempo, me referí al fenómeno de la espiritualidad. Mucha gente dedica una parte del día a meditar, a bajar un cambio, por fuera de las religiones que tienen mayor aceptación en Occidente. Se multiplican los enfoques de origen budista o tibetano que a su vez están ligados a cambios en la alimentación, o a posturas distintas ante lo trascendental. Aquella frase de "contar hasta diez", era sinónimo de armarse de paciencia, de templanza, reprimiendo un impulso agresivo. No lo sé, pero una versión actual sería "contar hasta cien". Todo lo que te permita vivir mejor, no tiene por qué ser cuestionado, incluso si hablamos de creencias.
Lo particular de todo esto, es que cuando viene una crisis, se incrementa esa búsqueda espiritual. La mayoría de los católicos de la Argentina no son practicantes. A los padres no les interesa bautizar a sus hijos, o les da lo mismo. Las parejas que se casan por Iglesia son cada vez menos. No digo que esté bien o mal, simplemente es así. No es el único culto que está en declive, hay varios que también pierden fieles. Hay muchos judíos, pero los denominados ortodoxos, casi no se ven en los pueblos del Interior, porque tampoco hay templos donde practiquen su doctrina, si cabe llamarla así.
El tema es que vos podés ser muy bueno y predicar la paz y el amor, pero la preocupación que todos tenemos hoy nos vuelve especuladores hasta en el mínimo detalle. Acopiamos azúcar, aceite y yerba porque suponemos (con razón) que el valor de esos productos aumentará notablemente. Pero al hacerlo, dejamos sin nada al que apenas tiene para comprar un mísero paquete.
Somos una sociedad tremendamente chota, qué quieren que les diga. Nos domina el individualismo, queremos "salvarnos" antes de que el barco se vaya a pique, no importa cómo. Los días posteriores a las PASO han sido horribles, no sólo por todo el desquicio evidente, sino porque no anda nadie en la calle, hay un "piojo" increíble.
El lunes me levanté temprano porque tenía una consulta médica, y el panorama era desolador. Pero siguió esa tendencia en los días sucesivos. Ya sé que Lobos no es Nueva York, pero si tengo que hacer un análisis más agudo, diría que desde que finalizaron las elecciones, hay una sensación de angustia flotando en el aire, que (según dicen) sólo menguará cuando tengamos un respaldo del FMI. Aún así, temo que no será suficiente para que haya una transición ordenada. Negociar con el Fondo es, hoy por hoy, es el único objetivo claro de un gobierno que tiene una clara vocación autodestructiva. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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