Lejos está de mi ánimo defender al Gobierno, pero no me caben dudas de que los saqueos de los últimos días han sido burdamente orquestados. Por otra parte, no hay elementos suficientes como atribuírselos a Milei o a quien fuere. Para eso, se supone, están los servicios de inteligencia, que a su vez tienen como práctica común infiltrarse en protestas, piquetes y manifestaciones. Cualquier persona con sentido común puede darse cuenta de que esos hechos distan bastante de la híper de 1989, o del estallido social de 2001. En estos casos que mencioné, la gente salía en estampida, arrasaba con la mercadería y se llevaba todo lo que podía porque naturalmente había un contexto social mucho peor al actual. Sí, estamos mal en todos los sentidos, pero transcurrida la semana posterior a las PASO, paulatinamente estamos volviendo a la normalidad, o a lo que los argentinos conocemos como "normal" y que en otros países no lo sería en absoluto.
Las autoridades políticas no pueden ser kamikazes y echar nafta al fuego, deben actuar con coherencia y prudencia. Es una práctica habitual echarle el "muerto" al otro. No suena lógico pensar que la gente se haya convocado a saquear comercios por WhatsApp. En primer lugar, es un servicio de mensajería bastante vulnerable (a diferencia de Telegram), razón por la cual los supuestos responsables podrían ser fácilmente identificados y puestos a disposición de la Justicia. Pero como esto es noticia hoy y mañana aparece otra cosa, dentro de unos días ya nadie recordará ni el cómo ni el por qué. Los políticos siguen haciendo campaña con lo que más les convenga, por aberrante que sea. Ya nadie se acuerda de la nena de 11 años que fue muerta por motochorros, sólo sus seres queridos deberán cargar con esa pesada cruz durante el resto de sus vidas. Permaneció en los titulares durante unos días, y después ya fue, a otra cosa. Cuando yo estudiaba, nos explicaron los que se denominan "hechos de seguimiento". Es decir, que ante crímenes de este tenor, catástrofes naturales, o negocios fraudulentos, la ortodoxia del periodismo indica que hay que continuar recabando información y no que aparezca en los portales para esfumarse al día posterior. Desde luego, cuando uno vive en un pueblo chico se dificulta ejercer esa tarea, porque según del hecho que se trate, se está expuesto a amenazas, represalias, o amedrantamientos.
Si nos referimos, por ejemplo, a la contaminación con agrotóxicos en vecinos de Lobos, no puede quedar en una preocupación pasajera. Debemos insistir, machacar, obligar a las autoridades locales a un pronunciamiento público o al menos a una conferencia de prensa. Si fueran otros quienes ejercieran el poder, pensaría exactamente lo mismo, porque no es una cuestión ideológica.
Las operaciones de prensa de los grandes medios se van gestando a cambio de "sobres", no por convencimiento o vocación. Algunas son muy truchas, muy obvias. Los que nos dedicamos a esto nos damos cuenta, y entiendo yo que audiencia televisiva también. Sin embargo, también hay algo que es rigurosamente cierto: ¿Qué es lo primero que hace un político cuando el cae una denuncia por corrupción o malversación de fondos? Muy fácil: Decir "Es una campaña en mi contra". Sí, puede que se trate de una campaña, pero si la información es real y fidedigna, en un país que no sea este, tendrías que ir a Tribunales a defenderte o en su defecto a demostrar tu inocencia. Se está hablando, también, de una eventual polarización del voto entre Milei y Massa. Quienes sostienen esta hipótesis creen que, para evitar el triunfo de un candidato de extrema derecha, se inclinarán por el oficialismo. Imposible saberlo hoy por hoy. Pero, viendo que JXC no aún no logró diferenciarse del libertario con quien comparte afinidades ideológicas, no podemos todavía pensar en que pueda suceder. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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