Hace tiempo que
no escribo nada por aquí. Estuve con algunas cuestiones más urgentes por
resolver que todavía no logré solucionar del todo. En ese sentido, este fin de
semana largo me partió al medio. El lunes tengo que ir al banco a solicitar un blanqueo
de clave porque se me bloqueó la tarjeta. En consecuencia, todo lo que tenga
que comprar hasta entonces sólo puedo hacerlo con Cuenta DNI. Todavía hay
clientes que no me pagaron, y ya me cansé de reclamar por lo que es mío.
Veremos cómo evoluciona todo, quizás sean trámites más rápidos de lo que uno
supone. Mientras tanto, aprovecho mis ratos libres para leer o dar una vuelta
en bicicleta. Me molesta la idea de tener que gastar dinero por estos sucesos
imponderables. Si gasto en un café, por ejemplo, es distinto, porque yo elijo
hacerlo o porque quiero compartir un momento con amigos. Debo
administrar mis recursos con mayor cuidado, porque el mes se hará largo, y
nadie sabe qué vendrá después.
Por lo tanto, yo
diría que permanecí varios días actualizar este blog porque nunca se daba el
momento. Siempre surgía algo que distraía mi atención. Para mí es importante
retomar el ritmo de laburo habitual: De hecho, pude cumplir con las actividades
que tenía que hacer, y me siento esperanzado de ir transitando los próximos
días despojado de la abulia. Activarse no es tan fácil como parece. No lo es
porque el placer y el deseo no van de la mano de aquello que uno busca
alcanzar. Hay veces que ni yo mismo me aguanto, me invento excusas para postergar
decisiones que no revisten mayor complejidad. Pienso que debería ser más
expeditivo, volcarme más a la acción. Pero hago lo mejor que puedo. Sigo
adelante y eso no es poco. En un futuro retomaré el análisis político que venía
realizando habitualmente. La verdad es que todo está tan convulsionado que es
mejor dejar esas variables para otra ocasión. Por otra parte, ya cuando se
acercan las Fiestas se vive un clima extraño, hay mucha tensión dando vueltas
en el aire. Todos se apresuran a hacer compras, aun en esta época de bolsillos
flacos. La canasta navideña será más austera para la mayoría, y a mí no me
desvelan ni el Mantecol, ni la sidra, ni las garrapiñadas. Si uno tuviera todos
esos manjares pero careciera de alguien con quién compartirlos, no tendría
sentido
Anoche tuve que
cubrir la presentación de un libro. Me alegré por la autora, ya que es una
persona humilde y sencilla que quiere compartir su obra literaria con el
público. No era alguien vanidoso, que se regodea en su propio ego y se cree el
mejor escritor de todos. Hizo una inversión económica para poder publicar su
primer ejemplar y –seguramente- para cumplir con una asignatura pendiente. Yo
no suelo leer poesía, pero acá lo importante es que sigue habiendo una cantera
de buenos autores en Lobos. Ojalá que este efecto se multiplique y que los más
jóvenes también puedan acceder al sueño del primer libro. Que alguien te lea
tus publicaciones y te haga un comentario es una sensación maravillosa, aunque
sea con tono crítico. Y la peor de las actitudes es la indiferencia, hacer como si el otro no existiera. Es una de las razones por las cuales no podemos despegar como sociedad: Ignorar alevosamente a quienes nos rodean. Nos estamos viendo pronto. Punto final.
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