Lunes en la
ciudad. La semana arrancó complicada. Buena parte de la mañana se me fue en
hacer varios trámites que eran impostergables. Entre ellos, ir a banco. Sabido
es que después de un fin de semana largo, la atención en la sucursal se
convierte en un cuello de botella. Por suerte, mientras esperaba mi turno, me
encontré con un amigo y nos pusimos a conversar, con lo cual la espera no
resultó tan tediosa. Fui al correo a retirar una encomienda, y luego al
Municipio para solicitar una tarjeta SUBE porque la que tenía la extravié y no
logro recordar dónde fue a parar. Fue una jornada intensa, pero lo que no puedo
dejar de mencionar es que todo salió bien. Pude resolver todo lo que a priori
me causaba mucha incertidumbre.
El domingo, fiel a mi costumbre, me venía
maquinando con todo lo que tenía que hacer al día siguiente, y cuando
finalmente cuando llegó el lunes conseguí resolverlo de un modo más sencillo del que yo
esperaba. Hay que esperar, sí, pero eso es natural de la administración
pública. Me levanté temprano, tomé unos mates, hice un paso fugaz por una
cafetería a la que voy siempre, y cuando ya era hora de poner manos a la obra
no tuve que demorarme tanto como había pronosticado. Llegué a mi casa muy
cansado, porque no había podido dormir bien la noche anterior. Ante la falta de
noticias, publiqué algo de índole zonal y me dormí una siesta después del
almuerzo. Me desperté renovado, realmente me hacía falta un descanso, venía
enroscándome al pedo y no tenía la menor intención en continuar así.
Como pude
desbloquear la tarjeta de débito, pagué todo lo que se me había acumulado
durante los últimos tres días, y me puse al día con las cuentas. Ahora tengo
que tirar todo el mes con el dinero que tengo disponible, y confío en que
llegaré a cumplir con todo. Lo más útil es anotar los gastos diarios porque si
no lo hacés no sabés en qué se te va la plata. A veces me olvido de hacerlo, o
cometo la insensatez de no establecer prioridades. Aunque hay dos de ellas que
respeto a rajatabla: Los honorarios de una consulta médica y el pago del
monotributo. Separo una parte del dinero para esos fines, y esa plata no se
toca hasta que llegue el momento.
Tengo ganas de
retomar en este blog mis columnas de análisis político. Por ahora, todo está
demasiado revuelto y confuso como para arribar a una conclusión esclarecedora.
Y si yo decido escribir algo al respecto, la idea es profundizar y tratar de
que el lector se lleve una mirada distinta a la de los grandes medios. Si vos
replicás lo mismo que ves en los portales de noticias de mayor audiencia, no
tiene ningún atisbo de novedad. Todo lo que puedo decir, hablando de Lobos, es
que desde hace varios años veo al pueblo estancado, sin iniciativa, sin futuro,
y con una sensación de dejadez en casi todos los aspectos.
Las cámaras del Centro de Monitoreo no parecen
brindar un aporte significativo para el esclarecimiento de delitos. No hay
voluntad política por gestionar ante la provincia. La obra pública es casi
inexistente. Las tasas municipales son bastante onerosas y uno no ve que lo que
paga como contribuyente se vea reflejado en avances sustanciales.
Además, hay mucha improvisación: Cosas que se podrían hacer mejor sin un gran
desembolso de fondos y que pese a gastar más no logran el lucimiento que se merecerían. No sé
cuánta gente trabaja en el Palacio Municipal, pero lo que yo veo en
algunas dependencias es hay dos o tres personas para una tarea que bien podría
llevar adelante una sola. No creo que todo lo que acabo de mencionar se vaya a
revertir. Porque los que resulten electos en 2027, también pondrán a su gente a
ocupar dichos cargos, y habrá privilegios para familiares, parientes y
militantes. Hay cargos cuyos sueldos son muy altos, pero esos funcionarios, con
gran hipocresía, hablan de asistir a los más necesitados “con la panza llena”,
ya que ellos no tienen ningún tipo de privaciones y en definitiva demuestran
sensibilidad de la boca para afuera. Nunca los vi poniéndole el cuerpo a un merendero o a un comedor comunitario, ayudar a preparar viandas, o ejercer un voluntariado. Nadie les pide que se vistan de algo que no son, pero que al menos den el ejemplo. Ellos fueron los que fiscalizaron votos para que ganara Milei. Por lo tanto sería bueno que se hagan cargo.
Pero hay que ser justos: Los que
estuvieron antes también caían en esos viejos vicios de la política. Si vas a
la Legislatura, por ejemplo, al tener miles de empleados seguramente habrá un
montón de ñoquis y asesores que se rascan el culo todo el día, pero en un
pueblo chico eso se nota mucho más. Nos estamos viendo pronto. Punto final.