5 de agosto de 2023

La pelota no se mancha

 Me gusta el fútbol, sí, pero como espectador. Hace años que no juego un "picado", y admito que no soy muy virtuoso. Probablemente cuando practiqué en las divisiones inferiores de la liga local o en las clases de Educación Física de la escuela, el entrenador/profesor de turno tuvo cierta responsabilidad en eso. Me refiero a que, en lugar de que los más toscos pudiéramos mejorar durante los entrenamientos, les daba un cheque en blanco a otros pibes que evidentemente ya reunían condiciones innatas. No era un bullying en el sentido estricto de la palabra, pero los menos hábiles éramos subestimados y sólo ingresábamos a jugar a algún partido luego de que alguno de los titulares estaba exhausto, de manera que pasábamos casi toda la jornada calentando el culo en el banco de suplentes. En lo que respecta al nivel profesional, la Liga de la AFA no es nada descollante. Soy hincha de Boca de toda la vida, pero sería una necedad no reconocer que River está jugando mucho mejor, y que tiene un gran plantel. Mirar fútbol por TV es atractivo en la medida que el partido lo sea. Y como con frecuencia veo que jugadores de elite tiran pelotazos hacia ninguna parte, o que cometen errores groseros al intentar hacer un buen pase, la experiencia de estar 90 minutos frente al televisor no me seduce demasiado. 

Cuando algún futbolista se destaca por encima de la mediocridad general, es inmediatamente transferido a clubes europeos, donde ganarán muchísimo más dinero, y a su vez sus clubes de origen percibirán un porcentaje nada despreciable por el fichaje. Años después, cuando ese jugador va envejeciendo y por limitaciones físicas ya no puede mantener el mismo nivel, es dueño de su pase y de negociar con otra institución que esté interesada en sus servicios, excepto que haya alguna cláusula en el contrato. Para hacer una buena diferencia económica, continúan su carrera en clubes árabes, griegos, o chinos, ilustres desconocidos para la alta competencia, pero pasan una o dos temporadas y con eso alcanza. Otros deciden volver a la Argentina y terminar su carrera acá, pero un jugador de 36 o 37 años ya no puede hacer un aporte superlativo que sea gravitante para el equipo. 

Durante mucho tiempo renegué de esa ocurrencia K que fue "Fútbol para Todos", y que consistía en la transmisión gratuita de los partidos. Es verdad que todo el proceso implicó el gasto de millones de dólares que podrían haber tenido un destino más apropiado. Pero también es cierto que resulta vergonzoso que los canales de deportes que no son premium, lo único que hagan es enfocar a las tribunas porque no tienen los derechos de transmisión. En los primeros años del fútbol codificado, como solíamos llamarlo, íbamos a algún bar a ver un partido que se presuponía que tenía relevancia, como el Superclásico, o la final de algún torneo que tuviera a Boca como protagonista. 

En fin, como decía al comienzo, Boquita hace tiempo que dejó de ser protagonista, no puedo creer que los ultras se sientan en estado de éxtasis porque llegó Cavani, un talentoso delantero uruguayo, pero que llega a la Ribera con 36 años. Se nota que nos conformamos con poco, y las constantes quiebras que se producen en los grandes clubes del fútbol argentino se dan como resultado de manejos turbios, negociados con sponsors, y muchas cosas más que el finado Julio Grondona conocía muy bien, porque era lo más parecido a un capo de la mafia. Bueno, ojalá que Cavani pueda hacer un buen desempeño pese a su edad.

Las divisiones inferiores como la "Primera B" y de ahí para abajo, tienen como atracción que hay una mayor entrega de parte de los jugadores en cada partido, se la juegan de verdad. Son profesionales, claro, pero todo es esfuerzo puesto en cada jugada es propio del amateurismo. A veces es más interesante detenerse a ver cualquier match de esas características en lugar de hacerlo con equipos de mayores recursos. Podríamos sintetizarlo diciendo que hay más potrero, incluso los estadios son de arquitectura muy modesta, pero eso no importa ni hace mella en el espíritu del futbolista nato. Se arriesgan a lesionarse con más frecuencia que los de la Primera, aunque obivamente tampoco son kamikazes. El futuro del fútbol argentino, tal como lo conocemos hoy, estará ligado a la capacidad de incentivar la competencia, la única manera de que en la cancha aquellos que ganan en dólares pongan huevos y hagan ilusionar al hincha que está en la tribuna y que pagó una entrada para ser testigo de ese duelo deportivo. Quiero pensar que los de la AFA saben perfectamente esa situación y hacen la vista gorda, sobre todo ante los barrabravas que más de una vez eran fuerzas de choque ligadas a la política. 

En resumen, además de ser el deporte más popular del planeta, el fútbol reviste esa condición porque sus reglas son relativamente sencillas de entender para cualquier persona que haya visto dos o tres partidos. El uso indiscriminado del VAR está arruinando la naturalidad con la que debe desarrollarse cualquier competencia, con interrupciones que rozan lo insólito y goles anulados de forma injusta.

 "La pelota no se mancha", dijo Maradona en su partido de despedida, algo bastante paradójico, siendo que el mejor jugador de la historia se encargó de mancharla innumerables veces, dentro y fuera de la cancha (es mi opinión). Él mismo reconoció que, sin sus múltiples adicciones, hubiera dado para mucho más, pese a que sigue siendo considerado el mejor de todos. Lo único bueno que le escuché decir es que él no era ejemplo de nada: "Ejemplos son los padres", solía repetir. 

 Mientras tanto, ya sin Diego, la pelota continúa manchándose cada vez más. Punto final. 

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